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Estetica Artistica

eveliaduran25 de Marzo de 2014

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El problema de los nexos dialécticos de lo estético y lo artístico.

Nadie duda en nuestros días que la estética - en su doble condición de ciencia

y discurso de la realidad social - ha logrado ir escalando peldaños de

importancia tope, que la han ido convirtiendo en una especie de megateoría

que opera en y con un socium complejo y multiforme, rico en aportaciones a

la espiritualidad de los sujetos actuantes o receptores, y en cada uno de los

contextos humanamente posibles.

A pesar de todo lo planteado con anterioridad, y del carácter milenario que

tiene esta ciencia, se ha venido produciendo - por lo menos en nuestro país es

fácil observarlo, y en el sector educacional con mucha más vehemencia,

aunque no es el único - una especie de "ingenua identidad" o de un

"desconocimiento no concientizado" sobre los límites, extensión y

comunicabilidad posible entre lo estético y lo artístico.

Esto quizás ha venido sucediendo por una no acertada comprensión de las

necesidades estéticas y artísticas de los humanos, ya sea porque no se han

concebido, con la racionalidad que amerita, la dirección del proceso de

enseñanza-aprendizaje en un momento determinado de sus vidas escolares

y/o por limitaciones en la manera en que los principales subsistemas

socializadores diseñados por nuestro proyecto social han operado con sus

respectivos canales de comunicación para lograr tan loables propósitos.

La historia del problema no es nueva, ni es atañable solo al caso cubano, ya

los estetas en general, y en particular los de la tradición marxista-leninista,

digamos específicamente, y de carácter más notable, rusos, alemanes y

polacos, se han estado ocupando hace bastante tiempo de esta singular y

delicada arista del conocimiento y la praxis científica.

Ahora bien, no es posible operar ni teórica ni prácticamente con el aparato

conceptual y categorial de la estética sin tener una delimitación fiable en

torno al campo de acción de ambos (lo estético y lo artístico) y de una cabal

comprensión del rol que han jugado las necesidades estéticas y artísticas en

este sentido, y ésta ha sido una de las indeterminaciones que han aflorado a

ojos-vistas en más de uno de los profesionales e instituciones culturales

nuestras (incluidas, claro está, las educacionales a todos los niveles), tratando

de ofrecer su propuesta estético-decodificada en algún que otro proyecto de

indagación científica en su rama concreta del saber.

Está demostrado científicamente que entre ambas categorías existe una

especie de unidad, incluso a pesar de su independencia y de su

indisolubilidad, su autonomía y sus mutuos condicionamientos.

Recordemos que es bastante tradicional la tesis de que la estética es lícito

verla trabajada, por lo menos en la literatura que ha circulado entre nosotros,

como una filosofía de lo bello, una filosofía del arte y como ciencia de la

actividad artística del hombre, sin embargo esta triada de acepciones en torno

a la autoridad legítima del discurso estético dista de ser integradora y quizás

este haya sido el punto de partida para las truncas interpretaciones que en

pleno siglo XXI se oyen a cada paso sobe el tema que nos ocupa.

El iluminado esteta leningradense Moisei Samoilovich Kagan en sus ya

legendarias Lecciones de Estética Marxista-Leninista acotaba que sobre la

correlación de lo estético y lo artístico "se han difundido tres puntos de vista:

el primero se reduce a que no hay diferencia entre "lo estético" y "lo artístico",

y que ambos conceptos se emplean como meros sinónimos; de acuerdo con

el segundo punto de vista, "lo artístico" es un caso particular y la forma

suprema de lo "estético", aunque la interpretación concreta y la

argumentación de esta concepción por diferentes teóricos distan mucho de

ser iguales; por último, el tercer punto de vista se expresa en que "lo estético"

y "lo artístico" son declarados "sustancias" completamente diferentes, incluso

se niega la legitimidad de su estudio por una misma ciencia y, por

consiguiente, se propone separar de la estética la teoría general de las artes"

(Samoilovich Kagan, M; 1984 p. 185).

Reforzando las ideas de M.S.Kagan, sigamos la tesis de Simón Marchán Fiz, el

que decía que "el deslizamiento de la estética hacia la filosofía del arte

estimula durante el siglo XX una búsqueda afanosa de la especificación de lo

artístico en las propias obras. Por este motivo, el pensamiento estético

dominante ha sido hasta fechas recientes marcadamente objetivista, es decir,

volcado hacia los objetos". (Marchán Fiz, S; 1992 p. 296).

