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Enviado por   •  18 de Enero de 2015  •  3.681 Palabras (15 Páginas)  •  126 Visitas

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1. Introducción

Que la educación es importante para el desarrollo de los pueblos es una verdad indiscutible y muy bien comprendida por la sociedad; sin embargo, la discusión actual se centra en la calidad de esa educación que la escuela ofrece a niños y jóvenes. Este concepto de calidad provoca, a su vez, una nueva controversia respecto a qué competencias la institución educativa debe desarrollar en los estudiantes para que puedan tener una vida plena en el mundo globalizado.

Las habilidades que requiere una persona para insertarse sin problemas en las empresas modernas están vinculadas al trabajo en equipo, al pensamiento creativo y crítico y, más que nunca, a la capacidad de adaptación a las cambiantes situaciones que la vida actual exige. En este contexto, una educación de calidad debe dotar a las nuevas generaciones de la habilidad para hacer frente, e inclusive adelantarse, a situaciones de incertidumbre, característica propia de un mundo digital que se modifica a velocidades antes impensadas.

El conocimiento de qué es lo que los estudiantes aprenden, quiénes son los que finalmente están en condiciones de hacerlo, cuáles son los contextos óptimos para que se produzca un aprendizaje duradero que se constituya en herramienta para prolongarlo; así como cuáles son las oportunidades reales de aprendizaje que brindan las escuelas, permitirá a los encargados de definir la política educativa de un gobierno –nacional, regional o local– tomar decisiones e implementar las estrategias más idóneas para lograr una educación de calidad y equidad, cuyos resultados signifiquen la mejora del sistema educativo en su conjunto y el desarrollo holístico de las capacidades de sus discentes.

2. Los inicios de Las evaluaciones de logros de aprendizaje

Para medir el rendimiento de los estudiantes en lengua, matemática y ciencias, en diferentes países y desde hace más de cuarenta años, se han venido aplicando distintos tipos de evaluaciones como una de las estrategias que permiten no solo determinar la calidad de la educación que brindan los sistemas educativos nacionales, sino también servir como fuente de información para la definición de políticas educativas públicas.

El conocimiento del nivel de desarrollo de las habilidades matemáticas y de comprensión lectora es indispensable, ya sea para el afianzamiento de los currículos o para proponer sus reformulaciones, tanto en secuencia, pertinencia y profundidad de contenidos como en metodologías de enseñanza, pues está fuera de discusión el hecho de que estas dos habilidades –pensamiento lógico y comprensión lectora– constituyen la piedra angular del aprendizaje desde el punto de vista cognitivo, sin soslayar el hecho de que la motivación, intrínseca o extrínseca, permitirá, o no, que dicho aprendizaje se concrete.

En la década de 1980 se multiplicaron los operativos nacionales con los objetivos de contribuir al mejoramiento de la calidad y equidad de la educación, proporcionar a los organismos rectores de la educación el conocimiento respecto a las debilidades de los sistemas educativos y, a su vez, permitir evaluar la validez de las políticas, currículos y modelos de gestión implementados, además de las distintas innovaciones pedagógicas o metodológicas utilizadas.

Las responsabilidades implicadas en la elaboración de instrumentos pertinentes, confiables y contextualizados en las diversas culturas regionales y locales, la organización de los procesos logísticos, así como la comparación de los resultados de las evaluaciones en el tiempo, entre otras acciones propias de los operativos, demandaron de los países la conformación de equipos técnicos multidisciplinarios de alto nivel que pudieran hacer frente a las exigencias de los programas de evaluación diseñados.

Por los altos costos de los operativos y escasez de especialistas nacionales en evaluación, estadística, psicometría, etc., inicialmente fueron pocos los países en condiciones de organizar sistemas de evaluación y crear instituciones que se dedicaran exclusivamente a monitorear los avances de los sistemas educativos.

En los años ochenta la preocupación de los organismos multilaterales de crédito respecto al uso eficiente de los recursos prestados, o donados, a los países en vías de desarrollo para fortalecer los sistemas educativos nacionales, determinó que estos países crearan instancias encargadas de evaluar el aprendizaje de los discentes a través de pruebas estandarizadas que revelaran el nivel de conocimientos y desarrollo de capacidades, tanto de los estudiantes como de los docentes.

En la siguiente década distintos organismos desarrollaron evaluaciones; entre ellos, la Asociación Internacional para la Evaluación del Logro Educativo1 organizó en 1995 las primeras pruebas de matemática y ciencias, denominadas Estudio Internacional de Tendencias en Matemáticas y Ciencias2. Dos años después, en 1997, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (ocde) oficializó las pruebas del Programa para la Evaluación Internacional de Alumnos3, y en 1998 el Laboratorio Latinoamericano de Evaluación de la Calidad de la Educación (llece), coordinado por la Oficina Regional de Educación de la unesco para América Latina y el Caribe (orealc-unesco), aplicó el Primer Estudio Regional Comparativo y Explicativo (perce).

