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La Flor Sheikah.

linkx64Ensayo26 de Febrero de 2016

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La Flor Sheikah

Capítulo uno: El despertar

Link había llegado a un punto en el que creía estar viviendo en un sólo día, cada amanecer era igual al anterior. Estaba atrapado en la monotonía y la costumbre.

Un día llegó a Ordon, su pueblo natal, una carta en la que se decía que la Princesa Zelda estaba en peligro; sin pensarlo dos veces, y con la idea de una aventura nueva en la mente, partió hacia el Castillo de Hyrule.

Disfrutó montar sobre Epona una vez más mientras surcaba los vientos de Hyrule, no tardó mucho en llegar a su destino. Le dio un suave golpecito a Epona en su hocico antes de bajar de ella.

 Al llegar a la Ciudadela del reino se encontró con un ambiente de abandono y soledad, la gente ya no corría ni platicaba por las calles de la Ciudadela, no veía a nadie cerca de la fuente ni escuchaba el murmullo de los regateos en los puestos de fruta ¿Qué había pasado allí?

-Chico, hace tanto que no te veo- Escuchó decir a una voz. -¿Es que no me recuerdas, Link? Era Telma, una señora que trabajaba en un bar y que lo había ayudado en su anterior aventura.

Telma llevó a Link a su bar y le explicó la situación por la que estaba pasando la Princesa Zelda.

-Qué bueno que te dignaste a aparecer, Link. La princesa Zelda está pasando por una situación difícil. Tiene una extraña enfermedad que la ha debilitado mucho; han llamado a médicos y especialistas de todo el reino pero nadie logra identificar de qué malestar se trata… ¿Qué? ¿Qué si es una enfermedad por qué te han llamado a ti? A ver, déjame ver la carta que te mandaron, sí, esta sin duda fue escrita por la anciana Impaz del pueblo escondido ¿La recuerdas?-. Link permitía que Telma leyera la carta en donde le pedían auxilio; estaba muy preocupado por la Princesa y no dejaba de pensar en cómo podía ayudarla.

-Bueno, basta con mostrar este mensaje para que los guardias te permitan entrar al Castillo- Sentenció Telma, interrumpiendo los pensamientos de Link.

Apenas dicho eso, Link se paró de su asiento y se dirigió hacia la puerta.

-Sé que debes tener mucha prisa, chico, pero despídete de mí por lo menos ¿No lo crees? Prometiste que me visitarías y nunca lo hiciste-. Link se dio cuenta de su error y se disculpó con ella, ésta la abrazó y se despidieron.

Por un momento la mente de Link pensó en el cálido abrazo que Telma le acababa de dar, era lo más cercano al amor familiar que había recibido, cuando terminara su aventura tendría que visitarla más seguido.

-Ayhia!!!- escuchó apenas puso un pie en el Castillo; un joven guardia se había abalanzado sobre él. Link trató de hablar con el guardia una vez esquivado su golpe, pero éste sacó su espada y no dejaba de dar mandobles a diestra y siniestra. Link se cubrió de uno de sus ataques usando el escudo. Apenas su oponente perdió el equilibrio aprovechó el momento para hacer una estocada y derribarlo, por suerte para el guardia, la espada estaba en su funda y no le hizo daño.

-¡Desgraciado!- Fue lo que gritó el guardia herido mientras se incorporaba

-Calma, Alí- Se escuchó a la espalda de Link, eran los demás escoltas del palacio, el que había hablado era el jefe de los guardias. - Los novatos como tú no deben atacar así a los invitados y menos cuando pueden darte una buena paliza.

-¡¡Alguien como él jamás…

-Será mejor que te calles, Alí – Interrumpió el jefe. –Sígueme, por favor – habló dirigiéndose a Link.

El guardia en jefe escoltó a Link hasta la habitación de Zelda. Antes de entrar, las manos de Link empezaron a sudar mucho. Cuando entró a la habitación, la princesa Zelda yacía recostada en una elegante cama. La cama era lo único que había en esa habitación.

-La princesa está en una situación delicada de salud, no puede pararse – Explicó el guardia.- Además, en su hombro se alcanza a entrever esa mancha ¿La notas?

Link miró el cuello de Zelda, una macabra sombra negra se dejaba ver, parecía que esa mancha se había estado extendiendo por todo el cuerpo y que pronto le cubriría el rostro.

-¡¿Por qué lo has traído aquí?! – Gritó Zelda a su guardia– Te dije que no lo metieras en esto

-Pero princesa ¡Él es el único que puede ayudarla! – Exclamó el guardia real.

-Estarás bien, lo prometo – Link tomó la mano de Zelda. –Lo prometo – repitió preocupado mientras veía la piel negra que Zelda tenía en su hombro.

-Link- Dijo en tono conciliador – Tienes que irte

-Te extraño – Link parecía no escuchar las peticiones de Zelda.

-Pero si tú fuiste el que me dejó de visitar- Dijo mientras apretaba más fuerte su mano

-Eso no es verdad, Zelda. Vine la semana pasada ¿recuerdas?

