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¡Es La Formación, Estúpido!


Enviado por   •  3 de Junio de 2013  •  577 Palabras (3 Páginas)  •  287 Visitas

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¡Es la formación, estúpido!

Permítame el lector, para introducirle en las reflexiones que con usted quiero compartir, la licencia de parafrasear a James Carville, creador del lema ¡es la economía, estúpido! que se hizo famoso en el mundo entero y con el que Bill Clinton, en la exitosa campaña de 1992, desbancó a George Bush padre del poder. Con esa ocurrente, ingeniosa frase, Carville consiguió impulsar al amigo de la Lewinsky desde su modesto sillón de gobernador de Arkansas hasta el despacho más poderoso del mundo: el Oval de la Casa Blanca.

Y permítame una licencia mayor: la de venderle las excelencias de lo que hacemos en mi Business School, Fundesem. Porque la formación (sí, la que impartimos en Fundesem) es una excelente herramienta para estos tiempos de crisis, recesión, oportunidad, cambio o como quiera que denominemos a la actual coyuntura económica.

Y, abusando de su confianza, permítame también un consejo: invierta en la formación de su equipo y de usted mismo. ¡Sí, ahora, con la que está cayendo!

Sé que la tentación es mucha: ¿Que viene la crisis? Pues me cargo el presupuesto de publicidad y de formación – le suena esta reflexión ¿verdad? –

Craso error, amigo mío. No entraré en necesidad y en las bondades de una adecuada política de comunicación. Pero sí me atrevo a decirle que el conocimiento – el suyo, el de sus colaboradores – es un arma excelente para competir en tiempos de guerra – económica, entiéndaseme –.

Si el reto de conseguir obtener una ventaja competitiva respecto de nuestra competencia pasa por la diferenciación, o tenemos un producto verdaderamente diferenciado de los demás – ¡qué difícil! – o ser competitivos pasa, ineludiblemente, por ser mejores en lo único que es estrictamente diferente entre las empresas: las personas que las forman; su capital humano. En palabras del catedrático Javier Fernández Aguado: “Una de las claves del éxito de una empresa es apostar por las personas, único elemento de crecimiento irrestricto”.

Convendrá entonces conmigo en que su más rentable inversión no puede ser otra que la que permita a su equipo ser mejor. La que le dote de un capital intelectual de altura. Porque, no le quepa duda, mejorar las competencias y cualificaciones de sus colaboradores y de usted mismo le va a resultar una herramienta indispensable para competir con ventaja. Esa mejora tiene que estar fundamentada en la formación: no hay otro camino. Además, una adecuada política de formación en su empresa le permitirá intentar alcanzar uno de los retos más difíciles, audaces y bonitos de la empresa de éxito: retener el talento. Incluso en términos puramente de rentabilidad económica es interesante: es mucho más costoso seleccionar y formar nuevos colaboradores que retener a los actuales. Sobre todo si éstos son buenos.

Haga usted benchmarking. Para las

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