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Estado De Bienestar Y Fordismo

mecscastros26 de Abril de 2013

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ESTADO DE BIENESTAR Y FORSDISMO

Los antecedentes del Estado de Bienestar vienen desde muy lejos, pero se han desarrollado extraordinariamente después de la Segunda Guerra Mundial en Europa Occidental. Es durante el período comprendido desde la segunda posguerra hasta principios de la década del setenta (que el historiador Eric Hobsbawn denomina a esta etapa como "Edad de Oro") cuando se consolidan los Estados de Bienestar.

Durante la Edad de Oro se desarrolló en Occidente un intento de subordinar el trabajo, de desarrollar un nuevo capitalismo, que dependía mucho del uso y expansión del crédito para evitar o controlar el proceso de crisis que se había manifestado en los años treinta luego de la Gran Depresión.

Con la implementación de las políticas económicas llamadas "keynesianas", asistimos a una cierta explosión del gasto público durante este período, particularmente del gasto social: educación, salud, vivienda, jubilaciones, pensiones y prestaciones de desempleo.

Es conveniente subrayar que el estado de Bienestar se trata de un proceso en el cual se han abandonado en la práctica algunos elementos de la teoría liberal del Estado. En efecto, el estado ha dejado de ser "no intervencionista" y se ha considerado que era responsabilidad suya conseguir una situación de pleno empleo, un sistema de seguridad social que cubriera la totalidad de la población y la generalización de un alto nivel de consumo y la garantía de un nivel de vida mínimo incluso para los más desfavorecidos.

Este tipo de Estado asumía la obligación de suministrar asistencia y apoyo a aquellos que sufrieran necesidades y reconocía formalmente el papel de los sindicatos en la negociación colectiva y en la formación de los planes públicos.

El estado de Bienestar es un grupo de manifestaciones, en primer lugar, del deseo de la sociedad de sobrevivir como una totalidad orgánica y, en segundo lugar, del deseo expreso de todas las personas en el sentido de contribuir a la supervivencia de algunas personas. (1)

AUGE Y CAIDA DEL FORDISMO

Según David Harvey, hay dos amplias áreas de dificultad dentro de un sistema económico capitalista que deben negociarse con éxito si se quiere asegurar la viabilidad del sistema. La primera surge de las cualidades anárquicas de los mercados que fijan los precios, y la segunda, de la necesidad de controlar el despliegue de la fuerza de trabajo a fin de garantizar la plusvalía en la producción y, por lo tanto, las ganancias positivas para tantos capitalistas sean posibles.

Sin duda alguna, el acostumbramiento de los trabajadores asalariados al capitalismo fue un largo proceso histórico que debe renovarse con la incorporación de cada nueva generación de trabajadores a la fuerza de trabajo. La disciplina impuesta a la fuerza de trabajo en función de la acumulación capitalista es un asunto muy intrincado.

La socialización del trabajador a las condiciones de la producción capitalista supone el control social de fuerzas físicas y mentales sobre bases muy amplias. La educación, el entrenamiento, la persuasión, la movilización de ciertos sentimientos sociales (la ética del trabajo, la lealtad a la compañía, el orgullo nacional o local) y tendencias psicológicas (la búsqueda de identidad a través del trabajo, la iniciativa individual o solidaridad social), todo esto desempeña un papel y está íntimamente mezclado con la formación de las ideologías dominantes cultivadas por los medios masivos, las instituciones religiosas y educativas, las diversas ramas del aparato estatal, y afirmado por la simple articulación de su experiencia, por parte de aquellos que hacen el trabajo. (2)

El fordismo fue –hasta mediados de la década del setenta- el modelo de producción hegemónico de los principales centros capitalistas. La producción se hacía en las grandes fábricas organizadas alrededor de la línea de montaje de acuerdo con los principios adoptados por Henry Ford en la producción del Modelo T. El trabajo era repetitivo y no necesitaba mucha calificación pero los salarios eran relativamente altos. Ford no hizo más que racionalizar las viejas tecnologías y una división preexistente del trabajo especializado, si bien al hacer que el trabajo fluyera hacia un trabajador estacionario, logró grandes aumentos de productividad. La lógica de este sistema estaba basada en los altos salarios que permitían vivir la vida de consumo de masas y que al mismo tiempo generaba demanda de los productos. "La piedra angular de toda estructura eran los sindicatos y la práctica de la negociación colectiva". (3)

Lo novedoso de Ford fue su concepción, su reconocimiento explícito de que la producción en masa significaba un consumo masivo, un nuevo sistema de reproducción de la fuerza de trabajo, una nueva política de control y dirección del trabajo, una nueva estética y una nueva psicología; en una palabra "un nuevo tipo de sociedad racionalizada, modernista, populista y democrática" (4). Es en este sentido que Antonio Gramsci, en sus cuadernos de la Cárcel, sostiene que "el esfuerzo colectivo más grande que se ha realizado hasta la fecha para crear, con una velocidad sin precedentes y con una conciencia del objetivo que no tiene parangón en la historia, un nuevo tipo de trabajador y un nuevo tipo de hombre". Evidentemente, el fordismo dependía de que el Estado nacional asumiera un rol muy especial dentro del sistema global de regulación social.

