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Exprecion Oral Y Escrita


Enviado por   •  8 de Enero de 2014  •  809 Palabras (4 Páginas)  •  578 Visitas

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CON CARA DE PÁJARO

Lautaro Gordillo

-Bolivarense, 1925-

Era un muchachito esbelto y pálido, con dos grandes ojos soñadores que le comían la

cara, pelo ensortijado e indómito, y un aire atractivo que hacía pensar: “Este chico ve

más allá de sus narices”.

Su madre le había regalado, haciendo ahorros de su modesto sueldo de lavandera, un

cajón de lustrabotas que era un tesoro: pintado de azul, con su huella única de caucho

sobre el lomo y ese arsenal de botellas, cepillo, betunes y franelas que él se empeñaba

en conservar limpias a toda costa. Por supuesto, no obtenía así ningún provecho y

era el dolor de cabeza de la madre: él prefería conservar su cajón como oro en polvo.

Lo limpiaba, ordenaba por tamaños y colores los frascos de tinta y las cajas de betúnsegún el brillo de cada una. Las franelas, dobladas, parecían banderas esperando el

día de fiestas.

Cuando su madre le regañaba y le daba uno que otro coscorrón, con suave energía, él

replicaba: “Mamita: se va a poner todo tan feo cuando empiece a lustrar”. Y postergaba

día a día el momento de comenzar.

Para sus amigos, Pepe era “El Golondrina”. Le habían puesto ese nombre un poco

por el aspecto delgaducho y vestido de negro, gracias a la oscura caridad de algún

tío empleado en la funeraria; otro poco, porque el muchacho tenía una habilidad

fantástica para el salto y parecía siempre dispuesto a volar.

Para él, barandas, escaleras, árboles y tapiales eran simples trampolines para llegar

casi hasta las estrellas. Y lo hacía con tanta gracia, ¡como una golondrina! Un día en sus

correrías dominicales, sus amigos le vieron dar tal salto del muro del cementerio abajo,

que creyeron que no le encontrarían con vida. Pero al llegar, anhelantes, después de

haber cruzado la puerta, le encontraron que repetía su hazaña como si volara.

Ese era el problema de Pepe Golondrina: había nacido con una obsesión que le

cosquilleaba el alma. Si dormía, soñaba que volaba; al bajar una escalera, le bastaba

dar un pequeño impulso y su cuerpo se hundía en el aire como una flecha; saltaba, y

desde arriba podía ver las cúpulas de las iglesias, verdes como limones partidos. Las

gentes se le hacían diminutos duendecillos; los ríos como hebras de seda; los árboles

como motas de terciopelo.

A Pepe Golondrina le gustaba el día, porque podía correr de un lado a otro, dando

grandes brincos, con su cajón en bandolera. Todos los pretiles altos del barrio le

parecían

...

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