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LA GLORIOSA Y TRAGICA HISTORIA DE LA INDEPENDENCIA DE QUITO


Enviado por   •  17 de Noviembre de 2016  •  Trabajos  •  1.665 Palabras (7 Páginas)  •  221 Visitas

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UNIVERSIDAD TECNOLÓGICA EQUINOCCIAL

SISTEMA DE EDUCACIÓN A DISTANCIA

CARRERA ADMINISTRACIÓN DE EMPRESAS DE SERVICIOS Y RECURSOS HUMANOS

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PRIMER BIMESTRE

NIVEL: QUINTO

ASIGNATURA: REALIDAD NACIONAL

AUTOR:

VALLEJO ARIAS JAVIER ANTONIO

Quito - Ecuador

MAYO 2015


LA GLORIOSA Y TRAGICA HISTORIA DE LA INDEPENDENCIA DE QUITO

CRONICA DE UNA MUERTE ANUNCIADA

Quito es sin duda la suerte de una estrella de luz revolucionaria, un espíritu animado y formado desde la cuna, desde los padres hacia sus hijos. Singularmente la soberanía y la obediencia ha sido tomadas desde siempre como un yugo esclavizador. Duro e insoportable, del cual siempre ha tratado de sacudirse.

En 1766 Quito imponía el orden, implantaba conscientemente “condiciones dictadas por su pueblo”.

La mecha que encendió otros incendios nacía desde Quito, con Espejo insurgente. La naturaleza acompañaba la revolución en todos sus aspectos, sequias y grandes sismos, acompañadas de una baja recaudación de los impuestos hacían que el soberano se debilitase cada vez más.

Hasta la agricultura, que era la reserva de esa economía atrasada y dependiente, sufría quebranto. “La agricultura que ministraba una abundante provisión de frutos, se ha atrasado tanto que los comestibles son pocos y raros”, se lamentaba otro documento oficial del tiempo (Hernán, Castelo).

Los conjurados incluidos a Juan Pio Montufar Marqués de Selva Alegre comenzaban a buscar adhesiones para el proyecto trasformador, varios fueron arrestados y encerrados, pero posteriormente fueron liberados ya que no había ningún delator que los sustente.

De acuerdo con lo que la conjura asustaba a la autoridad, los interrogatorios se condujeron con enorme sigilo, procurando que nada se trasluciese al exterior de ciudad de suyo ya alarmada por las detenciones. En marcha ya el proceso ocurrió un suceso pintoresco de esos que hacen dar un giro a la historia. En los primeros días de abril, cuando el español designado secretario para las diligencias procesales se dirigía a palacio a dar cuenta al Presidente del estado de la causa, le fueron arrebatados todos sus legajos. Esos papeles cayeron en manos de todos los otros conjurados, que por ellos conocieron que los recluidos no habían delatado a nadie. Y en cuanto a la acusación, toda ella se quedó sin soporte alguno y los prisioneros debieron ser puestos en libertad. (Hernán, Castelo).

 

Los hechos acontecidos desde 1808 hasta 1811 tuvieron varios cronistas locales y un extranjero.

El manejo de la información fue determinante en esta época puesto que, a pesar de que las autoridades intentaban mantener discursos de estabilidad a la península llegaban los verdaderos mensajes reproducidos y generados los mismos ciudadanos.

Stevenson advirtió que “pese a que el gobierno evitaba cualquier oportunidad de que la prensa informe al respecto, los americanos residentes en España por aquel entonces se ocupaban muy activamente en comunicar a sus amigos la verdadera situación de la Península, de modo que los americanos por lo general estaban mejor informados de lo que ocurría que lo que estaban los españoles residentes en América o incluso el mismo gobierno” (Hernán, Castelo).

“En la conspiración de 1808 se halla el pensamiento genuinos con que nuestros padres emprendieron la obra legendaria de la expansión Americana”, pero lastimosamente además la revolución nacía con adversarios internos poderosos y solapados.

Es decir que la Revolución nacía con adversarios internos poderosos y solapados - verdadera quinta columna-. Para obispo y alto clero no pasaba de ser abuso de “tiranos facciosos” con sus “designios perversos”. Y así se orientaría a cuantos acudiesen a los confesionarios por consejos para bien actuar ante las novedades que Quito vivía. Y en el Cabildo quiteño las opiniones, estaban lejos de ser unánimes. (Hernán, Castelo).

Los cabildos de Ibarra, Otavalo, Latacunga, Ambato, Riobamba y Guaranda Reconocieron la Junta Quiteña.

Hubo en la exaltada ciudad un contagioso entusiasmo. Un actor y testigo de los acontecimientos lo pintaría con viveza: “La Falange de Quito, que ya está quasi completa, la gente con muy bella Oficialidad en que se ha empleado la más lucida juventud de Quito pretendiendo con ancia incorporarse en ella cadetes aun los niños de dies a dose años, de modo que no se respira aquí otra cosa que entuciasmo y Patriotismo aun en boca de las Señoras, que de nada hablan con más .gusto que de cosas del estado y de la libertad de nuestra Patria ofreciéndose que en caso necesario contribuiran para el mantenimiento de las tropas con las más preciosas Alajas de su uso” (Hernán, Castelo).

Líder, Unidad de las cabezas y Respaldo total del pueblo eran necesarias para la resistencia heroica, aún existían ciertas devociones al rey, lo que podía de algún modo impedía la resistencia tan anhelada por el pueblo de Quito.

El 16 se celebró un Cabildo abierto en la sala capitular de San Agustín, con multitud del pueblo agolpada en patio y corredores del convento. Allí, tras breve arenga del Marqués de Selva Alegre y ardientes discursos de Juan Larrea, Rodríguez de Quiroga y otras figuras menores, el Ministro de Estado Juan de Dios Morales leyó las actas y presentó las acciones de la noche del 9 y mañana del 10, “y todos unánimes y conformes, con reiterados vivas y aclamaciones de júbilo ratificaron cuanto se había propuesto y ordenado”. Especial sentido tenía tal ratificación porque Morales había invitado al pueblo para que “dijese cualquiera el reparo que tuviere que poner o que anotar sobre el establecimiento de la Suprema Junta de Gobierno y lo dijese con libertad puesto que ya se había acabado el tiempo de la opresión”. (Hernán, Castelo).

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