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La sociedad opulenta


Enviado por   •  14 de Agosto de 2014  •  Ensayos  •  2.968 Palabras (12 Páginas)  •  262 Visitas

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La sociedad opulenta", de John K. Galbraith (1958)

Resumen de "La sociedad opulenta", de John K. Galbraith (1958)

El resumen original y actualizado está en el siguiente link:

http://evpitasociologia.blogspot.com/2011/07/la-sociedad-opulenta-de-john-k.HTML

Sociología, sociedad de consumo, estructura económica

Resumen, comentarios y anotaciones por E.V.Pita (2011)

Título: "La sociedad opulenta"

Titulo original: "The affluent society"

Autor: John Kenneth Galbraith

Fecha de publicación: 1957

Valoración personal: el libro está escrito en un lenguaje llano y comprensible, y es muy ameno. Explica cosas que todavía vemos 50 años después en relación a los recortes sociales para reducir el déficit público. Se anticipa a las doctrinas monetaristas de Milton Friedman que prevalecerán entre 1980 y 2008.

Resumen: Galbraith observa en los años 50 que hasta los conservadores han abrazado la doctrina keynesiana de un estado que gasta en servicios públicos y estimula la demanda, la producción y el consumo. El problema es que los conservadores no protestan por la subida de impuestos porque el Estado se gasta el dinero en armas para proteger a los más ricos de la amenaza comunista. Guerras como la de Corea, o la futura de Vietnam, movilizaron millones de dólares del sector público, lo que no deja de ser pura doctrina keynesiana [nota del lector: es la misma receta keynesiana que aplicó la Alemania totalitaria entre 1933 y 1939 para reducir el paro mediante un programa de rearme y construcción de autopistas].

Sin embargo, Galbraith considera que ese gasto en armas podría dedicarse a mejorar las escuelas públicas o la sanidad, porque en el país hay muchas bolsas de pobreza que no han sido eliminadas. "La gente cree que es una cuestión de si son blancos o negros, diferencias difíciles de arreglar, pero nadie piensa en que la solución es hacer una buena escuela", dice. [Nota del lector: últimamente, las propuestas de los recortes fiscales siempre inciden en la sanidad o la educación, raramente en el gasto militar. Galbraith considera que los altos costes armamentísticos que gasta el Estado, con el consiguiente aumento de impuestos, son aceptados por los ricos porque sirve para defender su sistema de libre mercado de otros].

En los primeros capítulos de la obra, Galbraith analiza a los clásicos Adam Smith, Ricardo y Malthus y su explicación de la pobreza. Smith explica que la libre competencia es mejor que el control del Estado porque el mercado fija los precios reales y permite una distribución más racional de los recursos. Esta idea la aplica Ricardo a los salarios, que afirma que la ley de la oferta y la demanda hará bajar el salario del trabajador hasta el límite de subsistencia, lo que se ha denominado la Ley de Bronce de los salarios. O sea, ganar lo justo para vivir y un poco más para mantener a la familia. Por su parte, Smith explica que el crecimiento económico conllevará un aumento de la población, lo que volverá a ajustar los precios. Otros añaden que puesto que hay que maximizar el beneficio para formar capital y reinvertirlo, los salarios deben ir a la baja.

Y Malthus advierte que el crecimiento exponencial de la población no se compagina con la producción alimentaria y, por tanto, el mundo está condenado al hambre. Galbraith explica que los economistas clásicos contagiaron su pesimismo a todo el siglo XIX al creer que no hay salida para la pobreza y suponiendo que la riqueza generada por los formadores de capital se extendería al resto de la población por filtración.

Lo que ha ocurrido, según Galbraith, es que no se cumplíó la ley de bronce por tres motivos: porque los trabajadores que podían aportar un rendimiento marginal, aportar algo nuevo a la empresa, mejoraron su salario porque la empresa les reconoció sus costes de formación. Y, en todo caso, siempre habría un competidor dispuesto a contratar a un trabajador que va a producir más de lo que cuesta.

En segundo lugar, los que eran incompetentes y su producción era baja, fueron despedidos, y ocuparon puestos en la economía sumergida o fuera del mercado. Un tercer motivo fue que era necesario que los trabajadores se reprodujesen porque si no, al cabo de una generación, quedarían extinguidos, motivo por el cual los salarios tenían que haber aumentado hasta el punto de permitir criar a un hijo. Estas fueron las razones por las que los salarios se mantuvieron siempre por encima del nivel de subsistencia y la ley de bronce.

Lo que lamenta Galbraith es que a ningún economista clásico, que fueron quienes mejor interpretaron el mundo en que vivían, se le ocurrise dar una solución para reducir la pobreza, algo que consideraban inevitable.

Respecto a Veber y su libro sobre "Teoría sobre la clase ociosa", Galbraith le critica que se limita a describir como los más afortunados despilfarran esos beneficios que tanto ha costado acumular y que se supone que iban destinados a la inversión.

Otro clásico siniestro es Spencer, el que aplicó el darwinismo social a sus teorías de que solo sobreviven las empresas más fuertes y los trabajadores más competentes. Los negligentes y las empresas sin inicitiava serán inexorablemente barridas del mercado. No se debe alimentar con limosnas a los pobres porque eso es subvencionar la pereza. Los pobres también forman parte del sistema que no debe ser alterado. Los herederos de las grandes fortunas tienen derecho a ellas porque han heredado los genes triunfantes de sus padres. Galtbraith lamenta que la teoría de la economía clásica haya sido tan despiadada porque la realidad ha mostrado otra cara: monopolios que alteran el mercado, y personas compasivas que han fomentado políticas públicas de ayuda social a los más desfavorecidos.

En el capítulo 6 dedicado a Karl Marx, Galbraith reconoce su gran influencia como economista porque interpretó la economía de su tiempo desde distintos puntos de vista: imperialismo, mercado, lucha de clases, Estado... Galbraith comenta que Marx supo prever los monopolios y las depresiones economicas, aunque esta última no llegó a poder estudiarla con detenimiento. Sin embargo, aclara que sus estudios no pueden ser tomados como un dogma ya que si bien acertó en su época eso no quiere decir que lo vaya a hacer en el futuro, algo que les cuesta entender a sus más ortodoxos seguidores.

Hay

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