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La Integracion De Las Universidades En El Emprendedurismo

AlejandraJisa23 de Enero de 2014

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Introducción

Actualmente prácticamente nadie discute que el papel de las universidades no se restringe sólo a las actividades de enseñanza e investigación. Es más, la sociedad demanda una mayor implicación de las universidades en el desarrollo económico y social del territorio. Este proceso ha originado la aparición y consolidación de un nuevo tipo de universidad: la universidad emprendedora. La consolidación de la “tercera misión” como mecanismo de reorientación de las universidades y el interés de los diferentes niveles de gobierno en cada territorio en la participación activa de las universidades en el desarrollo económico y social, promueve la concreción de un nuevo entorno favorable a la implantación y desarrollo del emprendedurismo y la colaboración universidad-empresa.

En este nuevo entorno debe dar cabida a nuevos agentes entre los ya existentes que, de forma conjunta, van a desempeñar papeles distintos con el fin de propiciar la implicación de las universidades en esa tercera misión.

Entonces se debe ofrecer un nuevo modelo conceptual para la transferencia de conocimiento y el apoyo al crecimiento de empresas en un contexto de universidad emprendedora. Con su aplicación se demuestra que la correcta definición de los diferentes agentes, actividades, instrumentos, objetivos y necesidades, resulta de gran ayuda para organizarlos y gestionarlos adecuadamente bajo el proceso de Fomento del Emprendedurismo. Adicionalmente, esta nueva conceptualización sacara a la luz que existen nuevas formas de contribuir al crecimiento y desarrollo económico social del educando y del entorno en que se desarrollara profesionalmente en un futuro no muy lejano.

La sociedad demanda cada vez más una mayor implicación de las universidades en el proceso de desarrollo económico y social de las entidades y regiones con las que cohabita. Ello ha dado lugar a la denominada universidad emprendedora, la cual combina e integra las tradicionales actividades de educación e investigación con la contribución al desarrollo económico y social (Etzkowitz, 1998; Goddard, 1998). Esta nueva consideración de la universidad como emprendedora requiere de un rediseño de su estrategia global, de modo que ésta le permita cumplir con los retos impuestos por su nuevo papel en la sociedad.

El fomento y difusión de la cultura emprendedora en el seno de la universidad y a todos los niveles de la misma (enseñanza, investigación e incluso la propia gestión), se muestra como una pieza clave de dicha estrategia y para favorecer la contribución económica y social de la universidad de forma realmente efectiva. Por consiguiente, para atender con éxito a las demandas de la sociedad y ser reconocida como universidad emprendedora es necesaria una fase de transformación no sólo en cuanto a objetivos y estrategias de la universidad, sino en su propio comportamiento y cultura, tanto a nivel institucional como personal.

Esta transformación de la universidad tradicional hacia una emprendedora ha sido estudiada por Clark en universidades tanto europeas (Clark 1998) como del resto del mundo (Clark 2004), identificando cinco elementos comunes que favorecen dicha transformación, entre los que cabe destacar la existencia de una cultura emprendedora integrada tanto en la institución como en la actitud y la forma en que sus agentes desempeñan sus actividades.

En este contexto, y partiendo de la base de la existencia de un cierto nivel de cultura emprendedora integrado en las universidades, encontramos que una de las principales actividades que deben llevarse a cabo dentro de su nuevo papel como emprendedoras es el fomento del emprendedurismo.

Para el desarrollo de dichas actividades deberemos tener en cuenta tanto nuevos agentes como nuevos roles para los ya existentes.

Ello implica, por una parte, la puesta en común de los diferentes objetivos de los agentes implicados y, por otra, poner en relación estos objetivos individuales con los objetivos de la universidad como entidad y atendiendo a su nuevo rol como emprendedora.

Para ello es necesario desarrollar un marco sistémico (Clark, 1996; CERES, 1998; Etzkowitz, 2003) que integre a los diferentes agentes y sus objetivos de forma que permita obtener una imagen clara del proceso. En este modelo para el proceso de universidades emprendedoras se centra en la promoción y desarrollo de cuatro áreas claves:

(1) fomento del emprendedurismo,

(2) apoyo al emprendedor,

(3) apoyo a la creación de empresas y

(4) apoyo al crecimiento de empresas.

