Historia de Vida Julio Hernández
Aaron SánchezBiografía8 de Diciembre de 2017
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ETNOGRAFÍA
CULTURA E IDENTIDAD EN AMERICA LATINA
Julio Aaron Sánchez Barrales
Prof. Miguel Ángel Montoya Cortés
Campus Veracruz, Veracruz [pic 3]
Me llamo Julio Hernández Herrera y te voy a relatar cuáles son las experiencias tanto buenas y malas que han acontecido en mi vida.
Nací el 25 de julio 1959 en México Distrito Federal, mis padres se llamaban Pedro Antonio Hernández Morales y Agustina Herrera Márquez. Mi madre se dedicaba a hacer antojitos de lo que fuera empanadas, picadas, tostadas, enchiladas, chiles rellenos y tortilla de mano la cual vendía por kilo. De ella puedo decir que fue una persona muy trabajadora que siempre estuvo ahí para nosotros sus hijos, que a pesar de que anduvimos en malos pasos ella siempre supo representar la figura materna de la manera que es. A mi padre no lo conocí mucho tiempo, falleció a la edad de 36 años a causa de un infarto en 1967 cuando yo apenas tenía 8 años.
En ese entonces ya tenía un hermano que era mayor que yo, él se llamaba Pedro de Jesús Hernández Herrera, recuerdo que pasé de todo con él en aquella etapa de la niñez, en una ocasión fuimos a nadar a un rio, se llamaba el Zorrillo nos poníamos retos de haber quién llegaba más profundo y aguantaba más tiempo, ¡yo siempre le ganaba! Pero el aguante en otra ocasión que nos retamos ya no fue el mismo, me excedí y al salir comenzó a dolerme el oído, yo creo que por las altas presiones me afecto alguna parte interna, originando un barotrauma me parece, y mira a donde fui a terminar trabajando donde hay mucho ruido del cual se me han producido afectaciones y sordera en mi oído izquierdo.
Pero creo que me adelante bastante, me entra la nostalgia el recordar a mi hermano y a mi mamá, y también con el paso del tiempo los achaques que me han dejado las travesuras o a donde quiera que me haya metido de chamaco. Mi madre nos levantaba a mí y a mi hermano a las 5am, ya sea a ir por la masa o darle desperdicio de comer a los cochinos que teníamos, ya si no nos queríamos levantar ella agarraba una olla y la llenaba de agua fría del tanque y esa nos la zambullía para que despertáramos. En una ocasión empinando un papalote en la azotea de mi casa, me ganó la fuerza del viento y me encontraba yo sólo así que me jalo, caí de espaldas y quede inconsciente, mi mamá se asustó bastante por que escucho cuando me tronaron los huesos, ella de inmediatamente me llevo a lo que anteriormente le llamaban hueseros, la señora me reviso de todo a todo y al parecer no tenía nada, lo bueno es que caí en una parte que era pura tierra y si hubiera estado donde es construido ahora no te estuviera contando esto.
También al año después de que paso eso, en el patio donde teníamos el tanque de agua, me hice un barquito de papel y se me ocurrió ponerlo a navegar en él, todo estaba muy bien, hasta que se me fue de las manos estando en la orilla y se me ocurrió jalarlo hacía mí, mis manos no daban y tuve que estirarme para tomarlo, en una de esas que me voy empinando directo al fondo, no había nadie y como fue de sorpresa no reaccioné a nadar, mi madre al escuchar el golpe del agua fue a levantarme y eso fue cuando ya había pasado algo de tiempo y comencé a sacar burbujas de aire por encima del agua, he pasado por las mordidas de perros me gustaba mucho corretearlos pero no me imagine que alguno una vez se me aventará y me pescara bien del brazo, bien dice el dicho, perro que ladra no muerde y exactamente el perro que me mordió parecía el más tranquilo y es por eso que me confíe.
Entre yo y mi hermano vimos a las dos familias a la de mi papá y de mi mamá y las características que tenían y nos dimos cuenta de que en la de mi papá tenían varios problemas ya sean de salud o sobre su manera de llevar la vida, tenían su carácter altanero, ellos padecían diabetes, hipertensión, crisis convulsivas, alopecia, esquizofrenia, eran alcohólicos, tabaco dependientes y al mismo tiempo tenían problemas de obesidad, por otro lado la familia de mi mamá no tenían problemas tan graves, si de todos modos eran pobres, ellos no tenían los vicios tan arraigados, ellos eran trabajadores, y eran dedicados a la familia.
Cómo no tuve papá de mis ocho años en adelante se me hizo fácil tomar como figura paterna a un tío de parte de la familia de mi papá, el cuál era muy borracho y grosero, por eso gran parte de mi vida me consideré así, ahora ya no tanto, mi cuerpo ya no da para las mismas tonterías.
También por el trabajo, yo comencé desde muy chico a ayudar a ese tío del que cuento, el rentaba madera y yo le apoyaba a limpiarla, sacarle los clavos, quitarle la mezcla, escribirle marcas y ordenar la madera. El me daba ya unos cuántos pesos los cuáles yo entregaba a mi mamá para salir con el negocio de los antojitos.
