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La Comunicacion Paradójica


Enviado por   •  28 de Noviembre de 2012  •  1.415 Palabras (6 Páginas)  •  492 Visitas

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LA COMUNICACIÓN PARADÓJICA

LA NATURALEZA DE LA PARADOJA

La paradoja ha fascinado a la mente humana durante los últimos dos mil años y sigue haciéndolo en la actualidad. De hecho algunos de los logros más importantes de este siglo en el campo de la lógica, las matemáticas y la epistemología tienen que ver o están íntimamente relacionados con la paradoja, sobre todo el desarrollo de la metamatemática o teoría de las pruebas, la teoría de los tipos lógicos, y los problemas de congruencia, computabilidad, determinación, etc. Como legos que somos, frustrados por la naturaleza compleja y esotérica de estos temas, nos inclinamos a dejarlos de lado aduciendo que son demasiado abstractos como para tener importancia alguna en nuestra vida. Quizás algunos recuerden desde su época escolar las paradojas clásicas, aunque probablemente como algo que no tiene más valor que una divertida adivinanza. Sin embargo, el propósito de este capítulo y los siguientes, es el de mostrar que en la naturaleza de la paradoja hay algo que encierra importancia pragmática inmediata, e incluso existencial, para todos nosotros; la paradoja no sólo puede invadir la interacción y afectar nuestra conducta y nuestra salud mental, sino que también pone a prueba nuestra creencia en la congruencia y, por ende, en el sentido final de nuestro universo Además, en la sección trataremos de mostrar que la paradoja deliberada, en el espíritu de la máxima de Hipócrates: “Lo semejante cura a lo semejante”, encierra un potencial terapéutico significativo. Confiamos en que este enfoque pondrá de manifiesto que el examen del concepto de paradoja es de importancia fundamental y no constituye de ningún modo una huída hacia una torre de marfil, aunque primero tendremos que examinar sus fundamentos lógicos.

DEFINICIÓN

La paradoja puede definirse como una contradicción que resulta de una deducción correcta a partir de premisas congruentes.

Esta definición nos permite excluir de inmediato todas esas “falsas paradojas” basadas en un error oculto en el razonamiento o en alguna falacia intencionalmente incluida en el argumento.

Sin embargo, ya a esta altura la definición se vuelve borrosa, pues la división de paradojas en reales y falsas es relativa. Las premisas congruentes de hoy quizá se conviertan en los errores o las falacias de mañana. Por ejemplo, la paradoja de Zenón de Aquiles y la tortuga a la que no podía dejar atrás, fue, sin duda, una paradoja “verdadera” hasta que se descubrió que las series convergentes, infinitas (en este caso, la distancia constantemente decreciente entre Aquiles y la tortuga) tienen un límite finito. Una vez hecho este descubrimiento y comprobado, por lo tanto, que un supuesto hasta ese momento cierto era falso, la paradoja dejó de existir. Quien se refiere con toda claridad a este problema:

La revisión de un esquema conceptual no carece de precedentes. En pequeña medida, tiene lugar con cada progreso de la ciencia, y sucede en gran escala con los grandes progresos, tales como la revolución copernicana y el paso de la mecánica de Newton a la teoría de la relatividad de Einstein. Podemos confiar en que, con el correr del tiempo, incluso llegaremos a acostumbrarnos a los más grandes de tales cambios y a considerar que los nuevos esquemas son naturales. Hubo una época en que la doctrina de que la Tierra gira alrededor del Sol recibió el nombre de paradoja copernicana, incluso entre quienes la aceptaban. Y quizá llegue una época en que las proposiciones verdaderas, sin subtítulos implícitos, u otras prevenciones similares, realmente sonarán tan absurdas como lo revelan las antinomias.

Las Paradojas Pragmáticas

LAS INSTRUCCIONES PARADÓJICAS

En una instrucción paradójica se tiene la impresión de que en alguna parte hay una trampa, esta sensación se hace aún más intensa en lo que se refiere a una famosa definición paradójica. En una pequeña aldea hay un barbero que afeita a todos los hombres que no se afeitan a sí mismos. Se trata de una definición exhaustiva, por un lado, pero, por otro, nos lleva a una paradoja si intentamos ubicar al barbero entre los que se afeitan así mismos o entre los que no lo hacen.

Si bien la paradoja del barbero se presenta casi siempre en la forma en que lo hemos hecho, existe una versión levemente distinta. Es la que emplea Reichenbach y en la que, aparentemente sin motivo alguno, el barbero es un soldado a quien su capitán ordena afeitar a todos los soldados de la compañía que no se afeitan a sí mismos, pero no a los otros. Desde luego, Reichenbach llega a la única conclusión lógica de que no existe tal barbero de

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