-Link… –Zelda parecía muy triste –Hace más de un año que no vienes a visitarme. Solías visitarme cada semana pero poco a poco tus visitas se hicieron muy inconstantes, había algo raro en ti ¿Aburrido quizá, Link? ¿Aburrido de todo?

-¡Yo jamás me aburriría de ti, Zelda!

-Despertaste de ti mismo cuando una nueva aventura hirvió tu sangre… Hasta que yo estaba en peligro. –Zelda bajó la mirada.

¿Cómo era eso posible? ¿Cómo es que Link había perdido de una manera tan drástica la noción del tiempo? Estaba… ¿Cansado de sí mismo?

Link comenzó a temblar y soltó la mano de Zelda. Su vista se hizo nublosa y repentinamente todo se desvaneció; “No te vayas” fue lo último que escuchó antes de que la oscuridad lo cubriera todo.

 Capítulo dos: Un viaje al pasado

Link abrió los ojos y despertó en un lugar totalmente diferente al castillo de Hyrule, se sentía mareado y le dolía un poco la cabeza. Al incorporarse del todo, se dio cuenta de que no conocía ese lugar.

Se encontraba ahora en un inmenso mar de arena que al principio confundió con el desierto Gerudo, pero no, había algo diferente en este otro desierto que no podía explicar.

-¡¿Quién anda ahí?!- gritó al escuchar pisadas en su espalda. Era un joven con ropajes extraños.

-Mi nombre es Sheik, de los Sheikah…. Y sí, no pongas esa cara, sé que en tu tiempo ya no existimos. Te encuentras en un tiempo muy diferente al tuyo, sé por qué estás aquí, yo fui quien te trajo.

¡¿Qué?! ¿Un tiempo diferente el al suyo? La información era demasiada para poderla retener. No había aclarado ninguna duda antes de que mil preguntas más surgieran a la luz. Todo pasaba demasiado rápido.

- Te preguntarás cómo es que sé de ti- Continuó Sheik- Pues bien, en tu reino hay una vieja anciana llamada Impaz que aún porta sangre Sheikah, si no me equivoco, debió enviarte una carta en la que escribía que Zelda estaba en peligro

Link recordó la carta que había llegado a Ordon al inicio. “Así que ésta había sido escrita por Impaz” pensó.

- La anciana Impaz se puso en contacto conmigo en cuanto la princesa cayó enferma, Impaz sabía que en este tiempo es el único lugar donde existe la cura para la princesa.

Link quedó perplejo, parecía que aquel hombre llamado Sheik había memorizado todo lo que tenía que decir ¿Fue enviado al pasado por una raza extinta, los Sheikah? ¿Para qué lo necesitaban en un pasado tan lejano? A Link le costaba asimilar todo eso.

-Ven, no hay mucho tiempo – Sheik dio la vuelta, mirando hacia una torre de piedra que estaba cerca de ellos.

-¿Tiempo para qué? – Decía mientras seguía a Sheik

-¿Acaso no quieres salvar a Zelda? – Sheik abrió una especie de puerta en aquella gran columna de roca – Entra – Le dijo – Te llevaré con la líder de nuestra raza.

Se adentraron silenciosamente en aquel pasadizo, los dos estaban muy callados, Link no sabía qué hacer o decir. Se dejó guiar por Sheik hasta que ese camino estrecho se despejó para mostrarles un pintoresco escenario. Llegaron a un extraño campamento. A primera vista se notaba que en aquel lugar residían los Sheikah, personas todas con ojos rojos. Y había muchos de ellos comprando en pequeños puestos y corriendo de allá para acá.

-¿Con que este es el famoso chico del futuro? – Una mujer de cabellera blanca y trenzada se acercó a ellos.

-Lady Parim – Dijo Sheik en su presencia mientras hacía una pequeña reverencia

-¿Fue por éste que utilizaste toda tu magia? – Decía Lady Parim mirando despectivamente a Link – Tu magia era muy importante para nosotros, Sheik

-Lady Parim ¿Olvidas que nuestra prioridad no es nuestra supervivencia? Sino la de la familia real

-Lo siento, hijo. Sólo me preguntaba si haces todo esto porque de verdad esperas salvar a una princesa que no conocemos… O si lo haces para remediar el error que cometiste – Dijo Parim.

Sheik hizo una mueca de dolor que nadie notó porque su boca estaba tapada con una especie de turbante, sus ojos miraban con rencor a su madre.

-Llévalo con Niliet y dile que no sólo le damos permiso, sino también ayuda para recuperar la flor – ordenó la líder de los Sheikah al notar la mirada furiosa de su hijo.

Se podía cortar la tensión en el aire. Cada vez más misterios surgían ¿Niliet? ¿Permiso para recuperar una flor? “¡Maldita sea! ¿Acaso en este mundo las cosas no pueden ir un poco más lentas?” Pensaba Link, mareado por tantas incógnitas.

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