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LA CUESTION DEL REALISMO


Enviado por   •  13 de Octubre de 2014  •  2.279 Palabras (10 Páginas)  •  624 Visitas

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Maquiavelo y la política pura

Una vez que se ha establecido el significado de la palabra "democracia", importa verificar cuál es la realidad "efectiva" de este concepto. Quien verifica los hechos es el "realista": observador que mira lo real y se desinteresa de lo ideal. Hasta aquÍ no hay nada de malo, es lo mejor. Cuando Maquiavelo atendía a la verdad efectiva, descubría entonces la política. Pero aquí comienza una secuela de nociones que parecen derivarse una de otra y que transforman radicalmente el discurso. Decía que se empieza con el realismo; de este realismo se extrae la política realista; y luego, todavía, la política realista se convierte en la noción de política pura. A pesar de las apariencias, sostendré que son cosas muy diferentes una de otra y que de la primera no es lícito extraer la tercera.

Comenzemos por Maquiavelo y la antigua disputa sobre lo que él dijo y sobre lo que sus intérpretes le atribuyen. Maquiavelo funda la autonomía de la política precisamente porque el secretario florentino es el primero que describe a la edad moderna. Estar atentos a la verdad de los hechos es recurrir a la observación directa y registrar, sin disimular, que la política no obedece a la moral. Sin embargo, al interpretar a Maquiavelo o, mejor dicho, al hacerlo contemporáneo para nosotros, es necesario tener presente que él observaba la formación de los principados del Renacimiento, vale decir, de un microcosmos político no comparable con el nuestro, entre otras razones porque en aquel tiempo la política coincidía con el príncipe.

Hagamos una distinción entre el político. El político es una persona y se puede hacer toda una tipología, por una parte se pone al político "realista" y por la otra al político "idealista". Con esto se quiere decir que hay hombres políticos sin prejuicios, sin principios, que sólo buscan satisfacer sus intereses en términos de poder, y otros políticos que, en cambio, tienen la mirada fija en el idealismo que persiguen. La política, en cambio, es un proceso, incluso a largo plazo, el cual involucra a muchísimas personas y que, al menos en nuestros días, exige adhesión y participación.

Entonces, si la aportación de Maquiavelo es que la política es una cosa y la moral otra, de esta premisa sólo puede concluirse que la política es "amoral"; y de esto a sostener que exista una política pura hay una gran diferencia. Una vez establecido qué no es la política, nos queda por establecer qué es. Y la confusión nace cuando el "político puro" -el príncipe maquiaveliano- es asimilado a una "política pura". No: la existencia del primero no basta para demostrar que existe la segunda.

LA POLÍTICA REALISMO

El realismo político se define en base a dos criterios, el primero de ellos es basado en las características del político realista de lo cual se señala que este es quien percibe la realidad tal y como es no como se quisiera ver siempre prevaleciendo la objetividad ante todo, a lo cual Borja dice que la política debe de ser la ciencia y el arte de todo lo posible, de lo dado, de lo real, en este sentido se habla de realismo político; el segundo esta basado en el concepto de realpolitik donde el mismo Borja[1] señala que se puede traducir como política realista por lo que sumado a sus ideas anteriores llega al concepto también de realismo político

En el realismo la política esta conducida por leyes que surgen de la naturaleza humana. Por lo general, el egoísmo es elevado a un principio explicativo final. Si se desconoce este hecho, se expone el político al fracaso. Esta tendencia según el realismo, puede ser confirmada por la historia, y es posible darle su sentido razonable con ayuda de la ley y de una autoridad con poder de aplicarla.

El concepto básico de esta corriente de pensamiento político es el de "interés", concebido en términos de "poder". Se desestima el rol de las ideologías y las motivaciones humanas en la decisión política. De la misma forma desecha Maquiavelo el discurso político de los Reyes Católicos de España en el dominio del Nuevo Mundo. El motivo verdadero y oculto de la empresa española de la conquista era acrecentar el poder del Estado. Y lo objetivos de poblar y evangelizar el continente americano, sólo era un argumento para justificar sus decisiones.

Esta concepción de la política tiene como gravísima limitación, el hecho, de que su gestión está coronada por la desconfianza. En la gestión política de una crisis, esta concepción puede generar serios problemas de apreciación, que unidos al temor, pueden hacer escalar un conflicto a estadios de mayor violencia, sin que las partes tuviesen la verdadera intensión de llegar a esos extremos.

También la gestión política no siempre está regida por principios estrictamente racionales. Las decisiones políticas están influenciadas por factores afectivos, religiosos, mitológicos e ideológicos.

También en el Realismo Político contemporáneo, al igual que la visión maquiavélica, los valores morales no obligan por igual al Estado y al individuo. La ética individual es regida bajo esta perspectiva, por la ley moral basada en valores y virtudes, en cambio la ética política estable la moralidad del actor por su eficacia política, es decir, es ético un acto político por el sólo hecho de lograr los objetivos del Estado, de la "revolución" o de un proyecto político globalizador y totalitario.

La base conceptual y moral de un estado, para el Realismo, no puede ser válida para todo el universo. Esta concepción busca reconocer las diferencias culturales, que de no ser aceptadas, pueden inducir a una conducción política intolerante.

El relativismo moral del realismo plantea una ética política flexible y cómoda para la gestión política, pero se olvida que, sin un sentido de justicia universal, sería hoy no posible la gestión política internacional. La corrupción como fenómeno político aberrante, por ejemplo, podrá tener características diferentes de acuerdo a las realidades de cada pueblo, pero esencialmente es la utilización legítima de un bien público para satisfacer necesidades e intereses individuales. Es decir, se requiere en la gestión política una norma objetiva y universal para que pueda existir justicia. Lo contrario sólo logra generar un sistema político basado en la fuerza de los más poderosos, un ámbito gobernado por el miedo, por la inseguridad y la anarquía.

La concepción del modernismo maquiavélico debe ser superada de una visión política más integral que sin desconocer la realidad y la diversidad de los pueblos, sea capaz de orientarse a valores, reduciendo la distancia existente entre los intereses

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