Fenómenos Institucionales

Los fenómenos institucionales han adquirido una importancia cada vez más central en los debates públicos. Expresiones como estabilidad institucional, calidad institucional, deslealtad institucional, marco institucional, debilidad institucional, crisis institucional, desarrollo institucional, fortalecimiento institucional, salida institucional, cambio institucional, cultura institucional, etc., son frecuentes hoy en boca de políticos, periodistas y analistas de los acontecimientos públicos.

La expresión ‘institución’ es conocida desde hace tiempo en ciencias sociales, y quizás sea en el campo del derecho donde cobró relevancia inicial, para luego aparecer en la antropología, la ciencia política, la sociología y, últimamente en la economía. Sin embargo, la percepción pública de su importancia es bastante más reciente.

¿Qué son las instituciones? Las instituciones son patrones de conducta que adoptan los grupos humanos en la búsqueda por resolver sus necesidades básicas o intereses. (1) Un estudio acerca del uso del término ‘institución’ en ciencias sociales, realizado a comienzo de los 60 () identificaba algunas notas comunes en el uso del término institución:

a. las instituciones son parte de nuestra cultura: cada cultura define las acciones humanas que son deseables, o indeseables, las que son adquiridas por aprendizaje y compartidas por los miembros de una sociedad. Definen los «se debe», los «hay que», los «se tiene que» y los «no se debe», así como lo que es permitido y no permitido.

b. las instituciones son pautas de comportamiento dotadas de cierta estabilidad y persistencia.

c. las instituciones son funcionales: sirven para el «cumplimiento de un objetivo», «satisfacción de necesidades», «complemento de normas sociales», «controles sociales», «instrucciones», «guía de personas» e «impone límites sobre el comportamiento», etc.

d. las instituciones implican cierta coerción: conllevan códigos sancionatorios para las violaciones o apartamientos de las pautas, sin requerir de recompensas por el comportamiento conforme a las normas, aunque también establecen premios.

Los recientes desarrollos de pensamiento institucional en el campo de la economía asocian todo ello con la noción de eficiencia. De tal manera, se observa cuán eficientes pueden ser las sociedades basadas en la confianza, en la cooperación, o que respetan espontánea-mente las reglas, etc. De ahí que para las ciencias sociales la noción de institución presenta actualmente un gran interés, porque ‘lo institucional’ se ofrece como una zona de trabajo interdisciplinario muy prometedor. Gracias a ese campo de encuentro interdisciplinario, se ha podido elaborar hipótesis teóricas que vinculan categorías de la economía y el derecho, o de la política y el derecho, o del derecho y la antropología, etc.

En particular, en los últimos 20 ó 30 años han aparecido investigaciones que corroborarían la hipótesis de que la estabilidad y seguridad de las instituciones jurídicas está fuertemente asociada con el desarrollo económico, la inversión extranjera, etc. Estas tesis han sido adoptadas como marco teórico por muchos programas de los organismos internacionales de crédito y en la agenda de la cooperación internacional. Así, en las décadas de los 80 y los 90, se desa-rrollaron vastos programas de fortalecimiento institucional de los sistemas judiciales en América Latina, y hoy se incluye la adopción de políticas de técnica legislativa como parte de programas de cooperación internacional.

Nuestro país adoptó un modelo de estabilidad y responsabilidad institucional antes que la teoría estuviera desarrollada académicamente, más como una exigencia de moral política que otra cosa. La propia circunstancia de haber nacido como país fruto de un acto de ingeniería institucional internacional, parece habernos comprometido genéticamente a preservar esos valores, por encima del recurso a la fuerza, la astucia o la mendicidad internacional. Todo uruguayo sabe que la preservación de su estilo de vida está asociado, tanto en lo interno como en lo externo, como un mandato cultural, al respeto de las instituciones. Sin embargo, hace mucho tiempo que nuestro país no revisa sus criterios básicos de comportamiento institucional,

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