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FUNDAMENTOS DE LA “EDUCACIÓN EN VALORES” EN LA OBRA DE MARÍA GUADALUPE RAMOS


Enviado por   •  10 de Febrero de 2016  •  Ensayos  •  3.637 Palabras (15 Páginas)  •  151 Visitas

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RESUMEN

Este trabajo es un ensayo sobre el problema de la educación en valores como tema central de las propuestas educativas y axiológicas de la Profesora Ramos. Este artículo es una breve presentación de las ideas fundamentales de la ética trascendental en función de la educación de la persona en todas sus dimensiones antropológicas, principalmente como ser espiritual y creyente en Dios Padre, como marco del sentido de la vida del hombre y de la humanidad, más allá de la superficialidad consumista que se presenta actualmente como horizonte del “éxito” personal  centrado en la lucha por el poder, el placer y el tener como los valores sociales y antropológicos que promueve la cultura de la competencia contra todos y que  olvida precisamente  los valores que unifican al ser humano. Las propuestas de Ramos promueven los valores del encuentro, del amor y de la fe en el hombre y en Dios como verdadero horizontes del sentido de la existencia.

FUNDAMENTOS DE LA “EDUCACIÓN EN VALORES” EN LA OBRA DE MARÍA GUADALUPE RAMOS

Al pensar en una alternativa de propuesta social y de sentido de la existencia personal, dentro del marco de este siglo que comienza, la cuestión moral surge en un primer plano. Por tanto, antes de entrar en los problemas políticos, económicos y educativos, se hace necesario situarse antes las opciones ontológicas, ya sea desde un mundo fundamentado en lo trascendente, o un universo material reducido a su inmanencia, como fundamento de la existencia moral. Es decir, la moral: las opciones axiológicas y la vivencia de los valores, responden a fundamentos ontológicos, que determinan el sentido de la existencia personal y el sentido teleológico de los proyectos sociales.

De hecho, el tema de los valores, y en consecuencia, la educación en valores, por lo menos, suponen opciones ontológicas trascendentes o inmanentes que la fundamentan. Este fundamento ontológico está presente en todo el sistema educativo que se propone.

Así, entre los temas más necesarios que se presentan en el área de la educación, destacan los referentes a las propuestas  en torno a la reflexión acerca de la posibilidad de la “Educación en Valores”, que sería el modo existencial cotidiano de reflexionar sobre el verdadero sentido de la vida personal y social como búsqueda de lo que Guadalupe (2001) presenta como  “reflexión sobre la propia vida”:

La educación pasa también por una crisis que más de valores, es de desvalorización, como la sociedad en la que tiene su marco referencial. Se vive hacia fuera, asomado al mundo de las cosas, olvidados de buscar los valores que, en cada una de esas cosas, hechos y personas existen y conviven. El hombre moderno vive más hacia fuera, que interiorizando los hechos, pensando más tecnológicamente que humanamente. Son los signos de la postmodernidad; rapidez, innovación, poca reflexión sobre la propia vida” (p.247)

En lo esencial,  la dimensión moral del hombre ha sido un elemento determinante en la historia del pensamiento y de la cultura de los pueblos occidentales. Así, pues, desde el nacimiento de nuestra cultura en la antigua Grecia, la ética surgió como la reflexión filosófica acerca de las razones que fundamentan  las diferentes opciones de marcos morales, que se propusieron como razones del sentido de la vida y, de modo especial, de la práctica política y de la estructura total de la sociedad.

De manera, que toda reflexión que se realice como fundamento de una moral propuesta, presenta de manera implícita o explícita   una concepción antropológica  dentro de una opción trascendental o inmanente  como razón de la existencia. En otras palabras, la ética fundamenta el modo concreto de vivir y entenderse como seres humanos.

Sin embargo, la construcción de una consciencia sobre el sentido de la vida y de las opciones morales no se da en modo automático, ni en dirección lineal, sino en una relación existencial, concreta y compleja, a través de un proceso de socialización o de educación. Las concepciones éticas, antropológicas, ontológicas y epistemológicas se construyen en estrecha relación compleja, como la vida misma, en función de la felicidad existencial.

De hecho,  según Guadalupe (2004) :  “La felicidad es para quien sabe vivir, la fuente de valores que sin duda alguna se transmitirán con la propia vida (…) Si supiéramos mirar siempre al cielo, terminaríamos por tener alas” (p.183) En lo esencial, la concepción antropológica que fundamenta las diferentes posturas éticas, determina la moral concreta que se plantea como camino ideal del hombre y de la humanidad, pero, además, se da esa relación en sentido contrario. En las opciones filosóficas y existenciales no se dan las relaciones matemáticas, lógicas y racionales de “causa y efecto”, sino la complicada construcción en la vivencia cotidiana de un proyecto de vida con sus aciertos y errores.

Por  tanto, la comprensión de un texto de Ética o de Moral, tendría que realizarse desde la hermenéutica, entendida como interpretación del sentido de la vida que el autor propone, lo que sugiere el análisis de los fundamentos ontológicos, antropológicos, epistemológicos y morales que se encuentran como pilares de las propuestas éticas, es decir, la comprensión de las propuestas éticas de un autor, se construye desde el análisis filosófico y existencial de las mismas.

En efecto, es innegable el hecho de que estamos viviendo en una sociedad sin brújulas claras en cuanto al sentido moral de la existencia. En efecto, estamos sumergidos en un agujero de incertidumbre y de relativismo fundamentados en la supuesta “libertad individual”. Así, pues,  los grandes mensajes de carácter religioso y los sistemas  de naturaleza ideológica, se encuentran en crisis, o por lo menos, en lo que se refiere a la vida concreta de las personas, han perdido su influencia orientadora.

En la cultura occidental se está viviendo una época de incertidumbre moral, en donde el hombre se siente como arrojado a un mundo desconocido y sin reglas de vida, tendiente al vacío y al absurdo existencial. Este hecho de la crisis en cuanto al sentido de la vida es perturbador y conlleva al hombre  a hundirse en un mundo de hambre y muerte para la mayoría y de consumismo absurdo para la minoría. Pero, en fin, es el absurdo quien devora la existencia del ser humano al comienzo del nuevo milenio.

El síntoma más evidente que nos muestra el nivel de crisis de la sociedad del siglo XXI,  se encuentra en el “relativismo absoluto” que se propone y vive como solución, o como opción desesperada ante el problema del sentido de la vida, dentro de una concepción de la libertad absoluta del individuo, el cual es interpretado como una mónada, o si se prefiere, como una abstracción, una idea solitaria e independiente en sí misma, y por lo tanto inexistente.

Sin embargo, el hombre es relación en sí, desde que es concebido hasta la muerte, la persona es un sujeto con identidad y personalidad propia, pero, esencialmente en relación con los otros. De ahí, que la vida es compromiso social.

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