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LA CENTRALIDAD DE LA PERSONA HUMANA EN LA ACCIÓN COMUNICATIVA


Enviado por   •  16 de Junio de 2015  •  2.995 Palabras (12 Páginas)  •  264 Visitas

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LA CENTRALIDAD DE LA PERSONA HUMANA EN LA ACCIÓN COMUNICATIVA

Jorge Alberto Hidalgo Toledo

¿Qué es la comunicación sino un acto referencial dotado de sentido y significación? Y decimos referencial porque es a través del lenguaje y su carácter comunitario que invocamos, evocamos y se nos “autorrevela el mundo” (Cassirer, 1985, p. 18) para conquistar con ello nuestra propia condición existencial. Esta interacción sintáctica y dinámica entre la materia, el individuo, el lenguaje, la comunicación, la percepción y la inteligencia es la que permite unirnos semánticamente a los demás seres morales y compartir con ellos valores, tradiciones, costumbres e ideas enriqueciendo la experiencia vital.

De esta forma, la comunicación constituye, no una intención vacía como creía Husserl sino como bien apunta Sastre, “una experiencia trascendental” (Sartre, 2000, p. 307); una relación de compromiso que sobrepasa la gramática, la realidad y el mismo lenguaje.

Comunicar es “extender la mano” (López Quintás, 1968, p. 125), es encuentro, es intimidad, es vincularse con el otro, es diálogo, es entrega, es darse al otro; lo que la hace sinónimo del amor, porque cada cual se hace persona al hacerse el yo responsable del tú (Buber).

La comunicación, no es un mero accidente que ocurre entre los hombres; por ello, hoy día, se distingue de informar<!--[if !supportFootnotes]-->[2]<!--[endif]-->. Comunicar, por el contrario, es dotar de significado las cosas del mundo; lo que significa, dotar de sentido a la existencia misma.

Con ello, quiero apuntar que es la persona el centro y el destino de la acción comunicativa. Lo que debería llevarnos a creer que en cada palabra vertida en un periódico, en cada imagen transmitida en tiempo real por un noticiario televisivo, en cada sonido emitido por la radio debería haber, como afirmaba Gabriel Marcel, una “certeza existencial”(Sanabria, 2000, p.155), pero no la hay.

Esta invocación recíproca de encuentros interpersonales es la ontología misma de la comunicación. Quienes buscamos el “Ser” de la comunicación, en el fondo buscamos al hombre mismo.

Siendo la humanidad entera la que se oculta detrás del fenómeno comunicativo es vital analizar la función de los mediosy ver si estos, en verdad, están al servicio del hombre.

La interacción simbólica que se ha tendido en Internet y la convergencia tecnológica, ha puesto al descubierto la ausencia de un rostro y la desnudez del cuerpo. Por ello, podemos hablar de indigencia comunicativa, de egoísmo simbólico, de extranjeros gramaticales, de ausencias cognoscitivas, de despojo mediático, de soledad significativa, de pobreza informativa, de miseria existencial.

Quizá el problema más grave y evidente de la comunicación en la era digital no sea la brecha informativa sino la ausencia de una metafísica significativa que permita nuevamente la posesión del mundo y la instauración de una comunidad universal de personas por el don de la comunicación.

Devolver el sentido trascendente a la acción comunicativa implica volver los ojos a la centralidad de la persona, al reconocimiento y valoración del otro, a la ética y a los fundamentos de los medios: servir para buscar el bien común; unir, para construir a través de la solidaridad una verdadera aldea global; y equilibrar con justicia a la sociedad.

He aquí la revisión bioética de la acción comunicativa en la era de Internet. Regresemos al “ser a su morada” (Heidegger, 1987, p. 26); registremos la propia existencia y sus condiciones ética y personalista para hablar nuevamente de significación y sentido en la acción humana; para entender nuevamente la comunicación como la mediación ética del mundo<!--[if !supportFootnotes]-->[3]<!--[endif]-->.

Esta manifestación del hombre, esta radicalidad de la persona humana conlleva la idea de la comunicación. Es decir, si la persona humana es en el mundo, es porque es con-los-otros.(Forzán, Hidalgo, 2005)

Ese ser-con-los otros es posible gracias al lenguaje, a la expresión del espíritu que dota de contenido a los objetos y a la persona misma. Para conservar la unicidad de la persona y llegar a ser, es necesario contar con los medios para desarrollar la virtud (Fromm, 1986, p. 39), para colocarnos ante nuestra propia naturaleza y dominarla.

En función de nuestro objeto de estudio, los medios masivos de comunicación, si han sido mediados por la ética, determinarán la acción del hombre sin perder de vista que el fin es el hombre mismo. Lo que nos lleva a afirmar que los medios están al servicio de la persona.

Hoy día filósofos, comunicólogos, antropólogos, sociólogos y politólogos hablan de la necesidad de contar con medios de comunicación libres y responsables para la creación de sistemas democráticos donde prime la libertad de expresión y prensa. Para ello, han creado múltiples modelos y teorías de responsabilidad social, códigos de ética, vías de autorregulación y legislación para justificar el buen actuar de los medios ante la sociedad civil.

Muchos han sido los estudios dedicados a los efectos de los medios y los intentos para establecer un uso ético de los mismos.Pero, ¿podemos hablar realmente de ética mediática si limitamos los esfuerzos a generar legalismos, normativas y códigos de conducta más que intentos por visualizar a los medios como herramientas colaborativas para devolver el lugar del hombre en el mundo?

Esta reubicación del hombre, debe partir necesariamente del entender que los medios están al servicio del hombre. Pero, ¿qué implica este servicio? Cuando hablamos del “servicio” que prestan los medios de comunicación, nos referimos a su aportación para lograr un factor de crecimiento y progreso humano, progreso de la verdad del hombre, progreso cultural, social y económico. De ahí que en términos concretos busquemos que los medios de comunicación estén a la “defensa de la promoción de la verdad integral” (Casales, 1985).

Los medios deben servir para encontrar respuestas verdaderas; para desarrollar las habilidades; para conocer, compartir y comunicar las intenciones, deseos, sentimientos, conocimientos y experiencias; para comprender, actuar con libertad y progresar; para establecer relaciones, solidarizarnos; para enriquecernos intelectual, moral, social y espiritualmente; para promocionar los valores humanos y la vida humana; para realizar un encuentro entre hombres, culturas, ideologías, historias y signos trascendentes.

Cuando los medios y las nuevas tecnologías de información, pierden este sentido de utilidad, se pierde con ello el sentido de la condición humana y se terminan agrediendo: la dignidad humana, los valores

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