No cabe dudas que las palabras de ambos estetas nos revelan lo complicado

que ha resultado y resulta para el pensamiento teórico desentrañar una

aproximación al problema de lo estético y lo artístico.

Desde nuestras humildes posibilidades, intentémoslo una vez más a partir de

lo indagado, la experiencia acumulada y la autoctonía expositiva conque

contamos.

Cuando el hombre - por naturaleza innata - establece su interrelación con el

mundo circundante, utiliza toda una serie de analizadores que lo diferencian

– de hecho – sustancialmente del resto de los animales y por tanto aprehende

el macro y microcosmos con ellos, dirigidos por ese maravilloso órgano

llamado cerebro que propicia que, lo racional sea lo que presida ese nivel de

disfrute interior sensible, en este caso, del emisor o del receptor.

Carlos Marx dejó claro el vínculo que existe entre las interrelaciones con la

realidad objetiva y subjetiva del hombre, y lo que significa para la evaluación

de la vivencialidad inmediata o a mediano y largo plazo, en este caso, de las

emociones estéticas.

En este orden planteaba que "nadie puede hacer algo, sin hacer esto al mismo

tiempo en provecho de algunas de sus necesidades y para el órgano de esta

necesidad". (Marx, C; 1973 p. 245).

A pesar de la claridad meridiana de la tesis anterior, lo que ha sucedido

tradicionalmente (sin ser completamente absolutos) es que quienes evalúan el

universo que nos rodea, bien por tradición, o por limitaciones cognoscitivas,

se han acostumbrado a fijar más la atención en la explicación de ese universo

(macro y microcosmos) desde las posibilidades que nos ofrece y/o aportan los

resultados de nuestras valoraciones francamente pensadas, que por la

expresión sustancial de sus necesidades, a pesar de que este proceso sea

hartamente consciente y se infiera desde cualesquiera de las referencias

acostumbradas a tenerse en cuenta en el nivel de cotidianidad del ser.

Y es que la referencia a la necesidad artística del hombre ha estado desde

tiempos de la comunidad primitiva hasta nuestros días (y lo seguirá estando),

ligada (no puede desligarse) a determinado desarrollo de la sociedad y al nivel

que ha logrado la conciencia humana en cada formación económico-social.

Por lo tanto, la aparición permanente de una nueva necesidad ha venido

estimulando al hombre desde siempre a lo que suele concebirse como la

creación del producto, a que se emparente con el nivel de satisfacción de las

necesidades práctico-espirituales contextualizadas.

El destacado esteta e investigador ruso Marat Nurbievich Afasizhev ha

apuntado que el hombre como ser social tiene necesidades que son primarias

para la producción y reproducción de su vida y que "esquemáticamente, con

cierta rusticidad se les puede dividir en tres tipos: materiales, (necesidad de

vivienda, ropa, comida, aire, y las funciones específicamente biológicas),

espirituales, (necesidad del conocimiento y la valoración del mundo

circundante, del autoconocimiento y la comunicación) y funcionales

(necesidad de la actividad, indispensable para el desarrollo y mantenimiento

del tono o nivel de vitalidad del organismo). Sobre la base de estas

necesidades se forman las secundarias, incluidas las estéticas y artísticas".

(Nurbievich Afasizhev, M; 1986 pp. 28-29).

O sea estas necesidades se vinculan con todo el nivel de relaciones que el

hombre establece con el mundo y que son el resultado de un afianzamiento

paulatino que se ha venido suscitando a través de las diferentes formaciones

socioeconómicas: relaciones práctico-utilitarias con las cosas; relaciones de

corte teórico; relaciones estéticas; etc. Pero cada una de ellas va cambiando la

actitud del sujeto hacia la realidad que le circunda por cuanto va cambiando

también la necesidad que la condiciona y por supuesto, se transforma

también el objeto, fenómeno o proceso que la satisface.

El fundador del socialismo científico advertía que "el animal construye

solamente conforme con la medida y las necesidades de la especie a la cual

pertenece, mientras que el hombre sabe producir según la medida de

cualquier especie y en todas partes sabe aplicar al objeto la medida inherente;

en virtud de esto el hombre construye también con arreglo a las

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