Las distintas pruebas internacionales quedaron planteadas como uno de los mecanismos principales para el conocimiento del nivel de desarrollo cognitivo y de habilidades para la vida de los estudiantes, su capacidad para seguir aprendiendo fuera del sistema educativo, la influencia en el aprendizaje de los factores internos y externos a la escuela y, fundamentalmente, el nivel de incidencia de esta última en el desarrollo de las competencias de los discentes.

De manera particular, en los países del primer mundo la preocupación por la calidad y eficiencia de la educación como factor básico para el desarrollo de sus economías llevó a los ministerios o instancias encargadas de la educación a plantear estudios para establecer el nivel de conocimientos y capacidades alcanzados por los estudiantes al terminar el último ciclo escolar, es decir, al abandonar las instituciones educativas, lo que significaba indagar acerca de su real contribución al desarrollo socio económico.

3. Razones para implementar la evaluación de los sistemas educativos nacionales

Los países subdesarrollados han acumulado una deuda social que se expresa no solo en el déficit de cobertura educativa, tasas de repetición y deserción altas sino, fundamentalmente, en el bajo rendimiento escolar que se demuestra a través del escaso desarrollo de las habilidades básicas de pensamiento matemático y comprensión lectora. Ante esta situación las naciones involucradas diseñaron distintas propuestas de mejoramiento de la calidad de la educación, marco en el cual se implementaron las reformas educativas que promovieron los cambios curriculares con enfoques de educación y trabajo productivo, el reforzamiento de la educación técnica y la macroevaluación por medio del seguimiento de muestras de poblaciones estudiantiles para conocer los efectos de las mencionadas reformas.

Los países que se comprometieron al cumplimiento de las metas de Educación para Todos (ept) y de los Objetivos de Desarrollo del Milenio también necesitaban implementar estrategias para demostrar el nivel de cumplimiento de metas alcanzado, y la única forma objetiva de hacerlo era contar con los resultados de evaluaciones nacionales. Otros se preocuparon, además, por conocer el nivel de las habilidades docentes, ya que si bien el estudiante aprende en función de sus intereses y potenciales capacidades, es esencial que el maestro domine los conocimientos sobre la asignatura que enseña (facilita u orienta), así como las metodologías que permitan propiciar el aprendizaje.

La necesidad de motivar el desarrollo de las habilidades docentes llevó a varios países a plantear sistemas de incentivos a los «mejores maestros» y crear o fortalecer instituciones encargadas del perfeccionamiento de sus competencias. Aunque los incentivos salariales aparentan ser los mejores motivadores, también es cierto que, en muchos casos, el reconocimiento social ha dado muy buenos resultados. Sin embargo, persiste la duda respecto a qué tipo de motivaciones requiere un buen número de maestros cuyas prácticas no mejoran, independientemente de las estrategias que se apliquen.

Las naciones con mayor tradición en evaluación han ensayado diferentes métodos, instrumentos y técnicas para evaluar a los docentes y los aprendizajes de los estudiantes, utilizando los resultados para proponer, en el transcurso del tiempo, marcos teóricos y normativos que en la actualidad respaldan el funcionamiento de los sistemas evaluativos. Así, han logrado fomentar una cultura de evaluación en la escuela y en la sociedad, al punto que los operativos periódicos y la publicación de sus resultados se han vuelto parte sustancial del quehacer educativo, solicitados por los padres de familia, las universidades, las empresas y otros organismos que los utilizan para medir la calidad de las escuelas en particular y del sistema educativo en general.

Los medios de comunicación de muchos países, por lo cardinal del tema, juegan un papel muy importante en apoyo a la evaluación integral del sistema educativo; han publicado los resultados de las evaluaciones de estudiantes y docentes y, en algunos casos, se ha vuelto una tradición el dar a conocer el ranking de las escuelas. Los efectos de esta difusión han sido, en primer lugar, movilizar a la sociedad en la exigencia de una mejor educación para sus hijos; en segundo lugar, incidir dentro de las instituciones educativas en la toma de decisiones por parte de los gestores y docentes para plantear planes de mejora que, a largo plazo, pueden beneficiar los resultados del aprendizaje; y por último, posibilitar a la mayor cantidad posible de políticos la toma de conciencia respecto a la necesidad de invertir en mejorar la calidad en educación.

4. La evaluación de logros de aprendizaje y la calidad de la educación

En la década de los ochenta la evaluación no era un tema que constara en la agenda educativa, sino que la discusión sobre educación se centraba en las reformas educativas y el énfasis estaba puesto en la ampliación de la cobertura y disminución de tasas de repitencia y deserción, en los enfoques curriculares y en los métodos para desarrollar más y mejor las capacidades de los niños, especialmente en los primeros años. Sin embargo, veinte años después, luego de ensayar nuevos currículos y diversas metodologías para enseñar a pensar, amén del crecimiento de la infraestructura y mejoramiento de los indicadores educativos básicos, la calidad de la educación no mostraba signos de mejora: al parecer los sistemas educativos se habían expandido pero no mejorado, o por lo menos no de manera significativa y general.

