Eurocentrismo Y Ciencias Sociales
gonzalitosalta10 de Octubre de 2013
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Eurocentrismo, ciencias sociales y opciones liberadoras desde el Sur
Actualmente se vienen operando profundos cambios que afectan todos los aspectos de la sociedad y el conocimiento. Las ciencias sociales se encuentran en un proceso de revisión y cuestionamiento de los fundamentos y propuestas teóricas, en particular del propio logos científico de la modernidad
Desde una configuración más amplia Immanuel Wallerstein puntualiza que las ciencias sociales tienen grandes limitaciones en el estudio de la realidad social que no corresponden a la problemática del mundo contemporáneo. Se trata de desarrollar nuevos fundamentos epistemológicos, de impensar las ciencias sociales y no de repensar las ciencias sociales dado que muchas categorías y suposiciones constituyen barreras en la construcción del conocimiento social, con la esperanza de estimular la creación de un nuevo paradigma a largo plazo (Wallerstein 1999). Las ciencias sociales se han cerrado a la comprensión de la vida social y los métodos de estudio son más bien un obstáculo para acceder a la realidad, se trata de abrir el conocimiento ante las nuevas posibilidades (Wallerstein 1996).
La epistemología clásica en las ciencias sociales establecía un proceso lineal del acto de conocimiento. Concepción que viene desde la Ilustración, que escinde el sujeto del conocimiento social y su objeto de estudio. El sujeto del conocimiento actúa como una instancia pasiva, contemplativa y receptiva, únicamente recoge las características de la realidad, de manera pura, no influye en el objeto y tampoco es influido por el mismo. Divorcio radical entre ambas dimensiones del proceso cognoscitivo, que produce no sólo una completa cosificación del objeto social, el que aparece como algo exterior y material, sino, además, conlleva la opacidad del sujeto, lo despoja de cualquier atisbo de subjetividad en la construcción teórica del objeto, queda castrado sin capacidad de generar sentido en el objeto social. El resultado, unas ciencias sociales que mediante teorías, modelos, esquemas cognoscitivos sólo dan cuenta de la sociedad.
El conocimiento reflexivo, propugna no sólo el estudio y explicación de la sociedad, sino también señala cómo lo conforma y transforma a la misma. Ahora, lo central es conocer y comprender el conocimiento social y los efectos que genera en la sociedad. Esto implica que se tiene que elaborar otro conocimiento social que estudie la influencia de las disciplinas sociales en la realidad. En esta perspectiva, la reflexión de cómo las ciencias sociales afectan a la sociedad se incorpora al conocimiento, sobre todo se reconoce su rol fundamental en la formación del pensamiento social, lo que define a las ciencias sociales como unas ciencias de segundo orden.
Por consiguiente, las ciencias sociales son ciencias de segundo orden que tienen necesidad de un conocimiento nuevo, que tome en cuenta las implicancias del conocimiento del primer orden en el mundo social. El conocimiento de la sociedad no es sólo un acto de aprehensión de las características de la realidad exterior, de la forma como se manifiesta en la naturaleza. Más bien, el conocimiento social por su carácter reflexivo supone, además de conocer el objeto existente, que dicha realidad social se constituya y modifica por acción de la teoría social en el mismo proceso cognoscitivo. Ello implica que el mundo social no es sólo una estructura definida, sino también es producto y componente de una dinámica de estructuración del propio conocimiento.
En esta perspectiva, el reproche mayor que se hace a las ciencias sociales es que no han examinado las repercusiones de su propio conocimiento en la realidad social. Es decir, de qué forma los diagnósticos clásicos realizados por Marx, Durkheim, Weber, etc., cambiaron el propio curso de las sociedades y cuánto del objeto social se modificó por acción de la teoría social. Ahora, se le exige al conocimiento social en América Latina que, además de reflejar la sociedad, señale cómo lo influye, cómo complejiza la realidad en un proceso de interacción dialéctica. Cuando la sociología proyecta su luz sobre el objeto que estudia, el objeto se desplaza y modifica su contenido.
Superación del conocimiento eurocéntrico
Las raíces de la crisis del conocimiento en América Latina quizás se puedan explicar por los conceptos de eurocentrismo y colonialidad del saber que se vienen discutiendo con mucha profundidad en esta parte del mundo, en especial por los aportes de Aníbal Quijano (1997, 2001).
