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Facetas del Aleph. El laberinto y la eternidad. La voz narrativa y la metaliteratura.


Enviado por   •  13 de Junio de 2016  •  Ensayos  •  3.533 Palabras (15 Páginas)  •  249 Visitas

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En este trabajo vamos a analizar desde diferentes puntos de vista el cuento de “El Aleph” de Jorge Luis Borges. Este cuento fue publicado por primera vez en la revista “Sur” en 1945. Cuatro años más tarde, en 1949, apareció en una recopilación de cuentos con título homónimo en la editorial Emecé de Buenos Aires.

Facetas del Aleph.  El laberinto y la eternidad. La voz narrativa y la metaliteratura.

El estilo narrativo de J.L.Borges en El Aleph

        J.L.Borges es uno de los grandes autores de cuentos del siglo XX. Toda su producción literaria está centrada en este subgénero. Tras 20 años de su desaparición, su literatura está hoy más vigente que nunca, sobre todo en la cultura occidental. La abundante crítica sobre su obra hace que lo conviertan en un "clásico" ya que sus textos cumplen con una de las definiciones del término postuladas por él mismo: "Clásico es aquel libro que una nación o un grupo de naciones o el largo tiempo han decidido leer como si en sus páginas todo fuera deliberado, fatal, profundo como el cosmos y capaz de interpretaciones sin término" (OC II: 151).

        En este texto podemos encontrar ciertos rasgos típicos de su estilo narrativo. En cuanto a la figura del narrador, encontramos un narrador omnipresente, es decir,  la voz del narrador está constantemente presente. Son escasos los diálogos y los monólogos frente al uso de la tercera persona, el estilo indirecto y el estilo indirecto libre. Además, una particularidad de este cuento es su extensión, es opuesto a la de casi todos los cuentos ya que es bastante extenso. Es frecuente que los cuentos de Borges contengan dentro de sí sucesivas historias, dando lugar a narraciones enmarcadas. Por ejemplo, en El Aleph, la historia y muerte de Beatriz da pie a las visitas del narrador a sus familiares, a la relación con Carlos Argentino Danieri, a la trama literaria y, finalmente, al conocimiento del Aleph. Como elementos característicos en los cuentos de Borges, podemos hallar también en El Aleph, la presencia de ironía, un juego constante de lo fantástico y juegos poéticos.

        Por otro lado, nos gustaría analizar las reflexiones que el propio sujeto hace sobre en el lenguaje. Es común en los cuentos de Borges que el sujeto se convierta en lingüista o en filósofo de la lengua y haga interesantes reflexiones sobre la naturaleza del lenguaje. En El Aleph, escribe Massuh, "los rasgos autobiográficos del narrador en primera persona, permitirán interpretar el texto como una manera implícita de teorizar acerca de ciertos problemas del lenguaje que atañen al mismo Borges" (1980: 96). El cuento muestra dos concepciones opuestas del lenguaje. Una es la representada por Carlos Argentino Daneri, quien posee en el sótano de su casa un Aleph, "uno de los puntos del espacio que contienen todos los puntos" (187). Daneri es bibliotecario y escritor: "Su actividad mental es continua, apasionada, versátil y del todo insignificante. Abunda en inservibles analogías y en ociosos escrúpulos" (177). Según el sujeto de la enunciación la obra de Daneri es un "pedantesco fárrago" (185) y parece "dilatar hasta lo infinito las posibilidades de la cacofonía y del caos" (186). Carlos Argentino cree en el poder de la palabra y el objetivo de su obra es "versificar toda la redondez del planeta" (181).

        Mínguez (1994) analiza la otra posición, que es la representada por el narrador, un escritor llamado Borges que no parece tener en muy buena consideración a la literatura: 'Tan ineptas me parecieron esa ideas, tan pomposa y tan vasta su exposición, que las relacioné inmediatamente con la literatura" (178), "Quizá los dioses no me negarían el hallazgo de una imagen equivalente, pero este informe quedaría contaminado de literatura, de falsedad" (191). En principio es sorprendente que un escritor pueda despreciar la literatura, pero luego comprendemos que este desprecio está provocado por una falta total de fe en el lenguaje.

        El escritor se presenta a sí mismo como un sujeto de baja competencia modal, incapaz de describir con palabras la simultánea realidad exterior: "Lo que vieron mis ojos fue simultáneo: lo que transcribiré, sucesivo, porque el lenguaje lo es" (192). Es interesante destacar el análisis que realiza Massuh (1980:116): La primera limitación del lenguaje es, por tanto, de índole temporal. Esta nostalgia de trascender la sucesión temporal es una necesidad lingüística, es la necesidad de encontrar una palabra como el Aleph, un significante capaz de contener la mayor cantidad de significados de modo instantáneo.

        Tras este análisis, podemos observar los problemas de Borges intentando describir el Aleph y el problema de cualquier sujeto que produce enunciados. Y coincidimos con la conclusión a la que llega Mínguez (1994):

        La palabra, el simple hecho de enunciar algo, contamina la realidad que intentamos designar,         porque el lenguaje es una forma de engaño, es una creación que está en lugar de una realidad         inalcanzable, una invención que el hombre cree dominar y con la que cree poder dominar el         entorno.

        Este es precisamente el problema filosófico que nos plantea Borges. En palabras de Barrenechfia, "La filosofía le enseña a dudar de las palabras y, a la inversa, la desconfianza en el lenguaje —que es una ordenación del mundo— le hace descreer de la metafísica y de la posibilidad de encontrar un orden en el universo" (1976: 231).

Trabajo de “El Aleph”

El cuento está narrado en una primera persona que por una parte se puede considerar ficticia y por otra permite al lector asociarlo con el propio autor. Se podría considerar una personificación ficticia del autor, esto permite introducir detalles irreales que pueden ser considerados verosímiles por el lector: “Al decir que el personaje se llama Borges, de inmediato se establece una asociación a la idea de las características físicas y mentales de las que tenemos conocimiento posee el Borges real. El lector duda entre lo real y lo ficticio del personaje.” (García 2013). Por otro lado para conseguir que la ficción cobre peso en la realidad de la mente del lector, Borges recrea “falsas confesiones autobiográficas” (Rey 2008).

 Borges juega con elementos del lenguajes para crear una ilusión de realidad y transformar lo irreal en verosímil. Para crear esta versomilitud posible a través del lenguaje Borges juega con cuatro factores.

La combinación de los valores de la manisfestación y de la inmanencia da como resultado cada una de las figuras que forman el sistema de la veridicción:

  • La verdad: lo que parece y es.
  • La falsedad: lo que ni parece ni es.
  • El secreto: lo que es pero no parece.
  • La mentira: lo que parece pero no es. “ (Arranz 1994)

También crea la ilusión de realidad a través de un juego de asociación de elementos y acciones a través de la narración. Se conoce esta técnica como juego de cajas chinas, ya que se usa el lenguaje para descubrir otra situación que nos encamina hacia la finalidad del texto que el autor desea.

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