La función docente en la organización del salón de clases

La función docente en la organización del salón de clases

El presente texto explica la función organizativa del docente en el salón de clases desde la perspectiva del modelo por competencias, debido a que es el que actualmente se implementa o trata de implementar en nuestro país por las directrices de nuestros organismos máximos de educación.

Haber desarrollado la competencia organizativa, implica, básicamente el dominio de los conocimientos, habilidades y actitudes para la planeación de situaciones de aprendizaje que consideren el manejo adecuado del tiempo, los recursos y demás elementos involucrados en la ejecución de acciones encaminadas a que el educando aprenda. Al igual que el resto de las competencias, esta se evidencia en exhibiciones reales, en términos de criterios de calidad previamente definidos.

Algunos aspectos que deben considerarse para desarrollar la competencia organizativa son:

a) Sistematización de actividades. Dado que la práctica educativa es un conjunto de acciones intencionadas, no hay lugar para que la improvisación sea regla, sino la excepción en circunstancias especiales. Cada una de las actividades que se plasmen en una situación didáctica debe llevar el propósito de hacer pasar al sujeto de un estado de no saber al saber, de un saber hacer al hacer, y de un no ser al ser; ésa es precisamente la función principal de un maestro competente, y que se logra solamente mediante acciones organizadas e intencionadas.

b) Participación colaborativa en la planeación de los proyectos institucionales. Si consideramos que la práctica docente no es una actividad aislada, ni autónoma, el docente, con una competencia organizativa desarrollada, tiene la capacidad de participar en el diseño y ejecución de proyectos institucionales que contemplen metas y acciones colegiadas, para mejorar la vida institucional y para elevar la calidad de los servicios educativos que ofrece la escuela.

c) Planeación pertinente. Este aspecto se refiere a la sistematización de acciones y recursos que van a permitir el deslazamiento de una situación real a una situación esperada. Ya aplicado al proceso de enseñanza aprendizaje, implica la dosificación de contenidos en unidades de tiempo con base en el programa y si respectivo perfil de egreso.

d) Optimización de tiempos y recursos. Un docente que ha desarrollado la competencia organizativa, es capaza de hacer las adecuaciones necesarias para lograr los propósitos planteados con anticipación, a través de diversos medios, de manera que ni el tiempo ni los recursos son un obstáculo. Éstos se optimizan de manera que se logren las metas esperadas en tiempo y forma.

e) Manejo de agendas y otras formas de organización de tiempos y espacios. Las actividades que constituyen el proceso de enseñanza-aprendizaje son de carácter intencionado y sistemático, por ello, requieren que el docente recurra a formas de organización de los tiempos y los espacios, de manera que no haya obstáculos en el logro de los resultados esperados.

f) Planeación de visitas guiadas y participaciones interescolares. En este esquema de cosas, el docente que ha desarrollado la competencia organizativa debe prever situaciones de aprendizaje diversas que no necesariamente sean llevadas a cabo en el aula o en la escuela, sino también aquellas que impliquen salidas del plantel o intercambio con otras escuelas; oportunidades éstas que permiten abarcar ámbitos de acción y apropiación de contenidos que involucren diversas disciplinas.

Desde otra perspectiva, la función organizativa puede verse así.

A lo largo del tiempo, los profesores han empleado un enfoque de “ensayo y error” respecto a la organización del salón de clases (Charles, 1989). Las estrategias utilizadas por los docentes con frecuencia se han caracterizado por el uso de la fuerza, el castigo y la amenaza. El siguiente incidente, en el que Abraham Flexner, padre de la medicina moderna, recuerda sus primeras experiencias docentes, refleja la aproximación inicial a la disciplina.

-Mi problema principal como maestro era mantener la disciplina entre los muchachos […] Recuerdo que el primero o el segundo día de clases, un muchacho llamado Davis comenzó un alboroto durante el inicio de una clase de latín de más o menos 50 alumnos. Tomé una decisión rápida. Salí del aula y me dirigí a la oficina del profesor Kirby (el director) a pedir su ayuda para restaurar el orden, con la promesa de no volver a solicitar su apoyo si me ayudaba […] Al entrar al salón, levantó su regla y con sus ojos llameantes me pidió que señalara al culpable. Cuando apunte a Davis, se dirigió hacia él […] pero considerando que la discreción es la mejor parte del valor, Davis buscó una ventana abierta y saltó.

¿Hay alguien más?, preguntó

No, dije, los otros se han comportado bien.

(Manning, 1959)

Si bien este incidente resulta un poco ambiguo, ilustra tres elementos importantes de la organización del aula. Primero, el reconocimiento de Flexner de que los maestros necesitan mantener el orden en sus salones. Segundo, que la disciplina aún es problema importante en nuestras escuelas. Como señala Lasley (1987), “los estudios de maestros principiantes, en realidad de todos los maestros, revelan en forma consistente que la disciplina y la organización del salón de clase se perciben como una de las dimensiones más difíciles y problemáticas de la docencia”, y ello genera fuertes emociones entre los profesores (Emer, 1994). En tercer lugar, este incidente suele ser característico de la forma en que se ignora la cooperación de los estudiantes. Lamentablemente, en lugar de reforzar el comportamiento deseable, muchos maestros utilizan el castigo físico para desalentar la conducta indeseable. En muchos

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