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La estructura social


Enviado por   •  10 de Noviembre de 2013  •  Ensayos  •  8.704 Palabras (35 Páginas)  •  369 Visitas

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La importancia de retomar los procesos deshumanizantes en la composición de la estructura social encamina el hecho de encarar creencias basadas en el dolor y sometimiento entre los humanos para descubrir y acrecentar las realidades que envuelven nuestra vida, como lo es la tortura defendida públicamente, lejos de convertirse en una práctica aislada y en trance de extinción, pasó a ser planteada como una necesidad, incluso en los medios académicos. La tortura, ahora justificada como la medida necesaria para combatir a terroristas sociales, se convierte en uno de los recursos más habituales del instrumental penitenciario. Desde el día en que son arrestados hasta el último día del cumplimiento de la pena y no solamente con el objetivo de obtener información, los presos conviven con variadas formas de tortura, generalmente desencadenadas por motivos banales, muchas veces aplicadas colectivamente y normalmente en presencia de testigos diversos. Si en el pasado la tortura acostumbraba a quedar restringida al ámbito policial cuando el preso no había sido aún presentado a la autoridad judicial y era utilizada como medio de obtener confesiones. Hoy esta práctica está presente en todas las fases del proceso y en casi todas las unidades penitenciarias, y es utilizada también para castigar, intimidar, someter, coaccionar, extorsionar, humillar y deshumanizar a los presos.

Existe una idea expresamente difundida de que la tortura que periódicamente se produce dentro del marco institucional es consecuencia de una violación excepcional e incontrolada de las norma que gobiernan la conducta y producción de las instituciones carece de los mínimos requisitos de humanización, es un deseo del emisor y receptor de la tortura de representar los más profundos lastres sociales cargados por el poder y vulnerabilidad legitimada, banalizada, la tortura no sólo vuelve a estar presente en casi todas las prisiones latinoamericanas, sino que llega a las calles más miserables de nuestra ciudad en estos territorios abandonados por el Estado como si estuvieran fuera del ordenamiento jurídico, todo está permitido, incluso la invasión de los domicilios sin órdenes judiciales, las requisas abusivas y vejatorias, la tortura y hasta la ejecución sumaria con el aumento de las desigualdades sociales y la producción de una subjetividad despolitizada volcada solamente sobre sí misma e intolerante con la alteridad las distancias sociales se amplían tanto que ya no parecemos habitar en un mundo común. El otro es percibido a partir de referencias negativas, en especial cuando se trata de un loco o criminal, y es excluido, no sólo en términos territoriales, sino especialmente en relación al universo de valores y garantías que deberían ser comunes a todos sin relevancia para la sociedad integrada la vida de estos miserables es considerada innecesaria y sus derechos se muestran desprovistos de cualquier protección una vida desprovista de protección jurídica, como si estuviese fuera del derecho, es considerada como indigna de ser vivida. Puede, por lo tanto, ser impunemente eliminada sin que su muerte sea siquiera calificada de homicidio en el caso de todos que a pesar de ser victimizados ofrecieron un gran daño en acciones penalizadas pero que juegan un papel fundamental del círculo de violencia que fomenta el entorno de hostilidad presente en las acciones y en la vida cotidiana de los encarcelados. Una sociedad subsiste si respeta el bien común cuando se llama “educación” a la manipulación y a la sumisión de la libertad, se pierde el ser y se genera crueldad. El hombre cambia conforme adquiere conocimiento y configura una civilización, pero si le falta libertad, si desconoce la fe en la vida, también pierde el camino del ser para buscar, desenfrenadamente la identidad y equilibrio las apremiantes preguntas, brotan de esta premisa ¿dónde estoy y hacia dónde me dirijo?, se convierten en: ¿qué poseo y qué poseeré? El yo se vuelve vulnerable. El antagonismo ahoga la solidaridad. El bienestar común cede el paso al egoísmo y el ser humano pierde identidad y desaparece, convertido en un simple número, como uno más en la gran ciudad se desata entonces la ira en odio hacia los demás, sobre los que se vierte el rencor comprendiendo al ejecutor de tortura la normalidad de la tarea del torturador se basa justamente en que no pasa de ser eso una tarea un trabajo la tortura constituye una experiencia límite de agresión física y psicológica, que pone constantemente a la persona en riesgo vital y que representa un severo y sostenido stress psicosomático. Dada la masividad y globalidad del daño, así como las particulares condiciones de indefensión en que se vive, se constituye desde el punto de vista clínico-psicológico en una experiencia traumática, con consecuencias inmediatas y a largo plazo para la salud mental las técnicas de quebrantamiento físico-psíquico y moral se dirigen a la destrucción de la identidad del torturado tal experiencia de desintegración persiste más allá de la tortura y se manifiesta en pérdida de la auto-estima, del sentimiento de dignidad, vivencias de confusión respecto de sí mismo, extrema fragilidad y culpa, asociadas en el período post-traumático impactos que en la sociedad influyen en la construcción de una identidad plagada de violencia y sometimiento una reproducción disociada de los comportamientos cada vez mas inhumanos , coartando la extensión de la conciencia social como método correctivo, por ello la implementación de las cárceles representando una encrucijada de incongruencias siendo el objeto ominoso por excelencia ofreciendo una imagen banal sino divertida es un elemento central del modelo de socialización , del código moral , de la modulación de la conducta y sin embargo es invisibilizada ya por la rutina por el hecho que involucra el alejamiento del contacto social es un elemento de retroceso .

Inicialmente se pensaba que los torturadores eran personas con graves anomalías psicológicas que disfrutaban atormentando a sus víctimas, lo cual sin duda ocurre en algunos casos. Pero la práctica dela tortura constituye una entidad técnica de la guerra de baja intensidad puede ser ejercida por cualquier miembro de la sociedad con un marco ético “común y corriente” siempre y cuando se le fomente su sumisión incondicional a una autoridad que le libere de la responsabilidad de sus actos personales y, además, se le presente su actividad de torturador o represor como socialmente necesaria. La tortura es una experiencia de desintegración en la que el yo constantemente es amenazado de disolución, no puede sostener los procesos psíquicos ligados a la auto conservación, se fantasea la muerte como alivio. En las sesiones de tortura en las que el cuerpo es sometido a un trato salvaje y la dignidad es pisoteada, la alternativa es protegerse mediante el reforzamiento

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