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Filosofia


Enviado por   •  28 de Junio de 2014  •  4.784 Palabras (20 Páginas)  •  185 Visitas

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PRESENTACIÓN

Este curso tiene la intención de ofrecer una visión introductoria de la filosofía. En él se estudiaran los siguientes temas: las características del pensamiento pre filosófico, la constitución del pensar filosófico, la idea general de la filosofía, los métodos de la filosofía y la metodología de la historia de la filosofía.

1. ANTECEDENTES DE LA FILOSOFÍA

La filosofía es un quehacer esencialmente humano a través del cual se busca explicar y transformar la totalidad. No obstante, éste no ha sido el único camino empleado por el hombre para realizar tal propósito. Junto a la filosofía y aún antes de su surgimiento, se han desarrollado formas de pensamiento no filosófico que merecen ser estudiados en toda su complejidad, tanto por su cercanía al actuar cotidiano de los individuos como por su importancia en las concepciones sustentadas por éstos dentro de una sociedad determinada.

En este capítulo se presentan los rasgos distintivos de tres formas de pensamiento no filosófico: el mito, la religión y el sentido común. Se ofrecen también los cambios operados por el pensamiento filosófico frente a la tradicional manera de pensar mítica.

I. EL PENSAMIENTO PREFILOSÓFICO

Dentro de las distintas actividades humanas, la constitución del pensamiento filosófico no ha ocurrido de una manera espontánea.

Esto quiere decir, que su gestación se encuentra precedida por otro tipo de explicaciones dadas por el hombre en su afán de dar respuesta a diversos problemas, preocupaciones, interrogantes, intereses, etc., inherentes a su existencia.

Estas soluciones normalmente han estado en correspondencia con las actitudes (mítica, práctica y otras) que el hombre ha asumido frente al mundo, y su aceptación o validez ha estado apegada a las circunstancias propias de la realidad.

El pensamiento pre filosófico posee sus propias características, las cuales lo distinguen del pensamiento filosófico y científico. En tal sentido, es oportuno hablar separadamente de sus formas, ya sea mítica, religiosa o práctica

1. La actitud mítica

A través del mito, el ser humano ha encontrado respuestas a múltiples inquietudes que sobre sí mismo y sobre el mundo le han sido planteadas por el solo hecho de vivir. Esto es, ha encontrado en él las verdades que le ayudan a vivir.

Al mito podemos considerarlo como relato o como sistema de vida. Como relato, puede hablarnos de los orígenes del universo y del hombre, de la dependencia del hombre de la naturaleza, de las divinidades, de los héroes, etc.

Como sistema de vida, el mito nos lleva a la valorización de los patrones de conducta y las respuestas vivenciales que por él son determinadas.

El mito tiene una vigencia social: tiene su origen y su sentido en el marco de un grupo humano, que es precisamente quien determina sus modalidades, su forma.

Los antiguos, vieron siempre al hombre como parte de la sociedad y a ésta como inmersa en la naturaleza; dependiendo de las fuerzas cósmicas. Para ellos no había oposición entre la naturaleza y el hombre y, por tanto, no existía la necesidad de aprehenderlos siguiendo modos de conocer diferentes.

Los fenómenos eran concebidos, en general, en relación con la experiencia humana, y ésta a su vez, era referida a los acontecimientos cósmicos.

En el pensamiento antiguo, la especulación tenía posibilidades ilimitadas para su desarrollo debido a que no tenía las restricciones que implica una indagación científica de la verdad (metódica) y a que el dominio de la naturaleza no se distingue del dominio humano.

En la lógica del pensamiento creador de mitos, las ideas no son autónomas, sino que están inmersas en la peculiar actitud mostrada hacia el mundo de los fenómenos, y en cuanto a esto, hay que aclarar que cuando los investigadores han presentado testimonios de que el hombre primitivo tenía un modo prelógico de pensar, se refieren, probablemente, a las prácticas mágicas y religiosas.

Si tratamos de definir la estructura del pensamiento creador de mitos y de compararlo con el pensamiento científico moderno tenemos que: este último se caracteriza por la distinción entre lo subjetivo y lo objetivo, y es precisamente en esta distinción sobre la que se basa el procedimiento crítico y analítico por medio del cual el pensamiento científico reduce progresivamente los fenómenos individuales a acontecimientos típicos sujetos a leyes universales.

En la experiencia primitiva no hay lugar para un análisis crítico semejante, para él carece de significado la distinción entre el conocimiento subjetivo y el objetivo.

El pensamiento primitivo reconoce naturalmente la relación de causa a efecto, pero le es imposible concebir la causalidad como una operación impersonal, mecánica y sujeta a leyes.

Los dioses, como personificación de las fuerza naturaleza, satisfacen las necesidades del hombre primitivo de encontrar causas que le expliquen el mundo de los fenómenos.

Para el pensamiento creador de mitos, la vida del hombre y la función del Estado se encuentran encajadas en la naturaleza, y los procesos naturales son afectados por los actos del hombre, del mismo modo que la vida humana depende de su integración armoniosa con la naturaleza.

Para la conciencia mítica la realidad es todavía homogénea e indiferenciada, por tanto, no existe ninguna delimitación fija entre lo meramente representado y la percepción real, entre deseo y cumplimiento, entre imagen y cosa, entre el mundo del ser inmediato y el mundo de la significación mediata.

La actitud religiosa

A través de la actitud religiosa el creyente fundamenta su existencia en el mundo y también, por lo menos en muchas de las religiones, vive en función de una existencia futura, más allá de la muerte.

Su vivir presente o mundano, es generalmente preparación para el vivir futuro, en donde obtendrá premio o castigo según sea el caso.

La religión es religación, lazo de unión entre el hombre y su Dios. Esta religación puede enmarcarse dentro del mito, puede ir más allá del mito por medio de la búsqueda racional de la coherencia del dogma, tal y como lo hace la teología; o por medios del concepto antideterminista del libre albedrio; o incluso por

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