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Las formas elementales de la vida religiosa.

osospartanTesis30 de Mayo de 2015

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DURKHEIM, Emile

Las formas elementales de la vida religiosa. El sistema totémico en Australia

Akal, Madrid 1982.

CONTENIDO

El autor se propone estudiar cuál es la religión más primitiva, para poder concluir de ello un mejor conocimiento del hombre. El estudio del sistema totémico australiano le revelará un aspecto esencial y permanente de la humanidad, es decir, la naturaleza religiosa del hombre. Para Durkheim la religión es algo eminentemente social.

El hombre es doble: hay en él dos seres, uno individual, que tiene sus raíces en el organismo y cuyo círculo de acción se encuentra, por esta razón, estrechamente limitado, y un ser social, que en nosotros representa la más elevada realidad, sea en el orden intelectual, sea en el orden moral.

La obra se divide en tres libros y en una conclusión, cuyo contenido se va a exponer a continuación.

LIBRO I: CUESTIONES PRELIMINARES

Durkheim pretende definir el fenómeno religioso; para ello intentará averiguar cuál es la religión más primitiva.

En primer lugar habrá que definir qué es religión. Hay una serie de signos exteriores, fácilmente perceptibles, que permiten el reconocimiento de los fenómenos religiosos allí donde se encuentre. La religión es un sistema más o menos complejo de mitos, dogmas, ritos y ceremonias... Todas las creencias religiosas distinguen entre lo sagrado y lo profano. Entre ambos hay una heterogeneidad absoluta. Las cosas sagradas son aquellas que las prohibiciones protegen y aíslan. Las profanas son aquellas a las que se aplican estas prohibiciones y que deben quedar a distancia de las sagradas. En la p. 36 define claramente su concepción de la religión: "Cuando un cierto número de cosas sagradas sostiene entre sí relaciones de coordinación y subordinación, de modo que forman un sistema de una cierta unidad, pero que no forma parte de ningún otro sistema del mismo genero, el conjunto de creencias y ritos correspondientes constituye una religión."

El animismo y el naturalismo, a pesar de ser religiones muy antiguas no son las más primitivas; la más elemental será el totemismo. El animismo es falso, porque la noción de alma, que constituye el punto de partida de todas sus creencias, surge a partir de suenos e impresiones vagas. El naturalismo no corresponde a una tendencia natural del hombre, no es probable que las fuerzas de la naturaleza provocaran tal admiración en el hombre primitivo que llegara por ello a divinizarlas. Al contrario, el salvaje estaría muy acostumbrado a los fenómenos de la naturaleza. En realidad, el sol, la luna, el cielo, las montañas, los ríos, los vientos, etc., han sido divinizados tardíamente. Antes de ello los hombres se dirigieron a humildes vegetales o animales y los divinizaron.

Más allá del animismo y del naturalismo existe todavía un culto más primitivo: el totemismo. La palabra tótem aparece a finales del siglo XVIII. Alrededor del totemismo se iniciaron multitud de estudios. A partir de esos estudios aparece Australia como el terreno más favorable para el estudio del totemismo. Por esa razón Durkheim va a basar sobre todo su investigación en Australia, aunque también estudia algo del sistema totémico de los indios de América del Norte.

LIBRO II: LAS CREENCIAS FUNDAMENTALES

Pretende Durkheim recoger las nociones fundamentales de una religión.

En la base de la mayor parte de las tribus australianas existe el clan. Los individuos de un clan se encuentran unidos por un grado de parentesco; este parentesco no es debido a relaciones de consanguinidad, sino a que se lleva un mismo nombre. Cada clan se define por su tótem. Los objetos que sirven de tótem pertenecen al reino animal y al vegetal, raras veces a cosas inanimadas.

La distribución social es la siguiente: cada tribu consta de dos fratrías y cada fratría de varios clanes.

El tótem no es sólo un nombre, es un verdadero emblema, un blasón (con analogías al blasón heráldico). Las imágenes totémicas se reproducen sobre las paredes de las casas, los flancos de las canoas, las armas, los utensilios y las tumbas, incluso en el mismo cuerpo de los hombres. Los dibujos que representan el tótem suscitan sentimientos religiosos. El hombre, por ser miembro de un clan está también revestido de un carácter sagrado. Es portador de un nombre, y el nombre para el primitivo no es sólo una palabra, una combinación de sonidos, es algo propio del ser, esencial.

El totemismo nos ofrece también una concepción del universo. Los hombres han ido agrupando y jerarquizando las cosas del universo, precisamente porque son sociales.