Mi madre siempre nos educó con la idea de que al ser hombres nosotros siempre debemos de ser el sustento de una familia, que en el momento en que comenzáramos a trabajar debíamos de aportar a la casa, a atender nuestras responsabilidades, que el día en que nosotros decidiéramos formar una familia ya tendríamos esa responsabilidad, ese hábito.
Recuerdo como yo me daba mis buenos trancazos con la madera, llegué a astillarme muchas veces, me pegaba con el martillo en los dedos, que bonitos trabajos me acuerdo. Fíjate que uno aprendía ese tipo de trabajos y desde pequeños ya nos acostumbrábamos a lo pesado, la pobreza y la necesidad que pase en mi familia forzaba a hacerlo, a veces si estudiabas solo era la primaria y hasta ahí los compañeros se salían por falta de recursos o simplemente no se quería estudiar y tenías que dedicarte, no que ahora los ninis; que son muchachos chiqueados, viviendo como parásitos, pero bueno yo te estoy contando de otros tiempos, ahora hoy en día los padres lo quieren solucionar todo con psicólogos y darle mucho consentimiento a los hijos.
Mi hermano y yo nos dedicamos a la madera, la cargábamos al lugar a donde la ocupaban para trabajarla, y poco a poco nos fuimos haciendo conocidos o amigos de maestros albañiles, así nos fuimos dedicando a la albañilería, y eso porque ya no quisimos estudiar y ni aun queriendo te digo, no había el cómo.
Desde muy chico a los 16 años comencé a tomar el vicio de los alcoholes y el aguardiente, nos íbamos a tomar después del trabajo con los maestros, entre nosotros se decía que beber alcohol no era un problema, sino que este servía para dar energía al cuerpo.
Estuve desde los 15 a los 17 años trabajando así, pero después solo me quise dedicar a los acabados y a pintar casas; para eso me subía a lugares altísimos, en verdad teníamos nuestra técnica y todo, los que somos de allá hacemos trabajos muy buenos, no que aquí en Xalapa he visto trabajos muy malos, pero en fin.
Era bonito el edificio en donde ahora estamos trabajando, era de un color rojo ladrillo el cuál era adecuado para lo que es un club, no que mira ahora lo pintaron de un verde turquesa, pero esas fueron ideas de la patrona y en nuestro puesto no tomamos ese tipo de decisiones, pero en fin esa es mi opinión.
Yo en aquel entonces vivía al día no había momento de pensar en el futuro, de prepararse y planificar, no sé si exactamente era el termino vivir o sobrevivir por la pobreza en la que vivía; es decir que tampoco era importante para mi idealizarme un futuro, era un ignorante, ahora hasta risa me da acordarme de aquel entonces, sé que él hubiera no existe y de haber sabido de los problemas por los que pasaría más tarde yo hubiera ahorrado, y hubiera también dejado los vicios que en vez de quitarme los problemas, me los aumentaba.
No me quejo de nada, a veces así se aprende en esta vida, a punta de trancazos. Yo recuerdo que cuando quería a una joven para salir algún lado me daba mucha pena, me ponía colorado, sentía muchos nervios, no tenía idea de cómo hablarlo, recuerdo en una ocasión cuando iba en el metro en la línea de Villa de Cortés hacía Bellas Artes en la estación de San Antonio se subió una chica, intercambiamos miradas supongo que por estar muy vacío el vagón en donde íbamos y además de hacer mucho frío ella decidió sentarse junto de mí, ella no llevaba nada para cubrirse así que le dije si podíamos compartir mi chamarra a lo que ella accedió, te juro que ese momento me sentí realizado, fue un momento agradable para mí el compartir calor humano con una persona tan bella como ella, tanto fue así mi sentir que no me quise bajar en Bellas Artes si no que espere a que ella se bajara en Hidalgo para que no me apartará de verdad me gustaba el momento, ella bajo y me dio las gracias y nos despedimos, en aquel entonces no había teléfonos celulares como ahora así que no tenía sentido pedirle su número, o preguntarle donde vivía a lo mejor y ni siquiera era de la ciudad, al final de tanto estar atontado en eso me baje hasta la estación de Popotla y ya ni hablar de lo que me paso después en el trabajo al llegar tarde, ya no me dejaron trabajar más ahí, la verdad es que ya tenía demasiadas faltas, pero considero que valió la pena.
Por el lado de las amistades tuve lo que ahora yo hubiera considerado malas, era puro vicio, salir y emborracharnos, andar de aquí y allá, juntarme con ellos me trajo el despertar emocional que necesitaba por que cambie mis actitudes, no te diré que para bien del todo, si no que era mi desahogo de la rutina que llevaba de puro trabajo.
Ellos eran muy barbaros, a decir verdad ellos me metieron la idea de que mi primera experiencia sexual fuera con una prostituta que incluso ellos me pagaron, yo accedí sabiendo que ya la mayoría de ellos ya contaban con esa experiencia y lo hablaban a cada rato, yo quería que no supieran que no había pasado por eso, así que accedí normalmente, haciendo caso omiso sobre lo que decían, fuimos a una casa de masajes que se llamaba Casa Azul.
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