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Histeria


Enviado por   •  10 de Junio de 2015  •  Informes  •  628 Palabras (3 Páginas)  •  182 Visitas

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La señorita Anna O., de 21 años cuando contrajo la enfermedad

(1880), parece tener un moderado lastre neuropático

a juzgar por algunas psicosis sobrevenidas en su familia extensa;

los padres son sanos, pero nerviosos. Ella fue siempre

sana antes, sin mostrar nerviosismo alguno en su período

de desarrollo; tiene inteligencia sobresaliente, un poder de

combinación asombrosamente agudo e intuición penetrante;

su poderoso intelecto habría podido recibir un sólido alimento

espiritual y lo requería, pero este cesó tras abandonar

la escuela. Ricas dotes poéticas y fantasía, controladas por

un entendimiento tajante y crítico. Este último la volvía

también por completo insugestionablc; sólo argumentos, nunca

afirmaciones, influían sobre ella. Su voluntad era enérgica,

tenaz y persistente; muchas veces llegaba a una testarudez

que sólo resignaba su meta por bondad, por amor hacia

los demás.

Entre los rasgos más esenciales del carácter se contaba

una bondad compasiva; el cuidado y el amparo que brindó

a algunos pobres y enfermos le prestaron a ella misma señalados

servicios en su enfermedad, pues por esa vía podía

satisfacer una intensa pulsión. — Mostraba siempre una ligera

tendencia a la desmesura en sus talantes de alegría y

de duelo; por eso era de genio un poco antojadizo. El elemento

sexual estaba asombrosamente no desarrollado;^ la

enferma, cuya vida se volvió trasparente para mí como es

raro que ocurra entre seres humanos, no había conocido el

amor, y en las masivas alucinaciones de su enfermedad no

afloró nunca ese elemento de la vida anímica.

Esta muchacha de desbordante vitalidad espiritual llevaba

una vida en extremo monótona, y es probable que el modo

en que ella se la embellecía resultara decisivo para su enfermedad.

Cultivaba sistemáticamente el soiíar diurno, al que

llamaba su «teatro privado». Mientras todos la creían pre-

1 [Fraud citó esta oración, aunque no verbatim, en una nota al

pie de Tres ensayos de teoría sexual (1905Í/), AE, 7, pág. 149, y en

la Presentación autobiográfica (1925(/), AE, 30, pág. 22,]

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senté, revivía en su espíritu unos cuentos: si la llamaban,

estaba siempre alerta, de suerte que nadie sospechaba aquello.

Esa actividad trascurría

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