Evaluacion

¿Para qué se evalúa?

La evaluación se debe implementar para mejora del proceso de enseñanza aprendizaje, no solo para demostrar que tan bien o mal se dan los resultados, la búsqueda es el aprendizaje de los niños no el hecho de evidenciarlos o castigarlos por una mala nota ya que esto no nos lleva a ninguna parte simplemente nos estanca en una etiqueta que los niños muchas veces se creen.

La evaluación de los procesos permite valorar y ajustar la planificación en base a los logros alcanzados para el desarrollo de las actividades o proyectos. Con todo el proceso realizado sobre la evaluación se puede registrar y hacer una observación permanente de los logros y necesidades individuales y grupales. Donde se realiza un registro que nos permite ver el proceso de los alumnos. ”La evaluación no se reduce a aplicación y calificación de pruebas, ofrece oportunidad múltiples de exponer y documentar lo aprendido” (Díaz Barriga F., 2004)

Se evalúa primordialmente para ver el grado de conocimiento de los alumnos, para ver los alcances que este tuvo y lo que se no ha quedado totalmente claro reforzarlo con diversas estrategias que brinden la oportunidad al docente de incluir a todos los alumnos.

Lamentablemente esto no es respetado desde una política educativa ya que esta se encuentra evaluando solamente los conocimientos teóricos que el alumno obtiene y por ende lo único que busca es obtener resultados cuantitativos que no tienen un impacto real en lo que se realiza constantemente en las aulas. Esto, nos menciona Freire en su libro “Cartas a quien pretende enseñar”, se debe primordialmente a que la evaluación es vista como forma de control y no se centra en las necesidades de los niños.

Existe una cultura de la evaluación enfocada a el aspecto cualitativo ende siempre se encuentra una calificación en juego, incluso cuando quieres cambiar la misma te cuesta trabajo por las creencias que como docentes llevamos a las aulas, por esos aprendizajes explícitos que marcaron nuestra vida escolar. He ahí la importancia de reflexionar sobre lo que hacemos para así cambiar las ideas erróneas que tenemos.

“Valorar implica la emisión de un juicio por parte del sujeto, lo que implica la presencia de subjetividad de parte de quien evalúa” (Marcia Prieto, 2007). Al momento de evaluar debemos evitar ser arbitrarios puesto que esto nos llevará a creer que lo único verdadero es lo que nosotros realizamos de la manera en que lo hacemos sin embargo, en muchas ocasiones los alumnos suelen tener métodos diferentes que los llevan a los mismos fines y no por ello quiere decir que hacen mal las cosas.

Desde una Educación Liberadora tratando a Paulo Freire, se debe tomar en cuenta que el aprendizaje es una construcción propia de parte del sujeto, y por ello no todos aprendemos lo mismo o de la misma manera. La educación tiene como fin potencializar el conocimiento del mismo, si no permitimos que esta diversidad se encuentre inmersa en el aula, nos encontraremos obstaculizando el aprendizaje de los alumnos y a su vez, alinearemos a los alumnos buscando crear personas sistematizadas que no tengan criterio propio.

Si bien es cierto que desde los planes y programas se está buscando esto, nosotros como profesionales tenemos la libertad de actuar de una manera diferente en el aula, y por ello debemos reconocer estas características para tomar decisiones que nos lleven por el camino correcto y logren que los alumnos obtengan aprendizajes significativos que satisfagan sus necesidades; sin quitarles esa esencia de ser individual y diverso.

¿Cuándo se evalúa?

La evaluación se debe dar de manera formativa y sumativa, la segunda primordialmente por las exigencias sociales y la falsa idea de que se debe otorgar una calificación para que la gente conozca el avance de los alumnos.

Desde la perspectiva Psicogenética se destaca que el alumno construye su aprendizaje a partir de esquemas cognoscitivos que al presentar desequilibrios son modificados. A partir de ello, se hace evidente la necesidad de realizar una evaluación diagnostica que nos brinde la información necesaria respecto a los conocimientos previos que los alumnos traen consigo a las aulas.

“El diagnostico nos permite activar los conocimientos al revelarlos de modo que se facilite el tender puentes cognitivos entre ellos y los nuevos conocimientos” (Elena L. Lucheti, Omar G Berlanda). Desde un paradigma cognitivo, debemos recordar que para crear estos puentes cognitivos debemos contextualizar los aprendizajes, para que así el niño encuentre la necesidad por aprender algo nuevo y esto no quede fuera de su alcance.

Además de ello, para crear estos desequilibrios debemos encontrarnos inmersos en este proceso todo el tiempo, ya que ello nos permitirá reconocer cuando un conocimiento ha llegado a los alumnos de una manera errónea y podremos corregirlo en ese momento.

Al finalizar determinado contenido podemos evaluar con una evaluación final que nos brindará el avance de los niños y a su vez dará pauta para revisar qué tan positivo ha sido el proceso para los niños, qué errores hemos cometido, en qué podemos mejorar y cómo llevar a los niños, que no han adquirido determinado conocimiento, a este fin.

No podemos continuar con un contenido nuevo que vaya a la par con el anterior si aún existen dudas, ya que los alumnos aprenden de manera integral y si no han comprendido algo será muy complejo que alcancen un aprendizaje nuevo.

¿Quién evalúa?

Antes se pensaba que el maestro era el único con derechos para otorgar un juicio respecto al trabajo que el alumno realiza, sin embargo este paradigma ha cambiado, puesto que ahora se exige que se haga uso tanto de la hetero- evaluación como de la co- evaluación y la auto- evaluación. Esta resulta positiva porque nos brinda más herramientas para otorgar una calificación y da la oportunidad al alumno de llevar un seguimiento de su avance propio, sin embargo no es aplicada por muchos profesores puesto que se corre

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