Etica De La Intimidad
barbychini15 de Junio de 2014
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Desde sus inicios los profesionales sanitarios, y entre ellos las enfermeras, han tenido claro que había que respetar la intimidad de los pacientes, y así lo han expresado en sus códigos deontológicos.
Continúa siendo demasiado frecuente encontrarse en situaciones donde no se tiene suficiente cuidado de la intimidad corporal de la persona, o bien se vulnera, sin ningún miramiento, tanto la intimidad psicológica como la información confidencial. En un estudio reciente, centrado en el ámbito hospitalario, se alerta de que los profesionales sanitarios tendrían que ser más cuidadosos con la intimidad de los pacientes, y señala que las vías por las cuales se filtra más la información confidencial son, por una parte, los comentarios chismosos que se hacen en los pasillos, en el control de enfermería, en la cafetería, en el ascensor o en la propia habitación del paciente... y, por otra parte, el acceso indebido a las historias clínicas. Básicamente todo lo que se recoge en este estudio también es aplicable a otros ámbitos de atención a la salud.
Desde nuestro punto de vista creemos que hay dos grandes cuestiones éticas que giran en torno a la intimidad. La primera hace referencia al valor que damos a la intimidad, es decir, cuál es su justificación ética y su correspondiente legislación. La intimidad se considera un derecho humano y por eso también se promoverá en los derechos de los ciudadanos en relación a la salud y la atención sanitaria. La segunda cuestión es de carácter más práctico.
¿Cómo conseguir que se respete la intimidad en el ámbito de la salud?
Es fácil aceptar los derechos en la teoría, pero es muy difícil llevarlos a la práctica. Así, pues, en este documento intentaremos reflexionar entorno a estas dos grandes preguntas: ¿Por qué hace falta que las enfermeras respeten la intimidad? Y, ¿cómo conseguir que las enfermeras respeten la intimidad?
Esperamos a través de nuestras respuestas contribuir a la normalización del respeto a la intimidad, o dicho de otra manera, contribuir a potenciar la cultura del reconocimiento de la intimidad.
¿Por qué hace falta que las enfermeras respeten la intimidad?
Antes de entrar propiamente en la justificación ética de la intimidad es importante detenernos en el análisis del concepto. La palabra intimidad viene de interior, cuyo superlativo es intimus, lo más interior que uno tiene o posee. Actualmente cuando hablamos de respeto a la intimidad nos referimos básicamente a tres aspectos. En primer lugar, al respeto a la intimidad física o corporal que consiste en proteger el cuerpo de la mirada y la manipulación por parte de otras personas. En segundo lugar,incluye también, el respeto a la intimidad psicológica o interior, que abarca todo el ámbito de contenidos mentales: los pensamientos, la ideología, la vida afectiva, las creencias y valores... Por último, hablamos del respeto a la confidencialidad, eso es, que hace falta preservar todo lo que conocemos de la persona, es decir, todos aquellos datos relacionados con la salud y la vida personal y que se tienen que considerar información sensible, dado que las personas tienen derecho a que no se den a conocer aspectos de su vida más allá de lo que es estrictamente necesario para la atención a su salud.
La intimidad, en principio, si la persona no lo quiere, es inaccesible a un tercero. Sin embargo en la relación sanitaria este dominio sobre la intimidad acostumbra a perderse, dado que las enfermeras, con el fin de poder cuidar de la persona, necesitan que ésta muestre (intimidad física) o revele (intimidad psicológica) aspectos de su vida íntima, y necesitan también registrar en la historia clínica un conjunto de datos sensibles (confidencialidad). Dentro de este contexto la persona espera que no será violentada ni en la esfera física ni psíquica, y confía en que las enfermeras sabrán gestionar con acierto esta dimensión tan importante de la relación sanitaria. Hay que tener presente que toda persona, independientemente de su estado de salud, merece que se le respete su intimidad, respeto que se tiene que mantener incluso después de su muerte.
A pesar de la banalización que se hace de la intimidad en la sociedad actual, al menos sobre el papel, se deja constancia de que la intimidad es un valor fundamental que hay que proteger. Así se expresa en la Declaración Universal de los Derechos Humanos (1948): "Nadie será objeto de intromisiones arbitrarias en su vida privada ni en su familia, en su domicilio ni en su correspondencia, ni de atentados contra su fama y su reputación. Toda persona tiene derecho a la protección de la ley contra estas intromisiones o estos atentados". Tanto en las cartas de derechos y deberes de los ciudadanos en relación a la salud y la atención sanitaria como en los códigos de ética de la profesión enfermera, y las leyes que abordan y regulan estos aspectos, hacen hincapié en el derecho a la intimidad y sus correspondientes deberes profesionales.