Frente a esta perspectiva podemos resumir que en el "Estado de Bienestar" encontramos dos componentes constitutivos. Por una parte, el marco político consistente en el consenso para que los representantes de los trabajadores negocien con los empresarios y bajo la supervisión de las burocracias estatales los marcos referenciales del crecimiento económico.

Y por otra parte, un componente netamente económico consistente en la creación de las estructuras sociales por las cuales se canalizaba una importante masa de recursos económicos que, funcionando como salarios indirectos, aumentaban en forma real el nivel de vida de los sectores asalariados.

En este sentido, Claus Offe plantea una visión completa del asunto al afirmar que "…el Estado de Bienestar ha sido el resultado combinado de diversos factores (…) El reformismo socialdemócrata, el socialismo cristiano, elites políticas y económicas conservadoras ilustradas, y grandes sindicatos industriales fueron las fuerzas más importantes que abogaron en su favor y otorgaron esquemas más y más amplios de seguro obligatorio, leyes sobre protección del trabajo, salario mínimo, expansión de servicios sanitarios y educativos y alojamientos estatalmente subvencionados, así como el reconocimiento de los sindicatos como representantes económicos y políticos legítimos del trabajo…".

El éxito del Estado de Bienestar residió en que unió a los sindicatos, la agricultura y a los elementos del mercado en un "compromiso histórico". Es decir, en una alianza socioeconómica en donde cada uno de los integrantes se comprometía a cumplir con el pacto. Si bien esta coalición fue decisiva, esta varió según el tipo de régimen que se dio en cada estado de Bienestar.

AL respecto, Gosta Esping Anderson sostiene que "hay tres mundos" del Estado de Bienestar: corporativista, liberal y socialdemócrata. En el primero la seguridad social jerarquizada según las diferencias de status reforzaba la lealtad de las clases medias a un tipo peculiar de EB. En el segundo, en cambio, las clases medias llegaron a estar institucionalizadas unidas al mercado. Y en el tercero la socialdemocracia estuvo ligada al establecimiento de un EB de clases medias que beneficia tanto a la clase obrera como a los nuevos estratos de empleados.

Pero a fines de la década del `60 los altos salarios no compensaban ya el trabajo intenso y monótono. Los obreros comenzaron a cuestionar los poderes de la patronal y pronto la pérdida de autoridad dentro de las fábricas se tradujo en dificultades para la producción. Era evidente que el `tratado de paz fordista´, que había posibilitado un gran crecimiento económico durante 1950-1960, entraba en crisis.

Estaba roto el equilibrio fordista, que hasta entonces había conseguido contener las frustraciones y mantener una estructura de control adecuada durante tanto tiempo que había terminado por conformar la imagen del capitalismo para toda la generación.

La crisis capitalista nunca es otra cosa que esto: la ruptura de un patrón de dominación de clase relativamente estable. Aparece como una crisis económica, que se expresa en una caída en la tasa de ganancia, pero su núcleo es el fracaso de un patrón de dominación establecido. Desde el punto de vista del capital la crisis sólo puede ser resuelta mediante el establecimiento de nuevos patrones de dominación." (5)

En otras palabras, lo que Holloway sostiene es que la recuperación de la crisis significa para el capital la reafirmación de su autoridad, su derecho a administrar y a mandar.

La expansión de la economía en 1970 entró en decadencia por un proceso inflacionario en expansión, un déficit público norteamericano ingente y que exportaba, vía el aumento de masa monetaria mundial, su carga inflacionaria al resto de la comunidad internacional. A ello se sumó el hundimiento del sistema financiero de Bretton Woods (1971) y la subida en el precio del petróleo en 1973. El crecimiento del P.B.I. mundial evidenció un menor crecimiento en comparación con las décadas precedentes y el fordismo ya presentaba signos de agotamiento como modo de trabajo. Por otro lado, surgió un nuevo centro de poder económico en el mundo. En los

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