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Geoge Bataille Estudio De Lascaux


Enviado por   •  18 de Enero de 2013  •  8.680 Palabras (35 Páginas)  •  574 Visitas

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1.

Pareciera que la pintura rupestre de Lascaux no responde a ninguna intención artística, aun así, un recorrido por todas sus diferentes galerías resulta obligatorio para la enseñanza de la historia del arte, más que obligatorio, Lascaux ha sido el punto de partida irrefutable.

Las teorías más consolidadas y respetadas aseguran que las pinturas rupestres de Lascaux responden a órdenes místico-religiosas. La sobreposición de las figuras y la ausencia de utensilios, señala, que estos lugares poseían una exclusividad sacra y que las pinturas forman parte de una serie de rituales para asegurar la caza, o mejor dicho, eran la caza misma. Sin embargo, hoy ocupan un lugar en los libros y enciclopedias de historia del arte, por el simple hecho, de que son arte. Producir un ejercicio de subrayado sobre las visiones que las múltiples «Historias de Arte»1 ejercen sobre Lascaux, será uno de los primeros objetivos de este capítulo, no sin antes advertir que consistirá en un trazado de escritura perversa2. Este subrayado no se podrá generar sin mencionar el respaldo que proporciona el texto de Foucault: Nietzsche, la genealogía, la historia3, el cual también abordaré.

Un segundo objetivo será revisar la escritura que ha generado George Bataille en su texto: Lascaux o El nacimiento del arte4. Contradictorio, en muchos de sus fragmentos, con el cuerpo dominante de las «historias del arte», el texto sin duda es el más placentero de todos, y aunque resulte paradójico, renunciando al rigor de la ciencia, Bataille ha concebido el más lúcido. “La certeza triunfa sobre una realidad inexplicable, de alguna forma milagrosa, que reclama atención y lucidez”5

El presente de Lascaux, debido a su clausura y su clonaje no deja de ser problemático, y por lo tanto, ineludible. La construcción de un facsímile situado a doscientos metros de la cueva original, aun siendo una decisión política puede ser leída simbólicamente. Tal ejercicio cierra este capítulo.

2.

Se podría indicar sobre dos fechas distintas el nacimiento de las pinturas rupestres de Lascaux. Una primer fecha de manera precisa: el jueves 12 de setiembre de 1940, cuando cuatro adolescentes, en la colina que domina el pueblo de Montignac6, se deslizaron por un hoyo -ocasionado por la caída de un pino años antes-, para descubrir las abundantes pinturas prehistóricas encarnadas en las diferentes galerías de la cueva. La segunda, no posee ningún tipo de precisión, las dataciones han oscilado y con ellas las determinaciones, clasificaciones, periodos, creadores. En otras palabras: la escritura de “Lascaux”, en su corta vida, no ha dejado de oscilar. Las dataciones más fiables la ubican en el 17000 a. de C., sin embargo nuevas pruebas de Carbono 14 muestran que algunas figuras podrían ser más recientes, cerca de los 15 500 a. de C., o incluso 13 500 a. de C. Eso sí, no podemos olvidar que la precisión científica del carbono 14 se ajusta muy bien a descubrimientos más recientes, contrario a descubrimientos de la prehistoria donde su precisión tiende a disminuir notablemente.

Historiográficamente las primeras clasificaciones de las culturas del Paleolítico superior7 las produjo Mortillet, en 1901, donde distinguía dos fases: la primera donde dominaban los útiles de piedra (Musteriense y Solutrense) y otra caracterizada por útiles de hueso (Auriñaciense y el Magdaleniense). Después, el abate Henri Breuil, sistematizó de manera distinta los tres grandes ciclos: auriñaciense, solutrense y magdaleniense, señalando sus respectivas subdivisiones.8 En 1936, Peyrony propuso, que el auriñaciense como tal, no es una cultura estable con tres fases claras (Auriñaciense inferior, medio y superior), sino dos culturas diferentes pero contemporáneas que continuamente se solapan: por un lado el auriñaciense y por otro el perigordiense9. El esquema de Peyrony fue criticado por Breuil, lo que evidencia la discusión entre evolucionismo estricto y posturas no absolutamente lineales. Pero, más allá, la terminología de Peyrony sigue siendo bastante incomoda e incluso resistida (aunque impuesta en la mayoría de los trabajos recientes). Tal suceso, recalca las tensiones irresueltas con las que tiene que lidiar toda investigación referida al arte prehistórico en general, su datación es siempre un espejismo al final del desierto y cualquier sujeción a este espejismo termina siendo una condena: la imposibilidad científica se revela gracias a su rigor.

Para Bataille, Lascaux “es el prisma donde se refleja la plenitud, la culminación del arte y la civilización «aurignaciense»”10, sin embargo estas afirmaciones son influenciadas por las primeras dataciones, que ubicaban el origen de Lascaux por el año 25 000 a. de C. El mismo error consta en la mayoría de las «historias del arte» publicadas al día de hoy, por lo menos, con diez años de antigüedad. Sin embargo, es necesario ser corregido en las historias del arte, no tanto en el texto de Bataille, donde la precisión científica no empaña sus proposiciones11. Por lo tanto el error no es tal. La falta de precisión termina siendo poética, algo ya previsto por el mismo Bataille: “…la primer respuesta que nos da Lascaux reside en nuestra primera oscuridad, oscura, sólo inteligible a medias. Es la respuesta más antigua, la primera, y la noche de los tiempos de la que proviene se ve tan sólo atravesada por los inciertos resplandores del alba. ¿Qué sabemos acaso de los hombres que sólo nos dejaron insaciables sombras, aisladas de cualquier tela de fondo? Casi nada. Sino que estas sombras son bellas, como el más bello cuadro de nuestros museos.”12 Este “error” -poético- se puede especificar primero como elipsis, como un abismo, la gruta de Lascaux termina siendo infinita, imposible de iluminar e imposible de abarcar. Segundo, manifiesta la forma palipséstica de la cueva, gran tejido que por sobreposición de las pinturas enlaza no sólo los posibles diez mil años de datación, sino a nuestra propia época marcada por el descubrimiento en 1940. En la misma cueva se cruzan esas dos fechas comúnmente consideradas paralelas, una ubicada en el descubrimiento adolescente, otra perdida en la prehistoria. Sólo falta anotar nuestro momento, el momento en que nos enfrentamos a la caverna y con nuestra mirada construimos sobre los animales pintados una nueva historia: la historia interpretada. Sin embargo, hoy resulta imposible, el 20 de abril de 1963 la cueva ha sido clausurada, y ha regresado a la oscuridad total de la conservación.

3.

Que Lascaux sea arte, es una de las cuestiones más espinosas y poliédrica de la historia del arte. Contemplar y abarcar este problema es subrayar las mutaciones históricas que definen y han definido al

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