Hay autores, como Tylor y Wilken, que creen que el totemismo proviene de una religión anterior. Según ellos el totemismo sería una forma particular de culto a los ancestros; el alma murió y volvió a animar algún otro cuerpo. Durkheim se opone totalmente a esta teoría. En contra de ello aduce que las sociedades en las que se fijan estos autores y de las que recogen estos datos, han llegado ya a un grado de cultura muy elevado, es decir, han superado la fase del puro totemismo. Además, esta teoría se basa en un error fundamental, que consiste en identificar el totemismo y la zoolatría, mientras que la verdad es que el animal no es adorado en absoluto; el hombre es casi igual al animal totémico, e incluso a veces dispone del animal como si fuera de su propiedad.

Hay una noción muy importante en todo totemismo: mana, es una fuerza, una influencia de orden inmaterial y, en cierto sentido, sobrenatural, pero ello se revela por medio de la fuerza física, o bien por todo tipo de poder o superioridad que el hombre posea. El mana no está en absoluto fijado en un objeto determinado, sino que puede estar materializado en todo tipo de cosas. Así pues, si atendemos a la génesis del pensamiento religioso, éste no se representó lo divino en la forma concreta de seres definidos y sensibles. La teoría totémica pretende mostrar que el culto totémico no se dirige a determinados animales o plantas, ni siquiera a una especie vegetal o animal, sino a una especie de vaga potencia que se difunde a través de las cosas. Lo que encontramos en el origen y la base del pensamiento religioso, no son objetos ni seres determinados , sino poderes indefinidos, fuerzas anónimas, que en definitiva se deben a lo que Durkheim denomina "fuerza religiosa".

Por otro lado, ¿cómo se origina la creencia en un tótem? El clan supone que existen fuerzas exteriores a ellos que los dominan y al mismo tiempo los sostienen. El tótem es como una bandera del clan, permanece grabado en los instrumentos de culto, sobre las paredes de las rocas, escudos, etc. Aunque el principio totémico tiene su sede preferente en un animal o vegetal, no podía quedar localizado en ellos, porque se extiende desde el ser totémico a todo aquello que de cerca o de lejos está relacionado con él. Así, poco a poco, a los tótems se le sumaron los subtótems y quedaron constituidos esos sistemas cosmológicos que traducen las clasificaciones primitivas.

Las primeras concepciones religiosas no provinieron de un sentimiento de temor o de angustia, sino que más bien sintieron a los dioses como protectores y familiares. El primitivo se siente ante un poder: el de la sociedad. Se equivoca cuando cree que su incremento de vitalidad es obra de un poder con forma de animal o de planta. Pero el error afecta únicamente a la letra del símbolo; por detrás de estas metáforas hay una realidad viva: la religión, que a su vez es un producto de la sociedad.

Otra de las cosas que se cuestiona Durkheim es el surgimiento de la noción de alma, espíritus y dioses. El alma se considera desde puntos de vista distintos según las tribus, a veces es parecida al cuerpo, otras veces se le atribuye el tamaño de un grano de arena, puede salir del cuerpo y volver. A veces casi se confunde con el cuerpo, está en la sangre, en el respirar, etc. No abandona fácilmente el cuerpo cuando este muere. Ahora bien ¿de dónde procede el alma? Durkheim se fija en un gran número de tribus de Australia central, y atribuye el origen del alma a unos hombres increados inmortales, que existieron en los orígenes, nuestros ancestros. No eran hombres en el sentido preciso de la palabra, sino animales o vegetales o seres mixtos. Son de la misma sustancia que el principio totémico. Y así, el alma no es más que el principio totémico encarnado en cada persona. La mayoría de estas tribus creen en la reencarnación. De este modo, según los estudios de Durkheim sobre estas tribus, las almas no proceden de Dios sino de otras almas.

Las religiones australianas conocen ya espíritus, héroes civilizadores e incluso dioses. Un alma no es un espíritu, está recluida en un organismo determinado. El espíritu, aunque con frecuencia está vinculado por estrechos lazos a un objeto particular, a una fuente, roca, árbol, astro etc., puede alejarse a voluntad para llevar en el espacio una vida independiente. El alma, con la muerte, goza de una libertad parecida. Hay espíritus bienhechores que son auxiliares o tutelares; también existen los genios malignos, pero éstos no pertenecen a un centro totémico determinado, están fuera de los marcos sociales, son más potencias mágicas que religiosas.

También surgieron personalidades míticas de un orden superior. Se atribuyen a ellos: la institución de las interdicciones matrimoniales, la organización matrimonial que éstas implican, el descubrimiento del fuego, la invención de la lanza, el escudo, el bumerang, etc. Los sentimientos de veneración que inspiraban no estaban limitados al clan sino a la tribu.

Todavía hay una formación mitológica más elevada en Australia; se trata de la concepción

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