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Hematologia


Enviado por   •  17 de Febrero de 2014  •  1.874 Palabras (8 Páginas)  •  237 Visitas

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Cuando la Academia de Ciencias rechazó los hallazgos del doctor Yves Delage -quien estaba convencido de que la sábana de Turín era el auténtico sudario de Cristo-, el tema quedó en suspenso durante 30 años. En 1932, otro francés, esta vez un patólogo forense llamado Pierre Barbet, comenzó a estudiar la imagen desde el punto de vista médico, aprovechando un conjunto de fotografías mucho más claras que habían sido tomadas el año anterior.

El primer punto que intrigó al doctor Barbet fue la posición de las heridas causadas por los clavos en las muñecas y no en las palmas de las manos, como se representaba tradicionalmente. Experimentando con cadáveres, descubrió que la carne de las manos no puede soportar el peso de un cuerpo muerto, y menos el de un cuerpo vivo que se contorsiona; la carne se desgarra rápidamente. Como desde el siglo IV de nuestra era no se habían practicado crucifixiones, era lógico que los pintores tradicionales ignorasen el procedimiento; ¿cómo podía, entonces, haberlo sabido un falsificador medieval? Barbet descubrió que la única forma de crucificar un cuerpo era atravesando el radio con los clavos a la altura de la muñeca, como sucedía en el sudario. Además, un clavo colocado así dañaría el nervio mediano, provocando la retracción involuntaria de los pulgares hacia la palma de la mano: otro hecho evidente y poco conocido que aparece en el sudario.

Las «manchas de sangre» que hay alrededor de la herida del costado muestran también rastros de un líquido claro, lo que coincide con la descripción bíblica de la «sangre y el agua» que brotaron del flanco de Cristo. Pero la muerte por crucifixión sobreviene no por la pérdida de sangre, sino a causa de la asfixia y el shock. Debido a la posición estirada del cuerpo, los pulmones quedan comprimidos; la víctima se levanta apoyándose en los clavos que sujetan sus pies y sus muñecas y consigue respirar, aunque a costa de un dolor intensísimo. Cada movimiento va debilitando progresivamente a la víctima, hasta que, finalmente, no puede incorporarse y se ahoga. La sofocación provoca el depósito de mucosidad en la base de los pulmones, y Barbet pudo demostrar que una herida de lanza en el costado de un cuerpo humano atravesaría el extremo del pulmón izquierdo, dejando salir dicho líquido.

El informe del doctor Barbet provocó un renovado interés de los hombres de ciencia por la naturaleza del sudario, y prestigiosos «sindonólogos» -término derivado de la palabra griega que significa sudario- solicitaron un examen científico exhaustivo. Pero hubo que esperar hasta los años 70 para que el ex rey Humberto cediera ante las presiones. Fechar adecuadamente el sudario era una de las tareas prioritarias, pero la forma obvia de hacerlo, usando el proceso del carbono 14, hubiera provocado la destrucción de una parte del sudario, y Humberto se resistió. Sin embargo, en 1973 se invitó a dos reputados científicos europeos para que usaran métodos más ortodoxos. El profesor Max Frei, destacado forense suizo, y el profesor Gilbert Raes, experto en tejidos de la Universidad de Gante (Bélgica), tuvieron acceso al lienzo. Primero informaron que «la imagen es completamente superficial, por cuanto sólo los filamentos superiores de la trama están afectados. No se observa pigmentación ni aun magnificando la imagen».

Frei recogió partículas de polvo para que fueran analizadas en un laboratorio, encontrando 48 tipos diferentes de polen. La identificación de granos de polen, que sobreviven casi indefinidamente aun en las condiciones menos favorables, es uno de los procesos más exactos de la moderna ciencia forense. Como era de esperar, la mayor parte de los granos provenían de Francia y el norte de Italia, pero siete tipos resultaron pertenecer a plantas halófilas (amantes de la sal) que suelen encontrase alrededor del Mar Muerto y en otras zonas de Palestina. Aunque el descubrimiento era ciertamente interesante, no constituía una prueba definitiva del origen del sudario, ya que el polen es trasladado a largas distancias por el viento y podía haber sido transmitido por las ropas de los viajeros, máxime si se tiene en cuenta que, durante los primeros tiempos, el sudario fue exhibido sin protección alguna.

Pero Gilbert Raes recogió una pequeña cantidad de hebras, y las pruebas que consiguió apoyan la tesis. El hilo utilizado en la confección del sudario procedía de una especie de algodón cultivada en Oriente Medio, y había sido tejido en un tipo de trama cruzada, método muy caro comparado con el de la trama lisa normal de Palestina. La hilatura había sido realizada a mano, y hay que tener en cuenta que en Europa se utilizó la rueca desde 1150, aproximadamente. Además, las hebras de hilo habían sido blanqueadas antes de la elaboración del tejido, procedimiento muy arcaico.

En 1974 se produjo el importante descubrimiento de que el sudario constituía un negativo fotográfico. Dos científicos de las Fuerzas Aéreas de Estados Unidos, John Jackson y Eric Jumper, examinaron fotografías del sudario con un complejo instrumento: el analizador de imagen VP-8. Usando una computadora en conjunción con el VP-8, lograron construir en cartón laminado un modelo tridimensional del hombre del sudario. Esto convenció a un grupo de científicos de que merecía la pena estudiar a fondo el sudario y, en marzo de 1977, el Proyecto de Investigación del Sudario de Turín logró la autorización del ex rey Humberto para iniciar pruebas «no destructivas».

El 8 de octubre de 1978, después de ser expuesto al público, el sudario fue sacado de su contenedor y trasladado al Palacio Real de Turín, donde fue estudiado por 36 investigadores que habían llevado consigo 72 cajas de equipo ultramoderno. Entre ellos había físicos, bioquímicos, forenses, patólogos, especialistas en microfotografía

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