FENÓMENOS DE CONSERVACIÓN CADAVÉRICA

FENÓMENOS DE CONSERVACIÓN CADAVÉRICA

Introducción

Desde que se produce la muerte, se suceden en el cuerpo una serie de procesos físico-químicos que lo destruyen y descomponen, llamados fenómenos de putrefacción cadavérica. Sin embargo, dicha actividad puede verse interrumpida por distintos factores que tienden a conservar el cuerpo. La tanatoconservación es la parte de la tanatología que se encarga de estudiar los procesos que ocurren en un cadáver y que permiten su preservación. Los fenómenos de conservación pueden impedir el inicio de la putrefacción o detener su evolución, y su desarrollo está íntimamente relacionado con las condiciones medioambientales y factores endógenos propios de cada individuo.

En cuanto a su clasificación, los mismos pueden ser naturales o artificiales, según sean producto de los procesos físico-químicos que ocurren en el cuerpo o como resultado de la acción humana.

Conservación natural

Los procesos naturales son fenómenos cadavéricos tardíos. Dentro de esta clasificación, se encuentran la momificación, la adipocira o saponificación, la congelación, la corificación, la petrificación o calcificación, y la fosilización. De todos ellos, sólo la congelación evita el inicio de la putrefacción. El resto de los procesos solo frenan su desarrollo.

La momificación

Se trata de la desecación del cadáver por evaporación del agua presente en los tejidos. Para que esta se de deben darse ciertos requisitos de aireación constante, altas temperaturas y sequedad ambiental, así como también, la topografía del suelo debe resguardar el cadáver. Es favorecida en suelos desérticos y calurosos; así como también en zonas de alta montaña y gran ventilación.

El proceso se inicia con la deshidratación del cuerpo, originada por evaporación de la superficie, la cual detiene la actividad bacteriana. Como consecuencia se produce un desecado progresivo de la piel quedando pegada al esqueleto, dura y elástica. Los órganos internos también se desecan y disminuyen su volumen notoriamente. El cuerpo toma un color oscuro, amarronado, pierde peso y volumen y se torna tieso y quebradizo.

Este fenómeno se presenta por lo general a partir del sexto mes post mortem, pudiendo desarrollarse hasta un año después de la muerte y una vez comenzado el proceso dura un periodo de 1 a 12 meses, según el ambiente y el volumen corporal. En condiciones favorables dura entre 4 y 6 meses. Se inicia en partes expuestas, tales como pabellones auriculares, nariz, manos y pies. Puede ser total o parcial.

Se da mayormente en los recién nacidos por las pocas bacterias del aparato digestivo, en cuerpos delgados y aquellos que sufrían de diarrea o alguna intoxicación ante-mortem.

Con este fenómeno se torna dificultoso datar la muerte, así como también la causa de la misma, si esta fue por lesiones viscerales. Sin embargo, permite la identificación y la observación de traumatismos mucho tiempo después, ya que se conservan las formas exteriores. A su vez, se pueden diferenciar las momias recientes, porque son más pesadas que las antiguas o livianas. Sin embargo, cabe aclarar que muchas veces se producen acortamientos o contracción de la piel por las soluciones de continuidad que se forman y dejan estructuras similares a heridas o erosiones, especialmente en rodillas, cuello y hombros.

Adipocira o saponificación

Es la transformación de la grasa del cadáver. Exige requisitos opuestos a la momificación, ya que en este caso debe existir humedad y ausencia de ventilación, así como también grasa en el cadáver. Debido a enzimas bacterianas, la grasa del tejido celular subcutáneo por hidrólisis se saponifica, es decir, se convierte en jabón, siendo esto un escudo protector viscoso que en contacto con el aire se convierte en algo duro, granuloso y de color gris blanquecino, retardando así la destrucción del cuerpo. De todos modos, puede adoptar distintos colores desde rosado o rojizo hasta el gris verdoso, debido a su tinción con sangre u otros productos de la descomposición.

Este fenómeno sucede de afuera hacia adentro, primero en aquellas partes más grasas. Los órganos internos continúan con el proceso de putrefacción ya que muy difícilmente son alcanzados por este fenómeno. Es muy común que sea de forma parcial e irregular.

Generalmente se da en cuerpos sumergidos en agua estancada de poca profundidad o sepultados en suelos húmedos. También es común en enterramientos múltiples.

Habitualmente se observa entre los 3 y 4 meses post-mortem, pudiendo completarse entre 1 y 2 años después. Puede mantenerse durante varios años. En los recién nacidos, puede terminar de formarse a los 6 o 7 meses. En fetos menores de 7 meses no se produce este fenómeno, por el tipo de grasa que poseen.

Suele iniciarse en glúteos, mejillas y manos; y es común en niños, obesos y algunas personas con intoxicación alcohólica.

En este caso también es posible identificar las lesiones ante y post-mortem, especialmente orificios de entrada de proyectiles, heridas por armas blancas e improntas de lazos por ahorcaduras o estrangulación. También es posible la identificación por toma de huellas dactilares o palmares.

Corificación

Este fenómeno se caracteriza por el aspecto de cuero recién curtido que adquiere la piel del cadáver. Fue descrito inicialmente por Dalla Volta en los cadáveres inhumados, encontrados en ataúdes de zinc y plomo, sellados y soldados. Es decir, se da en ambientes herméticos. Debido a la ausencia de oxígeno se detiene la putrefacción por parte de las bacterias aeróbicas, y la piel toma un color gris y consistencia de cuero recién curtido y desnutrido, ya que el tejido celular subcutáneo, la musculatura y las vísceras reducen su volumen considerablemente. Algunos autores, la consideran una forma incompleta de adipocira. Se diferencia de la momificación por ser mas flexible y suave.

La corificación se presenta entre el fin

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