En este contexto, se debe analizar, en primer lugar, qué agentes están implicados y qué necesidades satisfacen (tanto del modelo como de los emprendedores y empresas). En segundo lugar, empleamos este enfoque para reconocer si estas necesidades pueden satisfacerse con la aplicación de nuestro modelo de emprendedurismo desde un punto de vista práctico, la metodología de análisis propuesta, se presenta como una herramienta útil para la determinación de las debilidades y fortalezas de estos emprendedores ya que al auto evaluarse por medio de este análisis, nos ayudará a diseñar y mejorar las diferentes herramientas y actividades que deberán llevarse a cabo en dicho proceso para su funcionamiento óptimo.

El modelo se basa en la comunicación y colaboración, dentro de un marco común, entre los distintos agentes que se interrelacionan en el proyecto elegido, por tanto, éste sólo tendrá éxito si los agentes trabajan empleando redes de cooperación y con un comportamiento emprendedor, lo que les permitirá alcanzar mejor sus respectivos objetivos atendiendo a la vez sus objetivos generales.

El Proceso de Fomento del Emprendedurismo y Apoyo al Desarrollo de Empresas: un Enfoque Integral

Marco Teórico y Contexto

La contribución social de las universidades se encuentra actualmente, una vez más, entre los temas que reciben una atención privilegiada por parte de investigadores y políticos. En este sentido, la idea de universidad emprendedora es ampliamente reconocida como el marco en el que realizar dicha contribución, en oposición al concepto clásico de universidad y su contribución social1. De acuerdo con el nuevo rol de las universidades, encontramos la creencia generalizada de que, cuanto mayor es el número de empresas spin-off que una universidad es capaz de crear, tanto más emprendedora se considerará a dicha universidad. A este respecto, coincidimos con Clark (2004) cuando afirma que “el emprendedurismo en las universidades no debería ser visto como un sinónimo de comercialización”. Por otra parte, el estudio de las universidades emprendedoras de mayor éxito a nivel mundial ha dado lugar a una extensa producción literaria relacionada tanto con sus características como con el modo en el que las universidades pueden convertirse con éxito en emprendedoras.

Algunos de estos trabajos se pueden encontrar en O’Shea et al. (2007); Etzkowitz (1983, 2004); Clark (1998), entre otros. Según estos autores, la universidad emprendedora puede ser entendida como una organización flexible que interactúa con su entorno social y económico adaptándose a los cambios y buscando recursos adicionales de financiación para la investigación y la enseñanza.

Las universidades emprendedoras tienen en común un núcleo de gobierno fuerte, una periferia de desarrollo amplia, un centro académico motivado, una base de financiación diversificada y una cultura emprendedora integrada, tal como describe Clark (1998). Este autor sin embargo, no formula la dependencia y la relación existente y necesaria entre estas cinco características para la transformación de la universidad tradicional en emprendedora.

Tal y como se ha definido en el párrafo anterior, y según se pone de manifiesto en la literatura sobre la tercera misión de la universidad (Molas-Gallart et al, 2002), la universidad emprendedora debe atender a un amplio número de actividades relacionadas con sus tres roles básicos: enseñanza, investigación y contribución al desarrollo socioeconómico; y, al mismo tiempo, tienen que ser gestionadas como un todo. Todas estas actividades, incluyendo la gestión, deben ser desarrolladas por la universidad acorde con su denominación de emprendedora, lo que implica que una gran variedad de agentes, instrumentos e infraestructuras deben estar involucrados en las mismas. En este sentido, unas de las infraestructuras que adquiere mayor relevancia dentro de la nueva misión de la universidad son los parques científicos, los cuales, de acuerdo con nuestro concepto de Universidad Emprendedora, consideramos que están estrechamente relacionados con la “amplia periferia desarrollada” de la universidad2.

1 Grit (2000) también reconoce la “universidad crítica” como otra reacción de las universidades a la sociedad.

El concepto de cultura emprendedora es definido por Gibb (1999) como el “conjunto de valores, creencias y aptitudes comúnmente compartidas en una sociedad, la cual sostiene la idea de que es deseable un modo de vida emprendedor apoyando continuamente la búsqueda de un comportamiento emprendedor efectivo por parte de los individuos o grupos”. En estrecha relación con este concepto y, atendiendo a las actividades que la universidad emprendedora debe desarrollar como parte de su tercera misión, nosotros identificamos dos tareas críticas.

La primera es el Fomento del Emprendedurismo, que integra, por un lado, el proceso de dinamización (Castro Martínez et al, 2001)

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