Dos mitos fundadores, según Quijano (2000, 211), están a la base del eurocentrismo. En primer lugar, la idea/imagen de la historia de la civilización humana como una trayectoria que parte de un estado de naturaleza y culmina en Europa. En segundo lugar, otorgar sentido a las diferencias entre Europa y no-Europa como diferencias de naturaleza (racial) y no de historia del poder. El evolucionismo y el dualismo, siendo los dos elementos del eurocentrismo, nos alertan sobre la reproducción académica, que es el espejo de estos dogmas. Este obstáculo, así, resulta la consecuencia legitimada", desde una supuesta objetividad del conocimiento y, además, desde una idea velada de superioridad civilizatoria y cultural.
El concepto central en esta perspectiva es el de colonialidad del poder propuesto por Aníbal Quijano. Para Quijano, con la conquista española y portuguesa de América, se constituyó un nuevo patrón de poder que era efectivamente mundial y que duraría más de cinco siglos. Este patrón de poder mundial tiene como fundamento la colonialidad porque no sólo se trató de una colonización económico-política, sino que estuvo atravesado por la idea de "raza", de acuerdo a la cual se establece la dominación y la clasificación social mundial de la población. Con la colonialidad del poder, las relaciones de explotación, dominación y conflicto se "racializan"; esto es, las relaciones de poder se naturalizan en la medida en que los dominantes se autodefinen como superiores y consideran inferiores a los dominados. Más aún, y este es el efecto más perverso de esas relaciones coloniales de dominación, los propios dominados se convierten en cómplices de su propia dominación al aceptar como legítima la supuesta superioridad biológica de los conquistadores. La colonialidad del poder, en este sentido, se convertirá en la forma de dominación más eficiente tanto en los aspectos materiales como intersubjetivos de la existencia social.
Así, modernidad y colonialidad aparecen como las dos caras del patrón mundial de poder actualmente vigente. La modernidad se presenta como la cara ilustrada y es considera como el proceso de creciente racionalización de los diferentes órdenes de la vida social. En ese sentido, expresaría lo nuevo y lo más avanzado de la especie; y donde la historia humana sería considerada como una trayectoria cuyo destino final estaría dado por la Europa Occidental que surge en el siglo XVI; proceso que constituiría el fin de la historia. La otra cara, la menos reluciente y que normalmente es ocultada, es la colonialidad; esto es, las relaciones de poder que se establecen entre lo europeo y lo no europeo sobre la base de la "raza", presentada como diferencias biológicas entre los seres humanos que hacen a unos superiores —los conquistadores— y otros inferiores —los colonizados; la colonialidad ha producido la transmutación de las condiciones de dominación —un hecho social— en jerarquías biológicas; esto es, en relaciones raciales. Lo que fue producto de la dominación colonial, se ha mantenido como colonialidad cuando las áreas colonizadas logran su autonomía jurídico-política; reproduciéndose las relaciones "raciales" de superioridad / inferioridad como la base sobre la que se sostienen las actuales estructuras del patrón de poder mundial.
Considerando a la colonialidad como el eje central de la estructura del patrón de poder mundial, Aníbal Quijano señala la existencia de tres componentes que le son constitutivos: el capitalismo, como el patrón universal de explotación social de todas las formas históricamente conocidas de control del trabajo, donde el capital las articula para producir mercancías para el mercado mundial; el estado, como forma universal de control de la autoridad colectiva, en donde el estado-nación es su variante predominante; y el eurocentrismo, impuesto en el mundo entero como la única forma legítima de racionalidad, en particular de la forma de producir conocimientos
La trayectoria histórica de las ciencias sociales en América Latina ha sido principalmente eurocéntrica. Tanto el origen como la mayor producción teórica de estas disciplinas se localiza en Europa. El eurocentrismo consiste en la forma de comprender la realidad de América Latina según las características y desarrollo particular de Europa. Se explica la realidad de nuestro continente a partir de categorías que fueron elaboradas para dar cuenta el mundo europeo, concepción que se transforma en una visión de alcance y validez universal. Es una perspectiva del conocimiento que se elabora desde el siglo XVI sobre los fundamentos de la colonización mundial.
La colonialidad del saber se refiere a las relaciones de poder, a la prolongación contemporánea de la dependencia que sustenta la modernidad en América Latina. No obstante que el colonialismo político fue cancelado, las relaciones en la cultura, en especial de la producción del conocimiento entre Europa y América Latina, sigue siendo de dependencia. La colonialidad del saber, que se impone a América Latina y al mundo subdesarrollado, es el otro aspecto complementario
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