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La Mujer Adúltera (Juan 8:1-11)


Enviado por   •  10 de Abril de 2014  •  1.226 Palabras (5 Páginas)  •  732 Visitas

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Cuando se habla de la ética, nos referimos a las acciones humanas y su rectitud o sea a la conducta ideal del hombre según sus costumbres y forma de vivir. En el pasaje de Juan8:1-11, vemos la historia de un acto acusador y a su vez un acto liberador y exculpatorio. En el escenario…Jesús, la mujer adúltera, los fariseos. Todos conocedores de la ley y de lo que ellos debían y no debían hacer.

Los fariseos se acercan a Jesús para obtener un veredicto de muerte contra la mujer. Intentan ponerlo en una trampa con el fin de acusarlo usando sus propia palabras en su contra. En Levítico 20: 10 dice: “Si alguien comete adulterio con la mujer de su prójimo, tanto el adúltero como la adúltera serán condenados a muerte.” Mientras que la ley Romana decía: que los judíos no podían aplicar la pena de muerte sino que debían ser los tribunales romanos. (Esto lo vemos cuando van a juzgar a Jesús), Juan18:28-31 dice: “28 Luego los judíos llevaron a Jesús de la casa de Caifás al palacio del gobernador romano. Como ya amanecía, los judíos no entraron en el palacio, pues de hacerlo se contaminarían ritualmente y no podrían comer la Pascua. 29 Así que Pilato salió a interrogarlos: — ¿De qué delito acusan a este hombre? 30 —Si no fuera un malhechor —respondieron—, no te lo habríamos entregado.31 —Pues llévenselo ustedes y júzguenlo según su propia ley —les dijo Pilato. —Nosotros no tenemos ninguna autoridad para ejecutar a nadie —objetaron los judíos.” Los fariseos no tenían la intención de hacer justicia a la mujer adúltera y mucho menos mostraron interés en ella más allá de que fuera un instrumento humano para intentar atrapar a Jesús y someterlo a sus deseos inescrupulosos aún ellos siendo los conocedores de la ley. Si Jesús, culpaba de muerte a la mujer, sería acusado ante los romanos, por emitir sentencia de muerte; si decía que no debía morir, sería acusado de estar en contra de la ley de Moisés. Pero, Jesús… les sorprende con sus sabiduría divina y los lleva a desistir de sus intenciones con su propia conciencia y ajusticiando individualmente sus acciones, o sea aquilatando su supuesta “pureza”, “moral” y “ética”, que por su inercia ante actitud calmada de Jesús, vemos que no eran limpios de pecado, que ellos también no actuaban moralmente bien.

Jesús conocía la intención hipócrita de ellos, pero actúa en control, frente a las exigencias de los fariseos cuando le dicen: Tú pues, ¿qué dices?, Jesús, se inclinó comenzó a escribir en el suelo con su dedo. Al insistirle en su deseo de obtener un veredicto de la boca del maestro, escuchan que dijo: El que de vosotros esté sin pecado sea el primero en arrojar la piedra contra ella. Jesús, fue juez con sus palabras y en vez de haber una acusada, todos fueron auto acusados, por su propia maldad, por su hipocresía, por sus pecados. Jesús, éticamente no mencionó ningún pecado, no los vociferó como ellos contra la mujer. Él no los puso en evidencia o les restregó la ley, Jesús, fue sabio y dejó que la palabra ejerciera su efecto en ellos. E inclinándose de nuevo hacia el suelo, siguió escribiendo en tierra. Pero ellos, al oír esto, acusados por su conciencia, salían uno a uno, comenzando desde los más viejos hasta los postreros; y quedó solo Jesús, y la mujer que estaba en medio. Luego, observamos una vez más, que la ética de Jesús no era punitiva y vemos al Jesús, misericordioso, restaurador, salvando a quien se había perdido. Enderezándose Jesús, y no

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