Identidad,exclusion Y Racismo
danielhrenandez19 de Septiembre de 2012
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eben desarrollarse de manera
simultánea. Si ello no ocurre, entonces queda una de dos opciones:
1) o bien, al creer que combatimos el racismo porque no reconocemos los
valores de aplicación universal, caeremos de modo inevitable en la
defensa a ultranza del relativismo cultural, lo cual nos conducirá hacia
un supuesto antirracismo que procede curiosamente a ser racista. ¿Por
qué? Porque se encierra, y así sólo logra despreciar y excluir por
principio la posibilidad de que algunos valores, independientemente
de en qué cultura hayan nacido, puedan ser aceptados o entendidos
por otros,
2) o bien, al oponernos al ataque a valores que consideramos que
pueden ser positivamente universales (pero no combatir el racismo
al mismo tiempo), podemos caer en la defensa a ultranza de la superioridad
de los valores de Occidente. Esto, de manera imperceptible para
algunos .pero consciente y políticamente útil para otros., puede
redundar en hacer uso del discurso de los derechos humanos de modo
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colonialista; de una manera que (en aras de esta causa universal sublime
e incuestionable) se niega a escuchar lo que puede haber de justo en las
voces, en las razones culturales de los otros (Collier y Speed, 2001).
X. MÉXICO, Y CIERRE
La lucha por los derechos humanos y por la posibilidad de la
escucha y el reconocimiento de lo que puede haber de justo en
las razones culturales de los .otros., son dos temas en los que México
se halla enfrascado en el momento actual. En el ámbito de los derechos
humanos, lo está gracias a múltiples y puntuales luchas en el
amplio y diverso territorio de lo civil. En el campo de la diversidad
étnica y cultural, lo está porque la creencia de que somos un país no
racista es un mito fundador que se nos desmorona entre los dedos
gracias a insistentes voces indígenas que, aunque diversas, coinciden
en muchos puntos. No obstante, lo está sin que hayamos demostrado
todavía una clara disposición a encontrar otro mito refundador:
alguno que por lo menos dé mayor cuenta del reconocimiento
pleno de nuestra diversidad étnica y cultural.
Para demostrar esta clara disposición, tendríamos que proceder
a dar varios pasos. Entre ellos el primero es en el que estamos insistiendo
algunos académicos, algunos integrantes de organizaciones
civiles y no gubernamentales, y algunas instituciones gubernamentales
como la Comisión Nacional de Estudios contra la Discriminación,
hoy desaparecida: tipificar .ponernos de acuerdo en qué es y cómo
se come. cada uno de los diversos fenómenos de discriminación
y exclusión presentes en nuestro país. Sólo esta tipificación nos permitir
á en un segundo momento entender cómo podemos abordar y
dedicarnos a combatir cada uno de ellos en lo que tiene de específico
y a todos ellos en lo que tienen en común, que es básicamente una
raíz bien anclada en el ancho mundo de la intolerancia.
El segundo es la identificación y la formación de sectores clave de
mediación. Desde mi punto de vista, se trata de uno de los aspectos
más decisivos sobre los que se debe trabajar hacia una política
antirracista seria y eficaz. Para abordarlo, quisiera retomar una muy
interesante conclusión a la que llega Belausteguigoitia para nuestro
país; ya me he referido aquí a su trabajo: hasta hoy la nación no ha
podido ver al indio y oírlo al mismo tiempo. Se requieren mediaciones
para que esto ocurra. En palabras de la autora:
IDENTIDAD, EXCLUSIÓN Y RACISMO EN MÉXICO 253
En nuestro país, a diferencia de los Estados Unidos, es imprescindible
la mediación. En los Estados Unidos, particularmente en los movimientos
feministas, las mediaciones de las mujeres blancas, las donaciones
de sus lenguas para hablar por las minorías de mujeres de color, se han
analizado como muestras de racismo. Paradójicamente, en México
nuestra forma de racismo no es la donación de la lengua, sino precisamente
la ausencia de mediación, el abandono en cuerpo y lengua
de los tan diferentes a la vista y el oído de aquellos que sólo pueden
ver y oír lenguajes .apropiados.. El problema principal es el grado de
dilución y posterior reconocimiento por la otredad, del mensaje o discurso
mediado (2001: 5-6).
