La Histeria
basmishEnsayo7 de Octubre de 2014
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Breve reseña histórica
La palabra histeria deriva del griego y significa “útero”. Sin embargo, parece que su origen se remonta a los antiguos egipcios ya que se ha encontrado un papiro médico de alrededor del 1900 AC donde se relatan una serie de conductas extrañas de mujeres adultas. Ellos interpretaron que la causa de esas anomalías se debía al movimiento del útero que era un organismo autónomo que viajaba por el cuerpo. Estas creencias fueron la base para las teorías médicas y filosóficas griegas. Los griegos adoptaron la noción de que el útero migraba y que esto se debía a una vida sexual insatisfactoria. En un pasaje del Timaeus, Platón dice que “el útero es un animal cuyo deseo es generar hijos. Cuando permanece estéril por mucho tiempo luego de la pubertad, está dolorosamente molesto y se descarría por todo el cuerpo, cortando la respiración, haciendo emerger la angustia y provocando todo tipo de enfermedades”. Las terapias de los antiguos griegos incluían fumigaciones uterinas, vendajes abdominales y, como punto principal, un matrimonio inmediato.
Los romanos siguieron asociando a la histeria como algo netamente femenino. Creían que la principal causa de la enfermedad eran los “desórdenes del útero” que irrumpen en la reproducción, incluyendo amenorrea, nacimientos prematuros y menopausia. Según ellos, los casos se identificaban mayoritariamente en vírgenes y viudas para quienes recomendaban un tratamiento regular de relaciones maritales.
Con el cristianismo se produjo un cambio en la historia de la histeria: la enfermedad era vista como algo sobrenatural. Según San Agustín, todos los sufrimientos humanos, inclusive las enfermedades orgánicas y mentales, eran percibidas como una manifestación de lo demoníaco, como consecuencia del pecado original. La mujer histérica era vista como víctima de un hechizo por lo que debía ser castigada y como amante del demonio. Esta creencia consideraba que las anestesias, mutismos y convulsiones eran estigmas del diablo. Las curas antes mencionada fueron abandonadas y reemplazadas por invocaciones sobrenaturales como plegarias, encantamientos, amuletos y exorcismos.
En el Renacimiento, el diagnóstico de la histeria se realizaba en la iglesia o en la corte. Se escribieron manuales para detectar a las brujas y de cómo deben ser torturadas y, a veces, ejecutadas.
Durante el siglo XVII surgieron nuevas ideas sobre la histeria. El médico francés Charles Lepois fue el primero en identificar que la patología de la histeria no se encontraba en el útero ni en el alma sino en el cerebro. Comenzó a realizar autopsias de pacientes histéricas y propuso que la causa de la enfermedad eran las pasiones. En 1696, el médico romano Baglivi apoyó las ideas de Lepois de que la histeria era una “perturbación de la mente”, según escribió en su tratado médico De praxi medicina. En 1670, Thomas Willis propuso que la histeria se producía en el cerebro y en la médula espinal. Según su teoría, “un exceso de “espíritu animal” era liberado por el cerebro y conducido, a través del sistema nervioso, al bazo y el abdomen donde entraba al flujo sanguíneo y se dispersaba a todo el cuerpo” (1). Sydenham, médico clínico inglés, estableció el primer modelo neuropsicológico de la enfermedad. Creía que se producía por una distribución no balanceada del espíritu animal entre el cuerpo y la mente. Esa mala distribución era causada por emociones repentinas y violentas como la ira, el miedo, el amor y el dolor. Además realizó una gran descripción de fenómenos que podían ser histéricos como espasmos intestinales, dolores recurrentes de los músculos y las articulaciones. Sostenía que las mujeres eran más propensas a adquirir la histeria debido a su sensibilidad pero que también podía encontrarse en los hombres (aquí la llamó hipocondría).
En el siglo XVIII diversos personajes hicieron su incursión en el estudio de la histeria. Boissier de Sauvages la dividió en siete subunidades de las cuales la más importante era la histeria libidinosa. Esto se debía a que durante ese período, la histeria se relacionó con las perversiones sexuales femeninas. Dos décadas después, William Cullen, quien acuñó el concepto de neurosis, la relacionó con la ninfomanía y propuso como causa una turgencia de la sangre en los genitales femeninos. Philippe Pinel calificó a la histeria dentro de las “Neurosis genitales de las mujeres”.
En la década de 1840 fue descubierto el proceso de ovulación lo que inspiró una nueva teoría de la histeria la cual dominó el ámbito ginecológico hasta fines de siglo.
