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Evaluacion


Enviado por   •  25 de Febrero de 2013  •  1.181 Palabras (5 Páginas)  •  281 Visitas

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La unidad del hombre es un problema cuyos aspectos sociales, políticos y éticos, no solamente

preceden a los aspectos científicos, sino que actúan, soterrada o abiertamente, en el corazón de la

problemática científica. Hoy, en la cultura occidental, hay algunas personas que están persuadidas

de que el concepto homo, es decir, la unidad del hombre, responde a ingenuas apariencias que la

mirada crítica disipa como humo. De hecho, la idea de unidad del hombre es una idea muy tardía y

muy frágil, corroída y disuelta sin cesar por el etnocentrismo y el sociocentrismo (1). Cuando

consideramos la noción de hombre, tanto en las sociedades arcaicas como en las sociedades

históricas, parece claro que depende de una doble consciencia. De una parte, todo «extranjero», a

los ojos de un grupo determinado, es percibido inmediatamente como hombre (2). Sin embargo, a

pesar de esta consciencia «natural» de especie, al lado de ella, y ocultándola, hay otra consciencia,

etno-sociocentrica, en virtud de la cual la noción de hombre se reserva solamente a los miembros

del grupo, siendo el extranjero otro. El extranjero puede ser considerado como un «espíritu» (ghost)

o/y como un dios, y esto, no solamente en las sociedades arcaicas, sino en numerosas sociedades

históricas (así los españoles que desembarcan en Perú oscilan a los ojos de los Indios, de manera

incierta, entre el estatuto de hombres y el estatuto de dioses). En las sociedades históricas, los

pueblos extranjeros fueron considerados, no como enteramente humanos, sino como humanos

inacabados, insuficientes, bárbaros. En el corazón mismo de las sociedades esclavistas e incluso en

la Grecia de Aristóteles, el esclavo, aunque era anatómicamente hombre, no era psíquicamente

humano, no era más que un «útil animado». Hoy, incluso cuando está presente en la cultura escolar,

la idea de unidad de la especie humana es frágil, por no decir epifenoménica. Los conflictos entre

naciones, grupos, individuos nos muestran que muy rápidamente el otro, el enemigo, se convierte en

un «perro». Los epítetos de «rata», «víbora», «cochinilla», «bestia inmunda», las reducciones

despreciativas e insultantes que identifican al otro con el animal e incluso con la materia

excrementicia nos revelan que la expulsión del hombre fuera de la humanidad está estrechamente

ligada a todo fenómeno de enemistad, de conflicto, de desprecio.

Sería interesante seguir los avatares del concepto de hombre, en las mitologías, las filosofías y las

literaturas de las diversas civilizaciones, y comparar sus diversas acepciones. Cuando prestamos

atención a la literatura occidental, podríamos quizás constatar cómo la idea de hombre, en principio

siempre universal en su extensión, es, por el contrario, estrictamente particularista en su

comprehensión: La Bruyère cree describir al hombre «en general», describe de hecho algunos tipos

humanos del siglo XVII francés. No obstante, a la inversa, lo universal puede revelarse en lo

particular. La idea de Montaigne, según la cual sumergiéndose introspectivamente en sí mismo, se

descubre toda la «condición humana», está estrechamente ligada a la idea de que lo que parece

evidente y universal hic et nunc debe ser relativizado mediante la confrontación con lo que parece

evidente y universal en otro lugar y otro tiempo. La idea de hombre surge a la vez del examen

subjetivo y del examen objetivo de las diferencias de opiniones, creencias, costumbres, etc.

Montaigne, adelantándose a muchos de los filósofos o científicos modernos, comprendía que la

unidad del hombre es de naturaleza a la vez subjetiva y objetiva, y no puede ser disociada de la idea

de pluralidad de las culturas.

La idea de la unidad del hombre se afianzó y afirmó en y por el humanismo. El humanismo funda al

hombre aislándolo de la naturaleza y autonomizándolo en el derecho; el hombre es autosuficiente y

adquiere su legitimidad y su fundamento en la (su) Razón: homo sapiens quizás surgió de la

naturaleza, pero, por su sapiencia, escapa a esta naturaleza. El hombre es el ser supremo, superior,

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