La Fe
lorito1991Tesis16 de Junio de 2013
4.086 Palabras (17 Páginas)362 Visitas
Por Qué Pierden los Jóvenes la Fe
E. D. E.
Carlos Mantica
Por Qué Pierden los Jóvenes la Fe
En general podemos decir que los jóvenes pierden la Fe por las mismas razones por la que los hombres pierden su casa y que suelen ser cuatro:
1. Porque se les desmorona o se les cae a la primera sacudida,
2. Porque la cambian
3. Porque la venden
4. Porque se la quitan.
Lo mismo sucede con la Fe. La Fe que se desmorona y la que se cae con la primera sacudida, es porque nunca fue una Fe sólida. No estaba hecha con los materiales de que supone estar hecha nuestra Fe. O no estaba fundada en roca firme sino edificada sobre arena.
Quizás el ejemplo más simple de una Fe edificada sobre arena, es el de una Fe cimentada en la conducta de los hombres y no en la roca viva de la persona de Jesús. Hablo del convertido que perdió su Fe por el antitestimonio del amigo que le predicó a Jesús. Del hijo que rechaza a Cristo porque las vidas de sus padres no se conforman a la doctrina del Señor. Hablo del alejado porque ya no cree en los curas, o en los Obispos o diz que porque el Papa es comunista o hasta porque ya la misa no es en latín.
Hablo también de las fundaciones construidas con argamasa. Su Fe se enfría porque ha perdido la alegría. Su Fe se enfría porque ya no existe en nuestra comunidad la misma amistad de antes, etc. En cuanto a los materiales, la Fe que se desmorona generalmente fue una Fe hecha con verdades a medias o fue una Fe infantil y supersticiosa. Le enseñaron los Mandamientos pero nunca hubo una persona que le dijera que Dios lo ama. Le hablaron del infierno pero nunca experimentó que estar en el cielo es caminar con Cristo en la tierra. Fue una Fe construida con temor, no con amor, o una Fe, ( más bien diría una religiosidad ), hecha de ritos y amuletos para protección o buena suerte que se terminó con la primera tribulación, o con la muerte de un hijo, o con la pérdida de sus bienes.
O es la Fe infantil de quien en un retiro se cierra a la Palabra porque no acaba de entender aquello de la manzana de Adán, o insiste en discutir si realmente hubo un diluvio universal, o si a Jonás se lo tragó de verdad una ballena, o cómo puede ser eso de que María es Virgen y Madre. Una Fe construida con materiales así no es capaz de soportar el peso de la Fe como respuesta vital a Dios y sucumben entonces a cualquier viento de doctrina.
En el segundo caso, la persona cambia de Fe por las mismas razones que uno cambia de casa:
1. Porque le resulta chiquita;
2. Porque le resulta incómoda.
La primera tiene mucho que ver con la Fe infantil de que hablaba anteriormente. Es la Fe aquella hecha a la medida de nuestro traje de Primera Comunión. Y obviamente nos resulta chiquita. No creció con nosotros, y seguimos entendiendo las realidades de lo que el Señor ha hecho por nosotros a la manera infantil como nos las enseñaron en nuestras primeras clases de Catecismo.
La vida de un cristiano adulto y comprometido no puede nunca estar sustentada por verdades entendidas a lo Primera Comunión.
Hoy el cristianismo se ha hecho chiquito para muchos, por una razón muy distinta: Se les ha hecho chiquito porque es insuficiente para solucionar y solucionar de inmediato todos los problemas que él cree necesitan ser solucionados de inmediato; porque el cristianismo no parece ser un instrumento eficaz para acabar con el hambre en el mundo; porque el cristianismo no parece ser eficaz para derrocar gobiernos y liberar pueblos; o para dar salud a la gran masa de la población, o para educar a todos los ignorantes. Algunos lo ven sólo como solución al problema de la muerte; otros como una solución apta pero sólo a nivel de pequeños grupos a los que miran con desprecio y tildan de elitistas.
Ven el problema pero rechazan la raíz del problema. No ven la raíz en el corazón del hombre sino en las circunstancias y estructuras y sistemas. Pero aún quienes aceptan el pecado como raíz de todos los problemas, rechazan el cristianismo como solución, porque es una solución a un plazo demasiado largo y el mundo reclama respuestas y soluciones inmediatas. Primero solucionemos esto y ya después pensaremos en eso de Cristo y su doctrina.
El cristianismo se les hace demasiado chiquito y lo cambian entonces por cosas más chiquitas todavía que tampoco han logrado solucionar ni a corto ni a mediano ni a largo plazo los problemas que urgía solucionar. Para ejemplo basta el de el comunismo, que no funcionó nunca en ninguna parte desde la revolución bolchevique, pero que seguía ganando adeptos mientras millones de personas trataban de escapar del mentado Paraíso.
La otra razón por la que generalmente cambiamos de casa y de Fe, es porque nos resulta incómoda. El seguimiento de Cristo es aceptación de una cruz; el seguimiento de Cristo es renuncia a muchos atractivos del mundo y es rechazo del mundo hacia nosotros como locura y tontería.
