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LA HISTORIA DE PUPITRÍN

Azucena17Daniel28 de Mayo de 2015

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LA HISTORIA DE PUPITRÍN

Autora: Profesora . Azucena Daniel de Rosas.

Era una mañana hermosa aquella del mes de Mayo. Los colibríes y los turpiales cantaban y danzaban alegremente entre las ramas de los árboles. El murmullo del agua, de aquel pequeño riachuelo hacían del paisaje algo verdaderamente especial.

No muy lejos de allí se divisaba un pequeño caserío, con casitas diminutas de paredes blancas y techos rojos, rodeadas de matas de mango y flores de Amapola. En una esquina se encontraba la escuela del pueblo, pequeña pero acogedora, de techumbre de tejas y paredes de ladrillo, cercada además de hermosos jardines de Nardos y Azucenas.

En el patio central se podían distinguir tres enormes matas de mango cuyas ramas se extendían por entre las ventanas de los salones.

Precisamente allí en uno de ellos, vivía el lindo y hermoso Pupitrín en compañía de veinte pupitres viejos y desgastados. Él era el más joven y por supuesto el más consentido.

Había llegado a ese saloncito ya hacía unos cuantos días, era hijo de una bella morena pupitre de Caoba y un fuerte y oloroso pupitre de Cedro ambos oriundos de las selvas Guayanesas. No acompañaban a Pupitrín porque en la travesía del Orinoco se presentó una fuerte creciente, y la chalana donde venían desgraciadamente se volteó, quedando como único sobreviviente el pequeño Pupitrín que contaba apenas con cinco meses de nacido .

Ahora Pupitrín tenía cinco años de edad . ¡ y qué grande se encontraba!

Un día, varios niños, pícaros y traviesos, entraron en el hogar de Pupitrín. Uno de ellos (Ramoncito) se sintió atraído por la belleza de aquel pupitre, e inmediatamente vinieron a su cabeza las más viles y crueles travesuras.

Llegada la hora del recreo, Ramoncito se reunió con sus compañeritos e hizo amistad con ellos. Manifestándoles los planes que tenía en mente con relación al joven pupitre. En medio de aquella conversación se oyó el timbre de entrada. Ramoncito y sus amigos planearon largo rato acerca de la mejor manera de maltratar y rallar a Pupitrín, sin que la maestra se enterara de ello. Finalizada las clases, los niños se escondieron en el baño hasta que la maestra saliera de la escuela, al ver que ya se había retirado, entraron rápidamente al salón, y empezaron a rallar y golpear al indefenso Pupitrín.

Una vez concluido el hecho, salieron corriendo dejando atrás una escena sumamente conmovedora. Pupitrín con lagrimas en los ojos miraba tristemente como aquellos niños se alejaban y replicó :

¡Qué crueles!, me han dejado totalmente adolorido, jamás volveré a tener una cara tan bonita como la de antes.

Al decir eso se escuchó a lo lejos una voz ronca que le decía:

- ¡Anímate Pupitrín! No llores pequeño amigo.

- Pupitrín preguntó: ¿Quién es?

- Soy yo tu viejo amigo Roblín, seca esas lagrimas, algún día esos niños malos e inconscientes, se darán cuenta del mal que nos han hecho.

Al oír eso, Pupitrín no pudo evitar el llanto triste y amargo que lo embargaba.

- ¡Cálmate Pupitrín! Replicó nuevamente Roblín.

- Fíjate como estoy yo, todo feo y aporreado, me han dejado sin espaldar y ya ni siquiera puedo sostenerme, porque las patas me las han doblado.

- Y pensar que en un tiempo tuve un esbelto cuerpo y una hermosa cara, y además se sentaron en mí niños y jóvenes que al transcurrir del tiempo se convirtieron en notables y destacadas personalidades.

Después de oír los comentarios de Roblín, Pupitrín se sintió más tranquilo, pero sin dejar de gimotear. Levantó la mirada y dirigiéndose a Roblín le dijo:

- ¡Caramba Roblín!, que palabras tan enternecedoras.

- Sí los niños y jóvenes

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