En el Código deontológico del CIE se recuerda que la enfermera al cuidar de las personas promoverá el respeto a los derechos humanos y recuerda también que "la enfermera mantendrá la confidencialidad de toda la información personal y serádiscreta en compartirla".
El derecho a la intimidad se puede fundamentar desde ángulos diferentes, pero desde nuestra tradición filosófica occidental se ha optado, sobre todo, por una fundamentación basada en la dignidad. Se entiende que la intimidad, en todos sus aspectos, es una de las dimensiones que da contenido a la dignidad, por eso se considera que respetar la intimidad de la persona es una manera de respetar su dignidad.
La dignidad sirve para justificar todas las dimensiones de la intimidad. Sin embargo en el aspecto concreto del respeto a la confidencialidad encontramos justificaciones paralelas a la dignidad. En primer lugar hablamos del argumento de la autonomía y la intimidad de la persona. Se dice que entre estos dos valores hay una continuidad: la persona autónoma tiene derecho a decidir qué pasará consigo misma, con su cuerpo, con la información sobre su vida, con sus secretos... En segundo lugar, tenemos el argumento de la fidelidad o lealtad, es decir, se espera que la enfermera sea fiel y leal hacia la persona que cuida, ya que ésta confía en que la enfermera no revelará a terceros la información obtenida en el ejercicio de la profesión. En tercer lugar, está elargumento basado en las consecuencias. A partir de datos empíricos se suele afirmar que revelar confidencias de la persona, o no dar importancia a la confidencialidad, hace que la persona sea reticente a revelar la información necesaria para poder atenderla correctamente; o se niegue a darla, o se tema que un tercero haga un uso indebido de esta información.
¿Cómo conseguir que las enfermeras respeten la intimidad?
Desde el principio ya hemos apuntado que a menudo el problema de los derechos no está tanto en su reconocimiento, sino más bien en su aplicación. Y aquí tenemos un ejemplo paradigmático. Difícilmente encontraremos a ninguna enfermera que niegue a nivel teórico el derecho a la intimidad y los deberes que van asociados a ella, pero en la práctica encontraremos muchas enfermeras que olvidan que hacen falta una serie de actitudes para respetar este derecho. Lo que haremos a continuación es detallar cuáles son los aspectos que pueden ayudar a promover, como decíamos hace un momento, la cultura del reconocimiento de la intimidad.
Asegurar el respeto a la intimidad depende básicamente de tres factores: la exigencia de los ciudadanos hacia las enfermeras, el compromiso de las enfermeras hacia los ciudadanos y el compromiso institucional en todo lo que afecta a la intimidad. Así, pues, en el marco de esta triple implicación nos parece que el papel de las enfermeras tendría que ir en esta dirección:
1. Reflexión sobre la importancia de la intimidad
Si bien es cierto que el ejercicio de la profesión enfermera siempre tiene que ir acompañado de la reflexión, ésta también tendría que abarcar, naturalmente todos los ámbitos de la intimidad. En este sentido es importante pararse a analizar la realidad, es decir, fijarse si en el día a día se maneja correctamente el respeto a la intimidad de la persona, para después poder comparar si lo que pasa realmente es lo que tendría que pasar idealmente.
Si el resultado de este análisis es positivo habrá que hacer un ejercicio de consolidación, para que las cosas se sigan haciendo de la mejor manera posible. En cambio, si del resultado de este análisis podemos constatar la vulneración o vulneraciones del derecho a la intimidad de las personas, tendremos que hacer el esfuerzo para reconducir la situación. Con el fin de llevar a cabo esta tarea puede ser de una gran utilidad reflexionar sobre el fundamento de la intimidad, saber cuál es su regulación ética y jurídica, leer libros o documentos y/o dialogar con otras enfermeras y profesionales de la salud sobre esta temática... Todo eso nos tendría que permitir tomar conciencia del valor y la importancia que tiene para la calidad asistencial el respeto a la intimidad.
2. Aplicación práctica del respeto a la intimidad
Después de la reflexión se tiene que pasar a la acción. La realidad, sin embargo, nos muestra que, en esta dirección concreta de la intimidad, pasar de la teoría a la práctica acostumbra a ser bastante difícil.
La modificación de hábitos establecidos o la promoción de cambios en las actitudes tienen su génesis en la voluntad interna de la enfermera y/o en la imposición externa de
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