Leyes de reforma, guerra de 3 años
hector149824 de Marzo de 2015
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Leyes de reforma, guerra de 3 años
Desde tres distintos campamentos liberales, Juárez ganó la Guerra de Tres Años en medio de cien desastres dolorosos y tres victorias fulgurantes.
En Guanajuato, donde la Reforma como la Independencia tuvo su primer refugio y su primer lucero, Juárez lanzó su primera proclama de Presidente, dictando a su pueblo la única regla de su conducta y su primer mandamiento de paz:
La voluntad general expresada en la Constitución y en las leyes que la nación se ha dado por medio de sus legítimos representantes, es la única regla a que deben sujetarse los mexicanos para labrar su felicidad a la sombra benéfica de la paz.
En Guadalajara, en cuyo Palacio de Gobierno y en la hora misma de los fusilamientos, Guillermo Prieto, quemando todos los ardimientos de su sangre de gran republicano y todos los fuegos de su ensueño de poeta en aras de la salvación de su patria, cubrió el pecho y la vida de Juárez y detuvo la descarga de los fusiles con aquel grito sublime: ¡Levanten esas armas! ¡Los valientes no asesinan! Allí en Guadalajara —repito—, Juárez proclamó su amor al pueblo y su fe en la justicia:
¡Pueblo de México: Tened fe en la posibilidad de restableceros! ¡Un poco de energía, una ciega sumisión a la justicia, la proclamación y respeto de los verdaderos derechos, volverán a la República la paz!
Con esas creencias que son la vida de mi corazón, con esta fe ardiente, único título que enaltece mi persona hasta la grandeza de mi encargo, incidentes de la guerra son despreciables. ¡El pensamiento está sobre el dominio de los cañones y la esperanza inmortal nos promete la victoria decisiva del pueblo!
Y en Veracruz, desde cuya invicta muralla el pensamiento liberal mexicano respondió al estruendo del cañón enemigo don el fuego glorioso de las Leyes de Reforma, Juárez expresó en su arenga a los heroicos defensores del puerto la razón sagrada de su causa:
Ni la libertad, ni el orden constitucional, ni el progreso, ni la paz ni la independencia de la nación, hubieran sido posibles fuera de la Reforma.
¡Mexicanos: inmensos sacrificios han santificado la libertad de esta nación! ¡Sed tan grandes en la paz como lo fuisteis en la guerra y la República se salvará!
La justicia reinará en nuestra tierra: la paz labrará su prosperidad; la libertad será una realidad magnífica y la nación atraerá y fijará sobre sí la consideración de todos los pueblos libres o dignos de serlo.
Segundo imperio Maximiliano
Durante el siglo XIX, la forma de gobierno monárquico se estableció en el México independiente en dos momentos de su historia política. En la segunda década, cuando Agustín de Iturbide encabezó el primer Imperio mexicano con las características de una monarquía constitucional moderada. Más tarde, en la segunda mitad del siglo (1864-1867), cuando Maximiliano de Habsburgo, con la ayuda de las tropas francesas de Napoleón III, ocupó la capital y gran parte del territorio de México, estableciendo el Segundo Imperio mexicano.
La causa formal de la intervención francesa en México y de la imposición del Segundo Imperio fue la suspensión de pagos a Francia, España e Inglaterra, que el gobierno del liberal Benito Juárez se vio obligado a anunciar después de la Guerra de los Tres Años, también llamada Guerra de Reforma (1858-1861), entre liberales y conservadores. Esto hizo que las tres potencias europeas se reunieran en Londres (Convenio de Londres de 1861) y acordaran hacer efectivo el pago de las deudas. Para presionar a las autoridades mexicanas, dichas potencias desembarcaron con tropas en el Puerto de Veracruz en 1862, entrando en negociaciones con el gobierno de Juárez. Las negociaciones diplomáticas se llevaron a cabo en el pueblo de la Soledad. Como resultado de las mismas, el ministro mexicano de
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