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La Humildad Como Forma De Liberacion


Enviado por   •  23 de Octubre de 2014  •  1.466 Palabras (6 Páginas)  •  153 Visitas

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La humildad y solidaridad como formas de liberación

Esta experiencia carcelaria termina por poner a Pablo, a los ojos del público e ideología romana, en los puestos más bajos de la jerarquía social timocrática. Si la ideología dominante es una constante competencia, él está en el lugar de los perdedores. Desde ese lugar de anonadamiento lee Pablo la experiencia ‘crística’ y desde allí exhorta a la comunidad. Así aparece una expresión totalmente incompatible con la prácticas sociales vigentes en el imperio: “con humildad, estimando cada uno a los demás como superiores a si mismo” (2:3). Esa “modestia” destruiría el orgullo de clase, de abolengo, de poder plutocrático que constituye la base ideológica del imperio. Uno debe demostrarse superior a los demás, porque esa superioridad da derechos, dice la representación social imperial.

Pero el fundamento de esto es, como dijimos, la misma experiencia del Mesías Jesús. Es desde la identidad con los más humildes de los humildes, con las no-personas de la esclavitud que se revela la voluntad liberadora del Dios trascendente. Es en ese crucificado de la historia que se muestra la gloria del Dios eterno, ante la cual tendrán que inclinarse los que hoy se creen victoriosos y poderosos, se creen eternos de una eternidad que se sostiene en base a las armas y un prestigio alimentado por su propia ambición. Este poema central de la carta pone en evidencia justamente el sentido del camino liberador, desde la humildad, confrontado con el camino del opresor, que es el que esclaviza, el que destruye y crucifica.

Justamente, en el himno cristológico del capítulo 2:5-11 se señala que el Mesías Jesús “tomó forma de esclavo”. Es más, se señala que tomó forma de esclavo para volverse “en semejanza de humano”. Este orden (primero esclavo, luego hombre) no es tampoco un detalle menor: para la antigüedad clásica, Aristóteles incluido, los esclavos no son humanos. Hacerse esclavo para destacar la humanidad del esclavo desde la misma esclavitud es todo un camino “ideológico”. Más cuando lo que se destaca no es la obediencia del esclavo sino su desobediencia al orden constituido. Efectivamente, cuando en ese himno se señala que se hizo “obediente hasta la muerte, y muerte de cruz”, se establece una aporía, una irresoluble contradicción interna en la expresión, ya que la cruz se destina, no al esclavo obediente sino al desobediente, a quien no se resigna a su lugar deshumanizado y se rebela en busca de su libertad. Por lo cual la obediencia de Jesús no es una obediencia al orden vigente, que deshumaniza al esclavo, sino a su condición de ser humano libre, de la dignidad que tiene la figura divina plasmada en el humano desde la creación, y de la que Jesús es también portador .

Por lo tanto esta “humildad” que predica Pablo no se trata simplemente de la modestia personal como virtud relacional, ni de la timidez que hace sonrojar ante el poderoso que avasalla, que se desanima ante el ambicioso que se impone; no es un consejo sabio de una ética individual. Es, en cambio, la experiencia mesiánica, por lo que es una experiencia de construcción colectiva, es el camino que lleva a la plena humanidad. La humanidad que se libera y construye desde las relaciones gratuitas, desde la entrega. Es, sí, la solidaridad con el esclavo, pero con el esclavo que se declara y actúa por la libertad y de allí que sea crucificado. No el esclavo obediente que muere trabajando para su patrón, o agotado en las explotaciones imperiales. Es el esclavo que, en su humildad, se hizo obediente a su libre condición humana, y afronta la muerte (de allí que sea “muerte de cruz”). En esa experiencia de Jesús lee Pablo la alternativa que hoy le pone delante de su condición de preso a ser sentenciado, y le permite hablar con libertad en público (eso significa la expresión griega parresia, que usa en el contexto de su testimonio carcelario –1:20).

Desde esa experiencia que lo pone en las puertas de la muerte (2:17) es que Pablo exhorta a la comunidad. El esclavo a punto de ser sentenciado se permite reclamar la obediencia aun en su ausencia (2:12): toda lógica de poder es subvertida, todo sentido de autoridad basado en el prestigio y lugar social queda cuestionado. Es la buena voluntad la que resulta ser el verdadero poder que hace obrar constructivamente a los y las creyentes. Lejos de ser motivo de ansiedad y amargura, esa experiencia de “abajamiento”

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