Una segunda columna en la historia de la histeria fue la derivada del mesmerismo o magnetismo animal que surgió en el siglo XIX. Personajes como Puységur, Elliotson y Braid exploraron el modelo dual de la mente, la psicogénesis de los síntomas nerviosos y mentales, la naturaleza de las anestesias histéricas y la relación psicoterapéutica entre los doctores y sus pacientes histéricas (2). Griesinger, en su libro Patología y Terapia Mental (1845), define a la histeria como un conjunto de rasgos de carácter negativo que incluyen la excentricidad, la impulsividad, la emocionalidad, la coquetería, el engaño y la hipersexualidad. Briquet sostenía que la patología histérica se ubicaba en el encéfalo. Caracterizó a la enfermedad como “una neurosis del cerebro... que consiste principalmente en una perturbación de los afectos y las pasiones” (3) y creía que las causas podían ser diferentes factores como la edad, el género, la predisposición emocional, la historia familiar, la educación, las enfermedades físicas y el estrés.
Entre 1878 y 1893, el neurólogo Jean-Martin Charcot completó sus estudios sobre la histeria. En su opinión, la histeria se producía por una disfunción del sistema nervioso central, como la epilepsia, la sífilis y otras enfermedades. Destacaba que podía existir una predisposición hereditaria pero que también el ambiente podía influir en su afloramiento. Además, sostiene que existían “zonas histerógenas” o puntos sensoriales de anestesia que luego de su compresión podían comenzar o detener un síntoma histérico.
Bernheim interpretaba a la histeria como una reacción psicológica universal. Creía que la fuente de la enfermedad era la hipersensibilidad y propuso una terapia bajo hipnosis para quitar la sugestión. Pierre Janet, al igual que Bernheim, sostenía que la histeria era una enfermedad mental. Captó la atención de numerosos médicos al proponer que la histeria estaba asociada a los estados conscientes como obsesión, amnesias, abulias, trances y personalidad múltiple. Janet decía que estos fenómenos psicológicos eran resultado de traumas emocionales que debilitaban las habilidades de la mente.
Durante 1880 y 1890, Sigmund Freud y Breuer se reunieron para discutir acerca de la histeria. Freud se enteró de un caso particular de la enfermedad tratado por Breuer en 1880-1882: el famoso caso de Anna O en el cual Breuer aplicó la “cura por la palabra” y que luego Freud la definiera como “método catártico”.
En el período 1885-1886, Freud estudió en París con Charcot y entre 1894 y 1901 publicó una serie de ensayos y libros acerca de sus ideas sobre la neurosis. Los más conocidos son Estudios sobre la histeria (1895), que escribió junto a Breuer y donde se relata el caso de Anna O, entre otros casos; y Fragmentos de análisis de un caso de histeria (1901) más conocido como “caso Dora”.
Según Freud, la histeria era una enfermedad psicológica y puso su énfasis en la cuestión del mecanismo psicológico de formación del síntoma. De acuerdo con sus ideas, éste se basaba en la represión de un recuerdo traumático. Debido a que estos recuerdos eran penosos y displacenteros no podían hacerse conscientes. Él creía que haciendo consciente esos eventos que provocaron la histeria, los síntomas desaparecerían. Durante 1880 y 1890 utilizó la hipnosis como método terapéutico y luego la abandonó para pasar al método de “asociación libre”. Esta técnica consiste en escuchar atentamente los pensamientos que el paciente revela inconscientemente y además crea una intensa relación entre el paciente y el analista.
La historia de la histeria en la primera mitad del siglo XX fue dominada por el psicoanálisis. En 1970, Ellenberger, tomado el caso Anna O, conceptualizó a la histeria como un desorden de personalidad múltiple. En 1981, el autor del DSM-III propuso una serie de categorías para los diferentes estadios de la enfermedad, incluyendo desórdenes de conversión, profunda depresión y desorden disosiativo atípico.
Aunque numerosos especialistas, que no eran psicoanalistas, han escrito sobre la histeria, ninguno de ellos generó un cambio importante en la estructura teórica. Luego de 20 siglos de historia médica, esta extraordinaria enfermedad ha desaparecido hoy en día. Nadie sabe por qué(4).
De Charcot a Freud
Charcot es el primero en proponer una neurologización de la histeria. Se pasa del modelo tradicional de división del sujeto entre natural y personal a un modelo de división del sujeto entendido como sujeto psíquico.
En 1870 Charcot da una clase sobre la contractura histérica donde hace hincapié en la tenacidad del síntoma, su resistencia a todos los agentes terapéuticos, así como a la eventual curación súbita por “una emoción viva, un conjunto de acontecimientos que impactan la imaginación”(5). Agrega que “la simulación la encontramos a cada paso en la historia de la histeria y a veces nos sorprendemos admirando la astucia, la
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