La muerte: De aspecto intenso y fantasmal.
90898887azulApuntes24 de Enero de 2018
6.616 Palabras (27 Páginas)93 Visitas
LA HORA DE LOS MUERTOS
Antonio Lobo.
Personajes:
La muerte: De aspecto intenso y fantasmal.
Mariana: Activa y hermosa. 29 años de edad.
Ricardo: De noble presencia y realista. 32 años de edad.
Indicaciones para los actores: Mariana siempre irá adelante en la conversación y en pensamiento, será mordaz en ocasiones; en consecuencia Ricardo tratará de ser cerebral, por momentos instintivamente sexual, depresivo y eufórico.
Mariana y Ricardo tendrán sólo una ocasión en la que se tocarán.
Escenografía: Pieza que detalle dentro de su manera de vivir, una sala-comedor. Sin espejos, la muerte desenvolverá ese papel.
Época: Actual.
La acción ocurre en los inicios del anochecer, en la casa de ellos. Cualquier ciudad que refleje los acontecimientos de esta pareja.
A manera de
prólogo
Música. Oscuro. Mariana enciende un cigarro. Luz tenue que ilumina solamente a Mariana y Ricardo. Ricardo hablará y estará relajado, mientras Mariana se comportará impaciente.
Ricardo
Esto podría ser una obra de teatro. Manejamos todos los géneros o casi todos los géneros en lo que llevamos platicando. En fin, tú dirás.
Mariana
Ahora soy yo la que no te entiende (Pausa.) Siempre has tenido una facilidad impresionante para evadirlo todo. Nada te basta y contradictoriamente nada….
Ricardo
Mira Mariana, cuando no quiero acordarme de lo de todos los días, con mala leche me unto en los dientes mermelada de chabacano y empiezo a retratarte en monótonos negros colores. Para ni acordarme de ello, charlo de lo que es tener una buena digestión, de las inundaciones en el Mato Grosso, de la prostitución y los besos de alcohol. Evito que me echen las cartas y hasta los filmes de ciencia ficción… pero mi suerte está adredemente coludida con mi memoria y mis dedos a cada punto cardinal de tu piel.
Mariana
Es absurdo hablar contigo. Por qué insisto si no entiendes.
Ricardo
A mí reclámame cosas o situaciones de nosotros. Tú traes arrastrando fantasmas y problemas añejos, algo que no me corresponde y no te das cuenta que yo quiero ayudarte.
Mariana
¿Qué es lo que no se entiende. Los virajes de mis ojos o los vuelcos de las expresiones?
Ricardo
Te leo sin que lo seas y sin que lo sepas en todas las treguas y con mi computadora apagada, un metro sin ti es para hacerme viajar, acordarme y juntar tus palabras de días atrás es el enlace entre mis uñas y las ganas.
Mariana
Para entonces te cuesta trabajo entender el dúo de mi sombra, las jaranas de mi yo, como el que en un cuarto no caben dos tercios.
Ricardo
Mariana, cuando algo me preguntas siento que me roes los huesos…
Mariana
…y que en la respuesta se te va media vida insatisfecha. Ya me lo sé. No continúes por favor.
Ricardo
Tu nombre me hace andar a gatas luego que estoy solo.
Mariana
Y ahora vendrás a decirme que me formaste como diccionario mitológico, por tanto…
Ricardo
Por tanto…
Mariana
Por tanto (Pausa breve.) Ayer es hoy en el filo de un momento herido.
Hay un desvanecimiento de luz y se da la sensación de la noche.
Acto Uno
Cae la noche. Tanto afuera como adentro se percibe el ruido de los carros que pasan por la casa. Conforme se va iluminando el escenario se ven dos sombras. No hay diálogo entre ellas pero si un lazo comunicativo. Se ve a Ricardo vestido cómodamente, sentado a la mesa observa unas fotografías tomando una cerveza. La muerte es la sombra de él en estos momentos. Hay pocos muebles permitiendo la circulación. Silencio.
Muerte
1/ He salido de tu sueño y solamente ahora
puedo contar las muertes que tengo y que visito.
Fuera de ti los pájaros se asfixian
se arrojan al vacío y mueren. Fuera de ti
puedo mirar el iris de la noche y río.
Es el comienzo de tu nombre este silencio.
Fuera de ti queda el aullido de los lobos.
Entra Mariana.
Mariana
¡Ah! Ya estás aquí. Por lo visto llegaste temprano.
Ricardo la ve de reojo. Deja sus fotos y se dirige a saludarla. A partir de este instante la muerte adquiere movimiento Ad libitum.
Mariana
(Deja sus cosas sobre la mesa. Premeditado.) ¿Arreglaste las llaves del baño como te lo pedí?
Ricardo
No tuve tiempo. Además no hay empaques.
Mariana
¡Eres increíble! Me dices que no tuviste tiempo y te veo aquí, descansando, tomando una cerveza y mirando tus pinches fotos. Las llaves están sin repararse ¿Cuánto tiempo tiene que te pedí ese favor y no pudiste darte cuenta de que no hay empaques?
Ricardo
No es para que te enojes.
Mariana
Si no te das cuenta vengo llegando. Por todos lados hay tráfico. Aun aquí, en la calle de la casa. Antes ni un alma, ahora es insoportable. Y cuando llego a casa espero encontrarme con otra imagen… entonces te veo a ti, cómodo, a gusto, relajado, disfrutando de..
Ricardo
De mis fotografías Mariana (Conciliador.) Mira, vamos a tranquilizarnos.
Mariana
Ya sabes que no me gusta que me hables en plural.
Ricardo
Bueno, tranquilízate. Yo no soy responsable de lo que ocurre allá afuera (Intenta salir.)
Mariana
¿A dónde vas?
Ricardo
¿Qué te ocurre?
Mariana no contesta. Enciende un cigarro que lo único que hace es impacientarla.
Ricardo
Para ver si te alegras un poco ¡Te invito a cenar!
Mariana
¿A la calle?
Ricardo
¡Claro!
Mariana
Olvídalo. Me duele la cabeza.
Ricardo
Ese dolor de cabeza ya es muy constante. Deberías de ir a checarte o si quieres le hablo a Pedro.
Mariana
No, gracias.
Ricardo
Como tú quieras (Va abrazarla.)
Mariana
No me toques.
Ricardo
¿Qué te traes? No actúes como loca.
Mariana
No me digas loca ya lo sabes también.
Ricardo
Disculpa. Platícame, pues (Intenta llevarla al cuarto quedándose él a mitad del camino.)
Mariana
No, aquí mejor.
Ricardo
(Le da un trago a su cerveza.) Como quieras. Dime qué tan serio es.
Mariana
¿No te das cuenta, verdad? ¡No lo entiendes! ¡No lo ves!
2/ Nada me ata a nada.
Quiero cincuenta cosas al tiempo.
Con la angustia del ávido de came anhelo
no sé bien qué:
definidamente lo indefinido….
Duermo inquieta, vivo el soñar inquieta
del que duerme a medias soñando.
Me cerraron todas las puertas abstractas y necesarias.
Corrieron las cortinas ante todas las hipótesis que habría
podido ver en la calle.
En el callejón donde me encuentro no hay el número de
...