Como lo hemos visto antes, en México las mediaciones (los Mora, los
Vasconcelos, los Gamio, los Caso) se han dedicado a dar soluciones
no indias al siempre llamado .problema indio.. En otras palabras, las
políticas de ellos surgidas han logrado en gran medida su cometido
asimilacionista: borrar al indio. Hoy lo siguen haciendo desde el
mundo criollo de Fox y Fernández de Ceballos, desde el mundo
mestizo, desde el mundo legislativo; y, contra las mujeres indígenas,
desde el mundo masculino, el indígena incluido. Precisamente
por eso,
[. . .] una mediación exitosa y un signo de lucha contra el racismo
en México se da cuando ésta es capaz de desplazar los signos del racismo
.el cuerpo prieto y la lengua quebrada. a otros continentes (el
.biendecir. en el cuerpo correcto), sin alterar, hasta hacerlo irreconocible,
el sentido del mensaje de la otredad. En una palabra, las luchas
en México contra el racismo se dan hoy únicamente a partir de la
mediación (Op. cit.: 8).
Belausteguigoitia sostiene que es precisamente por esta razón que
Marcos ha sido receptáculo y mediación de fundamental importancia
para la representación y circulación de las demandas indígenas,
pues se ha constituido en el vehículo que .más que ningún
otro. ha hecho visible el profundo racismo del pueblo y de las
instituciones mexicanas. En el 2001 vivimos en nuestro país el acontecimiento
inédito de la comandante Esther (con su cuerpo y su voz
pletóricos de señales de la diferencia) en la tribuna del Congreso
de la Unión. La autora argumenta que lo inédito y fundacional no
es sólo que haya sido vista y escuchada desde el centro del centro de
la nación, sino que lo fue sin mediaciones. No obstante, habría
que preguntarse: ¿Ocurrió esto realmente sin mediaciones u ocurrió
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con algunas mediaciones iniciales que estaban ahí tras bambalinas
(como la ya mencionada de Marcos o la largamente construida de
don Samuel Ruiz y las comunidades eclesiales de base), y con otras
recientes y más colectivas: la de los núcleos de mujeres indígenas
que hoy reclaman claramente demandas de género; la de la prensa
nacional e internacional que no quitó el tema de la primera plana
o la de un movimiento civil masivo de solidaridad o incluso de mero
acompañamiento al .zapatour.?11
Las mediaciones pueden ser múltiples, individuales o colectivas;
pueden ser civiles o políticas; de larga duración o coyunturales.
Son embargo, hay sectores clave .además de aquellos que, desde
donde se encuentren, se acercan a esta causa y la abrazan por
convicción propia. que el país deberá preparar, consciente y concienzudamente,
para que sean vehículos de dicha mediación. Entre
ellos está, como ya lo dijimos, el de los maestros; el de los legisladores,
los jueces,12 los abogados y los ministerios públicos; el de los
y las líderes sociales, civiles y democráticos; el de los intelectuales;
el de las feministas, el de los luchadores por los derechos humanos
y civiles o incluso el de algunos sectores entre los funcionarios
públicos.
En México, acabar con el racismo es sinónimo de denunciar sin
descanso la violencia de la eliminación vía el .asimilacionismo., el
segregacionismo o la apropiación del cuerpo y de la vida de las
indígenas. Es exponer toda palabra que, al erigirse en traductora
de lenguaje, cuerpo y valores, enmienda o borra. Es dar voces
acerca de la representación a la que queda sometido el otro (el
diferente, visto y escuchado como inferior) sin desdibujarlo
nuevamente, ya sea por el deseo explícito o implícito de
desaparecerlo o de .salvarlo..
11 Así fue llamada por los medios de comunicación la marcha nacional que
realizaron los comandantes zapatistas a principios de 2001 y que culminó en el
Congreso de la Unión.
12 En Colombia, la Suprema Corte de Justicia ha lanzado un programa de
formación multicultural y antidiscriminatoria de los jueces, conducido por la antrop
óloga jurídica Esther Sánchez, en el que participan conjuntos interdisciplinarios
de profesionales.
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BIBLIOGRAFÍA
Anderson, Benedict. 1983. Imagined Communities. Nueva York: Verso.
Arizpe, Lourdes. 1980. Indígenas en la Ciudad de México: el caso de
las Marías. México: Secretaría de Educación Pública.
Arizpe, Lourdes. 1989. La mujer en el desarrollo de México y América
Latina. Cuernavaca, Morelos: Universidad Nacional Autónoma
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