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Historia Bioetica


Enviado por   •  23 de Marzo de 2014  •  8.115 Palabras (33 Páginas)  •  187 Visitas

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HISTORIA DE LA BIOÉTICA

En el Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española, la palabra “ética” tiene, entre otras acepciones, las de “aquello que es recto o conforme a la moral”; “la parte de la filosofía que trata de la moral y de las obligaciones del hombre” y, por último –como quinta acepción- “el conjunto de normas morales que rigen la conducta humana”. Su etimología nos lleva al idioma griego, en que la palabra ethos designa las costumbres, la forma en que se conduce la vida y las reglas de comportamiento. Desde una perspectiva estrictamente etimológica, las palabras “ética” y “moral” apuntan al mismo significado. “Moral” viene del latín mores, que tiene idéntico sentido que la palabra griega de la cual se deriva nuestro término “ética”. A partir de esta identidad etimológica es fácil comprender la forma intercambiable en que ambos términos, moral y ética, son recogidos en nuestro idioma y utilizados en el lenguaje coloquial.

En algunas corrientes filosóficas, sin embargo, se hace una distinción entre ambos términos, reservándose la palabra “ética” para designar la reflexión sobre las cuestiones fundamentales que dicen relación con el actuar humano y “moral” para designar la traducción práctica de estas reflexiones en normas y costumbres que orientan nuestro comportamiento. De igual modo, la expresión “ética aplicada” se ha empleado para referirse a aquellas éticas que se orientan al análisis de problemas concretos desde una perspectiva normativa y el término “deontología” se ha reservado para denotar el conjunto de deberes que se asocian al ejercicio de una profesión determinada. Entre las éticas aplicadas, está la “ética médica”, que puede ser definida, a partir de lo señalado más arriba, como “el análisis de problemas concretos que se presentan en el ejercicio de las profesiones de la salud y sus disciplinas asociadas, desde una perspectiva normativa”.

La ética es la “reflexión crítica sobre los valores y principios que guían nuestras decisiones y comportamientos”.

La palabra bioética es un neologismo acuñado, en 1971, por Van Rensselaer Potter, en su libro “Bioethics: Bridge to the Future”. En dicho libro, el autor englobó la "disciplina que combina el conocimiento biológico con el de los valores humanos". Potter justificaba su esfuerzo en el prefacio de la obra diciendo:

"Hay dos culturas - ciencias y humanidades- que parecen incapaces de hablarse una a la otra y si ésta es parte de la razón de que el futuro de la humanidad sea incierto, entonces posiblemente podríamos construir un "puente hacia el futuro" (que es el subtítulo de la obra) construyendo la disciplina de la Bioética como un puente entre las dos culturas. Los valores éticos no pueden ser separados de los hechos biológicos. La humanidad necesita urgentemente de una nueva sabiduría que le proporcione el "conocimiento de cómo usar el conocimiento" para la supervivencia”.

A raíz de lo anterior, se crea por mandato presidencial, en Estados Unidos en 1974, la Comisión Nacional para la Protección de los Seres Humanos que participan en Investigación Biomédica y de Comportamiento, cuya orientación iba dirigida fundamentalmente a dar respuesta a una creciente inquietud que había surgido a partir de denuncias de uso indebido de personas en investigaciones, sin su consentimiento o exponiéndolas a un riesgo indebido. Del trabajo de esta comisión surge el conocido Informe Belmont que más allá del tradicional enfoque deontológico que había tenido la reflexión ética en estas materias, buscó identificar principios generales que entregasen las bases sobre las cuales debían formularse, criticarse e interpretarse las reglas específicas. Los principios generales identificados en el Informe Belmont son tres:

a) respeto por las personas,

b) beneficencia y

c) justicia.

Del respeto a las personas se desprendían la obligaciones de respetar la autonomía de los individuos y la obligación de proteger a aquellas personas que por algún motivo tienen su autonomía disminuida; ambas obligaciones han sido centrales para el desarrollo de las leyes que dicen relación con la protección de los derechos de los pacientes.

Esta aproximación basada en principios se fue imponiendo, no sin detractores, como una de las formas más generalizadas de analizar los conflictos que surgían en el ámbito de la aplicación de las ciencias biológicas, a la atención sanitaria.

Esta forma de análisis fue perfeccionada por dos distinguidos profesores del Instituto Kennedy de Bioética, de la Universidad de Georgetown, James Childress y Tom Beauchamp. Estos autores señalan que una aproximación basada en principios, debe como mínimo, aceptar que algunas normas morales generales guían el razonamiento en estas materias.

Algunas de estas normas pueden ser construidas como principios y otras como reglas. De acuerdo a la definición adoptada por estos autores, tanto principios como normas deben ser, entendidas como “guías de acción general que especifican que algunos tipos de acción están prohibidos, obligados o permitidos, en algunas circunstancias”.

Los principios escogidos por ellos y que recogen los aportes contenidos en el Informe Belmont, son cuatro:

1. Respeto por la autonomía

2. No-maleficencia

3. Beneficencia

4. Justicia.

La Bioética intenta relacionar nuestra naturaleza biológica y el conocimiento realista del mundo biológico con la formulación de políticas encaminadas a promover el bien social. Por ello, en su más amplio sentido, la Bioética puede referirse directamente al hombre mismo -ya sea a nivel individual, de población o de especie- o indirectamente cuando el problema bioético afecta a su entorno ecológico, tanto si se refiere a los seres vivos (plantas o animales) como a la naturaleza inanimada. La Bioética consiste, por tanto, en el diálogo interdisciplinario entre vida y ética.

Desde la propuesta inicial, la Bioética ha crecido de forma espectacular, habiendo llegado a decirse que "la Bioética será la Ética del Siglo XXI".

La tarea confiada a la bioética es la de conducir a científicos y no científicos a reexaminar su visión del mundo. El interés supremo por la supervivencia tiene que llevar a la convicción de que es necesario saber más sobre la naturaleza del conocimiento y sobre la importancia de ver la realidad con los ojos del otro.

La

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