Historia De Riglos
marines20086 de Mayo de 2013
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La formación del estado argentino. Orden, progreso y organización nacional.
Oscar Oszlak
Lineamientos conceptuales e históricos.
Estado, Nación, Estado nacional: algunas precisiones.
La formación del Estado es un aspecto constitutivo del proceso de construcción social en el cual se van definiendo los diferentes planos y componentes que estructuran
la vida social organizada. Conforman un cierto orden cuya especificidad depende de circunstancias históricas complejas. Elementos como el desarrollo relativo de las fuerzas productivas, los recursos naturales disponibles, el tipo de relaciones de producción, la estructura de clases resultante o la inserción en la trama de las relaciones económicas internacionales, contribuyen en diverso grado a su conformación.
Depende también de los problemas y desafíos que el propio proceso de construcción social encuentra en su desarrollo histórico, de las posiciones adoptadas y recursos movilizados por los diferentes actores, incluido el Estado, para resolverlos.
La conformación del Estado nacional supone a la vez la conformación de la instancia política que articula la dominación y la materialización en un conjunto interdependiente de instituciones que permiten su ejercicio. El Estado se verificaría a partir del desarrollo de un conjunto de atributos que definen la estatidad, es decir, el surgimiento de una instancia de organización del poder y de ejercicio de la dominación política.
El Estado es relación social y aparato institucional.
La estatidad supone la adquisición de:
1. capacidad de externalizar su poder, obteniendo reconocimiento como unidad soberana dentro de un sistema de relaciones interestatales
2. capacidad de institucionalizar su autoridad, imponiendo una estructura de relaciones de poder que garantice su monopolio sobre los medios organizados de coerción.
3. capacidad de diferenciar su control; creación de un conjunto funcionalmente diferenciado de instituciones públicas con reconocida legitimidad para extraer recursos de la sociedad civil, con cierto grado de profesionalización de sus funcionarios y cierta medida de control centralizado sobre sus variadas actividades.
4. capacidad de internalizar una identidad colectiva, emisión de símbolos que refuerzan sentimientos de pertenencia y solidaridad social que permiten el control ideológico como mecanismo de dominación.
Estos atributos no definen a un Estado nacional. El surgimiento de éste es el resultado de un proceso de lucha por la redefinición del marco institucional considerado apropiado para el desenvolvimiento de la vida social organizada. Esto implica que el estado nacional surge en relación con una sociedad civil que tampoco ha adquirido el carácter de sociedad nacional. Resultado de un proceso de mutuas determinaciones entre ambas esferas.
El doble carácter del Estado (abstracto y material) encuentra un cierto paralelismo en el concepto de Nación. En la idea de Nación también se conjugan los elementos materiales e ideales. Los primeros se vinculan con el desarrollo de intereses resultantes de la diferenciación e integración de la actividad económica dentro de un espacio territorialmente delimitado. Los segundos implican la difusión de símbolos, valores y sentimientos de pertenencia a una comunidad diferenciada por tradiciones, etnias, lenguaje y otros factores e integración que configuran una personalidad común que encuentra expresión en el desarrollo histórico.
Definido el Estado como instancia de articulación de relaciones sociales, es difícil pensar en relaciones más necesitadas de articulación y garantía que las implicadas en una economía de mercado plenamente desarrollada.
La formación del Estado nacional es el resultado de un proceso convergente, aunque no unívoco, de constitución de una Nación y un sistema de dominación. La constitución de la Nación supone, en un plano material, el surgimiento y desarrollo, dentro de un ámbito territorialmente delimitado, de intereses diferenciados generadores de relaciones sociales capitalistas; y en un plano ideal, la creación de símbolos y valores generadores de sentimientos de pertenencia que tienden un arco de solidaridades por encima de los variados y antagónicos intereses de la sociedad civil enmarcada por la Nación. Este arco de solidaridades proporciona a la vez el principal elemento integrador de las fuerzas contradictorias surgidas del propio desarrollo material de la sociedad y el principal elemento integrador de las fuerzas contradictorias surgidas del propio desarrollo material de la sociedad y el principal elemento diferenciador frente a otras unidades nacionales. La constitución del sistema de dominación que denominamos Estado, supone la creación de una instancia y de un mecanismo capaz de articular y reproducir el conjunto de relaciones sociales establecidas dentro del ámbito material y simbólicamente delimitado por la Nación.
En su objetivación institucional, el aparato del Estado se manifiesta como un actor social, diferenciado y complejo, en el sentido de que sus múltiples unidades e instancias de decisión y acción traducen una presencia estatal difundida en el conjunto de relaciones sociales. El elemento homogeneizador de su heterogénea presencia es la legítima invocación de una autoridad suprema que pretende encarnar el interés general de la sociedad.
De esta forma el origen de las instituciones estatales resultarían de intentos por resolver la creciente cantidad de cuestiones que va planteando el contradictorio desarrollo de la sociedad.
La ampliación del aparato estatal implica la apropiación y conversión de intereses civiles, comunes, en objeto de su actividad, pero revestidos entonces de la legitimidad que le otorga su contraposición a la sociedad como interés general. Además conlleva la apropiación de los recursos que consolidarán las bases de dominación del estado y exteriorizarán su presencia material.
El grado de consenso o coerción depende de la particular combinación de fuerzas sociales que la enmarcan.
Emancipación, organización y estados nacionales en América Latina.
El acto de ruptura con el poder imperial no significó la automática suplantación del Estado colonial por uno nacional. En parte, se debió a que en su origen, la mayoría de los movimientos emancipadores tuvieron un carácter municipal. En la medida que consiguieron suscitar apoyos, se fueron extendiendo hasta adquirir un carácter nacional.
Los débiles aparatos estatales del período independentista estaban constituidos por un reducido conjunto de instituciones locales. A ellos se fueron superponiendo órganos políticos para sustituir el sistema de dominación colonial y establecer un polo de poder alrededor del cual constituir un Estado nacional. Intentos no siempre exitosos, y en muchos casos desembocaron en largos períodos de enfrentamientos regionales y lucha entre fracciones políticas, en los que la existencia del Estado nacional se fundaba en uno de sus atributos: el reconocimiento externo de su soberanía política.
El fracaso se debió a la escasa integración territorial, precariedad de los mercados y agravada por la interrupción de los vínculos con la vieja metrópoli.
El período independentista se caracterizó por tendencias secesionistas y modificaron drásticamente el mapa político de América Latina. Furtado: la estructuración de los nuevos estados se vio condicionada por dos factores: la inexistencia de interdependencia
real entre señores de la tierra que se someterían a uno de ellos en función de la lucha por el poder; y la acción de la burguesía urbana que mantendría contactos con el exterior y exploraría toda posibilidad de expansión del intercambio externo al cual se irían vinculando segmentos del sector rural.
La extraordinaria expansión del comercio mundial y la disponibilidad de internacionalización del flujo de capitales financieros, abrieron en América Latina nuevas oportunidades de inversión y diversificación de la actividad productiva e intermediadora. Crecimiento de la demanda externa, grandes corrientes migratorias e inversiones en infraestructura y el auge de las exportaciones.
Con mercados muy localizados, población generalmente
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