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Historia De La Histeria


Enviado por   •  3 de Abril de 2015  •  3.510 Palabras (15 Páginas)  •  342 Visitas

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Curso basico de psicoanálisis

A.Talaferro

Capitulo 1

HISTORIA DE LA HISTERIA

La histeria, una enfermedad como tantas, fue tal vez el primer mal al cual los Doctores de la época pasada no lograron encontrar una explicación totalmente somática. El hecho es que la Histeria fue el mal que permitió a Freud sentar las bases del psicoanálisis.

La historia de la histeria nació en los primeros escritos médicos y filosóficos. Hipócrates nacido 400 a.c demostró que en su época se conocía la epilepsia, que muchas veces no se lograba contrastar con la histeria, debido a que sobre la histeria se tenían solamente unos conocimientos imperfectos. Por ello mismo se puede demostrar que la epilepsia, el morbus sacer, debe mucho de su carácter hierático a lo imperfecto del conocimiento que se tenía entonces de la histeria. En ese entonces a la histeria se le conocía como “mal de hercules”.

Hipócrates fue el primero que trato de explicar sus manifestaciones, vinculándolas con un desplazamiento del útero, llamado histeron en griego de donde proviene el nombre de histeria que se da a la enfermedad.

Medicos de Egipto y de otros Pueblos creían también que la matriz era un órgano bicorne que podía desplazarse dentro del cuerpo hasta obstruir todas las entradas de aire.

Platón, nacido en 427 a.c sostenía esta misma teoría; Timeo puso en boca de Socrates esta definición: “la matriz es un animal que desea ardientemente engendrar niños. Cuando queda esteril por largo tiempo después de la pubertad, se aflige de soportarlo y se indigna, recorriendo el cuerpo y obturando todas las salidas de aire. Paraliza la respiración e impulsa el cuerpo a peligrosos extremos, ocasionando al mismo tiempo diversas enfermedades, hasta que el deseo y el amor, reuniendo al hombre y a la mujer hacen nacer un fruto y lo recogen como sobre un árbol”.

Esta teoría anticipa en cierta medida el aforismo psicosomático según el cual “una vida sexual insatisfecha puede provocar una neurosis”. Pero esta suposición es la que ha llevado a creer en el error de que el matrimonio es la cura para las histéricas y que si una histérica se casa se libraba del mal teniendo un hijo.

Galeno en el año 170 d.c; califico de absurda la opinión de Hipocrates y Platón, los estudios de Galeno le demostraban que el utero no podía desplazarse constantemente de la vagina al apéndice xifoides, en cambio, sostenía que la histeria era provocada por la retención de la sangre menstrual o el semen femenino, pues se creía que la mujer eyaculaba semen igual que los hombres.

En el siglo IX, Serapion dijo que los trastornos histéricos no eran debidos a la retención de la sangre menstrual, sino a la continencia sexual, pues no había encontrado esta afección más que en viudas y solteras. Posteriormente a esto, Rhazes y Avicena, negaron en el año 1030 aproximadamente, que el útero fuera un animal errante y explicaron la etiología de la histeria por valores toxicos, de origen uterino o digestivos, precedentes del hígado o del bazo, y que atacaban al cerebro.

Desde el año 476 a 1453 se le da a la histeria un valor demoniaco idéntico al que se le asigna el Corán, que presenta los trastornos psíquicos o nerviosos como obra de la influencia del demonio. Pero la ciencia va paso adelante probando que parte de los pacientes son hombres, lo cual prueba que la histeria masculina era bastante frecuente.

En el año 1500, los médicos una vez más ven en ella “una sofocación por desplazamiento de la matriz”, siguiendo las descripciones de Hipocrates y Platon.

Jean Fernel (1497-1558) censuro a Galeno por haber dicho que la matriz no podía desplazarse para producir la histeria.

En la época del renacimiento la curación a las mujeres era muy pintoresca, imaginaron que para atraer la matriz hacia su lugar, lo mejor era hacer que la mujer aspirara malos olores como sustancias pútridas, amoniaco, heces humanas y otras; y les colocaban en la zona vaginal olores ricos como ambar, tomillo y otras. En aquella época se les colocaba a las mujeres una piedra negra pulida y pesada, llamada piedra de España, sobre el ombligo de la enferma.

El Maestre de Platea, preconizaba en el siglo XII un tratamiento que consistía en en indicarles a los enfermos que se masturbaran.

Hasta no hace mucho, era acostumbrado encontrar en las bolsas de las mujeres solteronas o viudas un frasquito de sales. También en los hospitales se tendía a presionar los senos de las histéricas hasta causar dolor o se les indicaba que se masturbaran.

A finales del siglo XVI y comienzos del siglo XVII comenzaron a tomarse en cuenta los factores emocionales. Pero solo como causa desencadenante en un terreno que seguía vinculando el mal al desplazamiento o vapores tóxicos de origen uterino.

El médico portugués Rodriguez da Fonseca señalaba que “en los instantes previos al paroxismo las mujeres propensas a pasiones histéricas sufren un increíble deseo de abrazar a los hombres”. Otro investigador destacó la semejanza existente entre la crisis histérica y el orgasmo.

En 1616, Lepois, sostuvo que el utero se encontraba desposeído, que su importancia estaba descartada, y que eran los nervios los que dominaban el panorama histérico. Lepois decía que “ la retención de la sangre menstrual, debe considerarse como una leyenda porque la histeria existe en niñitas que aún no han menstruado, en vírgenes que ya no la tienen y en aquellas mujeres cuyos periodos menstruales son abundantes, a punto de evacuar hasta ocho litros de sangre. Lepois reconoció la histeria masculina y la infantil, haciendo una acertada descripción de las perturbaciones sensoriales premonitorias del ataque, como ser: obnubilación de vista y oído, perdida de la voz, y opresión de las sienes, observo la paralisis de los miembros superiores e inferiores, y también advirtió que el temblor era un fenómeno precursor de la paralisis.

Sydenham (1624-1689) señaló que la histeria atacaba por igual a hombres y mujeres, y en particular a los hipocondriacos, por lo cual era justo suponer que su origen no estaba en la matriz.

La obra de Sydenham no fue conocida, y solo en 1859, doscientos años después, por Briquet la hizo apreciar en su valor. Raulin en 1758, decía que “si los médicos que pensaban que la histeria provenía del útero, vivieran entre nosotros, se sorprenderían al ver como los vemos todos los días, hombres que tienen sensaciones semejantes a las que sienten en el bajo vientre las mujeres histéricas”.

En 1768 Francisco A. Mesmer, quien había descubierto el magnetismo animal, fue quien dio el

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