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Homo Sexualidad Desde Mi Punto De Vista


Enviado por   •  21 de Abril de 2015  •  2.426 Palabras (10 Páginas)  •  195 Visitas

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Comenzando no me parece justo ni oportuno, para lo que quiere el mundo, que es la paz mundial, que se margine o se discrimine a una persona por sus gustos sexuales, lo cual muchos de nosotros ni siquiera sabemos porque sucede esto o porque se creó el homosexualismo. A mi parecer, es lo mismo que discriminar a una persona por su color de piel, me parece injusto y es aún más grosero o poco inteligente de parte de muchas personas seguir haciéndolo porque ya estamos en el siglo XXI seres supuestamente avanzados y criados en no discriminar a nadie.

En la sociedad se ha tomado la homosexualidad como un nuevo estilo de vida diferente, pero a pesar de ello son más las personas que las discriminan que las que los apoyan, viven con mucha dificultad en la sociedad con la que tienen que compartir a diario. Se han visto casos de suicidios, de hecho en un estudio realizado en estados unidos, se demostró que alrededor del 30% de los homosexuales habían tratado de suicidarse, no solo intentándolo una o dos veces si no más de 3.

Muchas personas llegan a pensar que la homosexualidad es una enfermedad o problemas psiquiátricos, pero se indicó que este problema no se trataba de esto si no que sus gustos venían de chiquitos, por lo tanto los padres no deberán tratar de cambiarlo. También sabemos que todos los hombres están enfermos en algún momento de su vida, siendo la enfermedad detestada o no deseada, pero es inseparable de la condición humana. Todos los hombres tienen defectos, pero por defectos no se debe odiar a nadie, humano con defectos es humano.

Desde el punto de vista católico la homosexualidad es el pecado más grave. En la sagrada escritura condenados como grandes depravaciones e incluso presentados como las triste consecuencia de la repulsión de Dios. Se dice que la inclinación homosexual no es pecado más que el homosexualismo si lo es. Es necesario precisar, por el contrario, que la particular inclinación de la persona homosexual, aunque en sí no sea pecado, constituye sin embargo una tendencia, más o menos fuerte, hacia un comportamiento intrínsecamente malo desde el punto de vista moral. Por este motivo la inclinación misma debe ser considerada como objetivamente desordenada. La iglesia dicta unos cursos para estas personas, para que sean unas personas llenas de felicidad junto a la palabra de Dios, no se está de acuerdo con el hecho de ser homosexual pero nunca se debe alejar de la palabra de Dios, especialmente con el objetivo de transformarlo. Las personas que no tienen salvación, se les condenan a la violencia o a ser mal tratados por parte de las comunidades o personas de la iglesia.

Desde el punto de vista de lo social y tanto como moral, Hoy en día se oye por todas partes que los sentimientos homosexuales son algo normal, una simple cuestión de preferencia o gusto. A esto sigue un alegato en pro de su aceptación social: el comportamiento y las relaciones homosexuales son, se dice, iguales a los heterosexuales, por consiguiente muchos reclaman, entre otras cosas, el reconocimiento legal de las relaciones homosexuales, hacerlas equivalentes al matrimonio, y dar una mayor información pública, en la que se reconozca su normalidad. El único problema planteado por la existencia de la homosexualidad no es, como se nos quiere hacer creer, social: hay que conseguir que el público acepte la situación y restaure los derechos de una minoría oprimida durante mucho tiempo. Algunos van incluso más allá y reclaman la aceptación de la idea de que cada adulto, por naturaleza, es en parte homosexual; por tanto, la educación de los niños debe ser modificada adoptando una postura más abierta hacia la homosexualidad, por ejemplo: dando idéntico trato a chicos y chicas. La propaganda acerca de la aceptación de la homosexualidad tiene su principal origen en los círculos de militantes homosexuales. Tienen una oportunidad privilegiada para hablar cada vez que se trata de la homosexualidad en los medios de comunicación social, o cuando un artículo, libro o revista se ocupa de este tema. Aparentemente, son considerados como los mejores expertos de su propia condición emocional. Viéndolo más de cerca, de todas formas, hay razones abundantes para suponer que, como dice el viejo refrán: "Nadie es buen juez en causa propia".

Sin embargo, estas redes eran todavía incipientes y lejos estaban de ser integradas por sujetos que se autodenominaban como homosexuales. Será ya en las décadas de 1930 y 1940 cuando se presenten evidencias claras de redes sociales en las que comenzamos a encontrar un proceso de identificación asociado a las identidades sexuales modernas. Mucho se ha escrito en este sentido sobre la generación de Los Contemporáneos y la historia cultural de la homosexualidad.

Empero, solemos olvidar que Elías Nandino y Jorge Cuesta tenían una formación científica: el primero era médico, el segundo era químico. Existe una famosa carta de Cuesta escrita en 1940 y dirigida al doctor Gonzalo Lafora que puede servir como ejemplo para apreciar el papel que la ciencia jugaba en la conformación de un léxico que estaba siendo reapropiado por las comunidades mismas que integraban las redes mencionadas. En la carta, Cuesta le informa a su médico que tiene unas hemorroides que quizás sean una indicación de una feminización que anticipa un cambio de sexo. Hoy dicha aseveración puede sonar absurda, pero esto es sólo porque ignoramos cuáles eran las teorías endocrinológicas que dominaban en esa época. En aquel tiempo, médicos españoles como Gregorio Marañón recomendaban una pedagogía del cuerpo que asegurara a los hombres la intensificación de los atributos masculinos y a las mujeres la intensificación de los femeninos. En este sentido, Marañón afirmaba que debíamos luchar contra la heterosexualidad que nos arrastraba a la homosexualidad. Pero no nos confundamos, Marañón interpreta el término "heterosexualidad" en su sentido etimológico más literal de tal suerte que ésta es ese relicto del otro sexo que está dentro de todos nosotros y que debe ser dominado para convertirnos en hombres y mujeres plenamente desarrollados. Marañón, a su vez, estaba fuertemente influido por las teorías metabólicas del sexo que había desarrollado Oscar Riddle, según las cuales el sexo masculino se definía por un metabolismo altamente catabólico –esto es, centrado en la actividad– mientras que el sexo femenino se definía por un metabolismo altamente anabólico –centrado en la pasividad–; a consecuencia de esta visión se temía que las mujeres muy activas y los hombres muy contemplativos pudieran desarrollar rasgos intersexuales a nivel conductual y hasta morfológico. De ahí la observación de Cuesta sobre sus hemorroides ya que él era un intelectual y un homosexual.

a imbricación entre el discurso médico y el discurso penal

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