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LA NOCHE DEL SILENCIO.


Enviado por   •  22 de Noviembre de 2016  •  Trabajos  •  1.253 Palabras (6 Páginas)  •  186 Visitas

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CENTRO DE ENSEÑANZA TÉCNICA Y SUPERIOR

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Preparatoria

Redacción Avanzada

Tema: Cuento “Terror”  

22 de febrero de 2016


LA NOCHE DEL SILENCIO.

Eran las nueve de la noche cuando salí del hospital, de un duro día de trabajo.  Al momento de dar un paso hacia afuera de la clínica comenzó a llover y era extraño porque en las noticias anunciaron que no iba a ver probabilidad de lluvia. Pero lo redundante era ¿En dónde se encontraban todos?, sin importarme los demás yo solo comencé a caminar, escuchaba mis pasos pisando el agua de la lluvia, mientras iba caminando hacia el subterráneo, sentía una mirada fija en mi espalda pero al momento de voltear no se encontraba nadie. Mientras más pasos daba, más miradas sentía hacia mí alrededor. Al llegar a la estación temblando de miedo compré mi boleto a toda prisa sin ver quien me atendió, con toda la angustia, adrenalina y nerviosismo volteo a ver quién me había atendido, nunca se me olvidara su apariencia desagradable, era viejo, encobado, parecía que no se había bañado en un mes, con una sonrisa nerviosa aparte le faltaban dos dientes. Temblando del frío y del miedo, solo contesté -gracias. Me retiré lo más rápido que pude para entrar al andén, sucio y grafiteado. Con toda la prisa, sin darme, cuenta me tropecé antes de entrar al acera dejando cae el boleto, cuando observé que alguien más lo levanta sentía un escalofrió que me llegó hasta los huesos. Cuando me di la vuelta para ver quién era, comencé a llorar del miedo pero solo era un joven apuesto, el cual me observó con sus ojos negros profundos, insinuando que soy una presa fácil y queriendo descifrar la razón de mi indefensa mirada. Era muy curioso porque era exactamente el mismo de hombre “ideal” que había escrito en mi diario de secundaria, era alto, piel clara, cabello rojizo obscuro. Es extraño no me atraía nada de él incluso me daba más miedo estar a su lado. Muy amablemente me entrega mi boleto y dice “creo que esto es tuyo” yo solo le contesté “gracias”.

Al subirnos al tren solitario, nos sentamos uno enfrente del otro, él me dirigía la mirada y yo sonrojada le regresaba la mirada. No nos dirigimos la palabra por un tiempo hasta que él se comenzó a presentarse.  

Estiró su mano y con una sonrisa de oreja a oreja dijo -Hola, mi nombre es Bernardo mucho gusto, y ¿tú eres...?
Yo, con temor y desconfianza no sabía si contestarle, y opté en decirle mi verdadero nombre, -Claudia, mucho gusto.  

Comenzamos a platicar de distintos temas, qué nos gusta hacer en nuestro tiempo libre, cuál es su y mi comida favorita, también me platicó que hace para vivir incluso me dio una tarjeta de donde trabaja y lo mejor de todo es que somos casi de la misma edad. Es un muchacho muy amable, por eso nunca se deba de juzgar un libro por su portada.

Cuando llegamos a nuestro destino, él me preguntó que si a qué dirección me dirigía, yo ingenuamente le dije -Primero al abarrotes “La güera” y después a mi apartamento, él con una sonrisa rara que nunca la había presenciado me contesta –Yo también me dirijo a esa dirección. ¿Te gustaría que te acompañara? –Sí, siempre cae bien una buena compañía. Saliendo del subterráneo continuaba lloviendo él sacó su paraguas y lo compartimos hasta llegar al abarrotes. Compramos mandado, platicamos de anécdotas de nuestras vidas y ya nos íbamos a separar para cada quien fuera a su propio rumbo. Al salir del abarrote, me da un paraguas que acababa de comprar, para evitar mojarme. Nos despedimos y me dijo –ya tienes mi número, no temas en marcarme, adiós. Crucé la calle y doblé la esquina para dar vuelta en calle donde vivo. Caminaba hacia mi apartamento cuando sentí energía inexplicable que me empujaba hacia atrás. Mi estúpido pensamiento de “estaré más segura en mi apartamento” fue el peor error que he cometido. Mi subconsciente decía que no fuera a mi vivienda pero ya me encontraba cansada y no tenía a otro lugar donde ir, así que decidí ignorarlo.

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