El cristianismo es incómodo y el cristiano a los ojos del mundo es un tonto, no solo porque hable de voltear la otra mejilla, o de caminar dos millas si te piden una, o dar el manto si te piden la túnica. Es incómodo y es tontería porque es renuncia a ciertos placeres sexuales y a todos los excesos. Es incómodo porque es vocación a la pobreza, porque es vocación a la mansedumbre, porque es renuncia a la independencia y aceptación de la interdependencia.
Incómodo porque es tener nuestra vida hipotecada con Alguien que puede disponer de ella a su antojo. Es incómodo porque en la vida diaria no resulta la manera más fácil de hacer amigos, ni de escalar posiciones ni de triunfar en el mundo de los negocios. Ni siquiera de brillar en el mundo de los pensadores.
Es incómodo porque Dios tiene una ley que nos acusa. Es incómodo inclusive porque desgraciadamente es posible y quienes lo viven tienen una alegría que yo no tengo y es incómodo porque para mí no es posible y no tengo la alegría ni la paz que ellos tienen. Es incómodo porque rechaza ciertos medios de control de la natalidad que puedo comprar en cualquier botica.
Es incómodo porque nos pide aceptar al pobre y al ignorante como hermano y amarlo y servirlo. Es incómodo porque con frecuencia me obliga a ponerme en ridículo. Es incómodo porque muchos lo consideran alienante. Es incómodo porque debo creer cosas que no entiendo, cosas que no puedo comprobar en un laboratorio. Es incómodo por muchas otras razones, pero sobre todo es incómodo porque no puedo practicarlo a ratos libres, ni al cabo de la vejez, sino que estoy supuesto llevarlo todos los días de mi vida.
El tercer gran grupo es el grupo de los que la venden. No sé que tan grande sea este grupo, pero ha existido desde los principios de la historia de la Iglesia. Es la historia de los apóstatas. A veces la Fe se vende cara. El precio pagado por conservar la Fe era la vida misma. O el precio de la vida era entregar la Fe. Se te perdonaba la vida y ya no ibas al circo si a cambio de eso renunciabas a tu Fe. Muchos prefirieron el martirio, otros prefirieron la vida. No quiero juzgar pero quizás se equivocaron en el precio y cambiaron la vida corporal por la vida eterna.
Cambiaron lo que no podían conservar y que pronto perderían de todos modos, por algo que no podían perder ya más. Un mal negocio. Pero otras veces el precio es más barato. Se renuncia a la Fe o se sustituye por otra, a cambio de un puesto en el Gobierno, de una posición en una Junta Directiva, o en un puesto elevado. a cambio de un gran negocio generalmente sucio, o a cambio de una mujer de la que me he enamorado y debo ahora renunciar a la Fe que me prohíbe el divorcio para poder casarme con ella. Quizás deba renunciar a mi Fe para lograr la aceptación de mis hijos, o la aceptación de los amigos que me rechazan.
No quiero decir en ningún momento que una persona divorciada, o un sacerdote casado o los que se acomodan a nuevos vientos de doctrina para poder mantenerse en posiciones gubernamentales son personas que necesariamente han perdido la Fe. Lo que sí creo es que corren serio peligro de perderla y la razón es muy sencilla. Es aquello de que cuando no se puede ajustar la vida al Evangelio acabamos siempre ajustando el Evangelio a nuestras vidas.
Es entonces cuando empezamos a decir que todo eso eran puras babosadas, que su entusiasmo fue producto de algo emocional, o que estos otros están locos pensando en que el Señor tiene una misión reservada para ellos. Ninguno de éstos ha vendido su Fe pero la tienen hipotecada y pueden perderla si no pueden luego pagar el precio de la hipoteca. Han sacado un préstamo sobre ella que en este momento les trae beneficios, pero si el precio resulta demasiado caro acabarán por perder la Fe, del mismo modo que muchos pierden su casa por endeudamiento. Es muy duro vivir una vida entera en pugna con la Fe. Tarde o temprano o cambiamos de Fe, o cambiamos de vida.
IV. Receta para Quitar la Fe
He hablado rápidamente de las tres causas anteriores porque todo el énfasis de esta charla quería centrarlo en la cuarta razón de por qué los jóvenes pierden su Fe; y es porque se la quitan. Ya vimos que muchas de estas pérdidas de Fe obedecen simplemente a que estaban construidas sobre arena o con materiales demasiado frágiles. Pero esta vez, al hablar de quienes pierden la Fe porque se las quitan, me refiero a técnicas mucho más sutiles, perfectamente premeditadas y deliberadas. A un proceso llevado a cabo pacientemente, sistemáticamente y con medios sumamente sutiles y astutos que constituyen un verdadero arte.
Tampoco constituyen algo nuevo. a lo largo de la historia. Cada era ha concebido procesos similares. Voy a hablar de algunas cosas que vimos suceder entre nosotros.
...