Enseñar no es transferir conocimiento, es pensar acertadamente (Freire P.)
patasdelangosta18 de Octubre de 2011
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“Enseñar no es transferir conocimiento, es pensar acertadamente” (Freire P.)
Enseñar es más que transferir conocimiento a una persona, y aprender es más que solo recibir una serie de conocimientos sin tomar parte activa en dicho proceso. Enseñar correctamente es crear las posibilidades de producir o construir conocimientos nuevos.
Entiendo que la práctica educativa debe ser crítica – siempre justificando el porqué de esa crítica- para “formar” bien a nuestros educandos, es decir, la práctica debe poder generar cambios en ellos para lograr seres pensantes, críticos y autónomos.
El educador debe enseñar con el ejemplo. Es necesario, como formador de vidas, empezar por vivir en forma consecuente con lo que se enseña.
Debe existir un intercambio de saberes entre educadores y educandos, los cuales tengan significancia para uno y otro, siendo estos saberes las bases en el crecimiento de ambos, tanto como personas y como entes culturales, pues tanto el educador como el educando conocen algo que el otro desconoce, por tal motivo el ser humano se encuentra en un crecimiento y aprendizaje constante y recíproco. El que enseña aprende, y también, quien aprende enseña. Enseñar no existe sin aprender.
Esta creación de posibilidades que es la educación, debe ser planteada al educando como un desafío por parte del educador, quien tiene la función de crear en él un pensamiento y una reflexión crítica, y como fin despertar su curiosidad, la cual debe funcionar como motor de la investigación que el propio educando ejerce sobre sí mismo para un desarrollo de la propia cultura y conocimientos, es decir curiosidad epistemológica. Es por este motivo que el educador debe hacer una reflexión crítica sobre la práctica que lleva a cabo, ya que de él depende el crecimiento en los aprendizajes de sus alumnos. Aprendizaje que – como se dijo en un principio- no significa transferencia de conocimientos, sino que es mucho más que eso, son todas las interacciones que ocurren tanto entre los alumnos mismos, como entre alumnos y profesores. Es importante tener en cuenta las actitudes que se tomen dentro de estas interacciones, ya que los alumnos siempre ven como modelo a seguir a su profesor, entonces esto cuenta con su posterior desenvolvimiento, no solo dentro del colegio, sino también dentro de la sociedad. Un profesor debe pensar acertadamente, para hacer acertadamente, y de esa forma los alumnos aprendan a pensar acertadamente. Para pensar acertadamente debemos entendernos seres inacabados, de esta manera estaremos permanentemente en la búsqueda de nuestra autosuperación; un ser que reconoce sus errores o sus ignorancias es un ser que está en constante busca de aciertos. El hombre que reconoce su inacabamiento, es responsable, sabe usar su libertad sin que se vuelva libertinaje. A su vez este inacabamiento es también el causante de la curiosidad que se despierte en el educando y las dudas e interrogantes que de él surjan. Es importante que éste pueda hacerse preguntas de lo que desconoce. Es aquí cuando el educador no debe transmitir sus saberes, satisfaciendo toda necesidad de conocimiento, porque de esta manera estaría bloqueando el desarrollo de su autonomía. El educador – con actitud alegre y esperanzada- debe colaborar guiando, motivando, estimulando al alumno a indagar más y más dentro de esas dudas, que son, en definitiva, el desarrollo de sus conocimientos. El educador debe exteriorizar a su vez su postura, que nunca puede ser neutral, por el contrario, como seres de mundo, necesariamente somos partidarios de de alguna posición.
Se hace indispensable que el alumno opine y exponga sus puntos de vista, aun cuando estos difieran de los de su profesor y de los de sus compañeros, esto hará que pueda desarrollar su espíritu crítico y que también desarrolle, como parte de su formación, la curiosidad por descubrir nuevos y variados conceptos
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