En el decenio siguiente, la preocupación de los países por dotar a sus ciudadanos de las habilidades necesarias para competir en igualdad de condiciones en el mundo globalizado los incitó a participar en los distintos operativos internacionales de evaluación, con el fin de establecer en el contexto internacional, de manera contundente, el nivel de desarrollo educativo de sus estados e implementar políticas de mejora de la calidad.

Sin embargo, medir efectivamente el desarrollo de las capacidades de los estudiantes y el nivel de logros educativos alcanzado por ellos es mucho más difícil que la constatación de la ampliación de cobertura educativa, dotación de docentes y equipamiento educativo suficiente y pertinente, además de que esto último es políticamente más rentable.

La aplicación de operativos nacionales, o la participación en operativos internacionales, contrariamente a lo que pudiera parecer, no requiere de un presupuesto elevado para la formación o contratación de personal técnico especializado, equipamiento adecuado e insumos necesarios, aunque los operativos censales claramente tienen un costo mayor a los muestrales y el valor empleado en la difusión varía según la cobertura. En este marco, muchos países deben resolver la tensión entre la utilización de esos recursos en aspectos educativos tangibles o en estudios que revelen el grado de madurez alcanzado por los sistemas educativos y que permitan la rendición de cuentas a la sociedad acerca de los niveles de desempeño logrados por sus estudiantes, es decir, sobre la calidad de la educación proporcionada por los sistemas educativos, principalmente públicos.

5. La importancia de la difusión de resultados

La decisión de los países de escasos recursos de invertir en evaluaciones de medición de logros de aprendizaje debe estar técnicamente muy bien sustentada –los objetivos deben ser precisos y alcanzables– y acompañada por una campaña de difusión que permita a la ciudadanía comprender la necesidad de conocer cuánto saben los estudiantes respecto a lo que deberían y qué nivel de desarrollo de habilidades han alcanzado en relación con su edad. Las evaluaciones de cuyo nivel técnico se dude pueden causar más daño que beneficio a los sistemas educativos, más aún cuando los recursos son exiguos, como es el caso de los países en vías de desarrollo.

Asimismo, los ciudadanos deben conocer que las evaluaciones pueden, potencialmente, brindar los materiales necesarios para la definición de políticas educativas; por ejemplo, el hallazgo de factores intra y extraescolares posibilita incorporarlos como excelentes elementos para las discusiones sobre el mejoramiento del contexto escolar, al tiempo que permiten conocer los problemas que afectan a la escuela y deben ser resueltos en otro ámbito de gestión, lo cual es útil tener en claro a la hora de definir políticas públicas.

Las evaluaciones nacionales también pueden ofrecer información valiosa para mejorar la gestión de los sistemas educativos. Evaluar el trabajo de los supervisores en lo que respecta al apoyo que brindan a la gestión docente en el aula resulta esencial para retroalimentar el currículo en aspectos metodológicos que, finalmente, inciden en el mejoramiento del aprendizaje de los estudiantes.

La oposición de los gremios docentes a las evaluaciones del desempeño en los diferentes países se ha convertido en bandera de lucha contra los gobiernos; por lo tanto, es fundamental que la difusión de las bondades de estas evaluaciones se realice de manera continua, a fin de que esta exigencia se transforme en un buen hábito de la gestión ministerial. Es importante conocer qué enseñan los docentes, ya que de su labor depende en gran medida lo que aprenden los estudiantes.

Los efectos de las evaluaciones además de incidir, como ya se mencionó, en la toma de decisiones dentro de la institución escolar para implementar planes de mejora favorables a largo plazo, también se pueden traducir en la mayor preocupación por parte de padres, maestros y de la ciudadanía en general, en los resultados obtenidos por las escuelas y el lugar que ocupan a nivel nacional o local. Esta competencia entre instituciones debe ser entendida de manera positiva, y los resultados deben sustentar la focalización del apoyo gubernamental en aquellas regiones o localidades en donde estos sean más bajos.

La difusión de los resultados de manera oportuna a las escuelas cuando se trata de evaluaciones censales es básica para que los docentes encuentren validez en la aplicación de las pruebas y, además, porque los resultados pueden ser utilizados por ellos para replantear sus prácticas pedagógicas. La tardanza en la entrega desvaloriza al sistema de evaluación o a las pruebas mismas. Del mismo modo que se deben entregar a los estudiantes las pruebas inmediatamente después de aplicadas, con las observaciones y explicaciones correspondientes, se debe proceder a nivel nacional, guardando las distancias correspondientes entre los dos procesos, porque si la evaluación no se entrega lo más rápidamente posible pierde actualidad y su utilización pasa a ser marginal.

Los bajos logros en el aprendizaje de los estudiantes en algunos países han determinado que sus gobernantes prefieran no difundirlos por temor a que la opinión pública les reste réditos políticos. En esos casos, la evaluación, que representa una estrategia de mejoramiento de la calidad de la educación y, por tanto, una inversión justificada, se convierte en un gasto y un fin en sí misma.

6. La evaluación de otros componentes del sistema educativo

También es importante determinar la pertinencia, significancia, profundidad y cientificidad de los currículos vigentes en los países, así como de su aplicación. Establecer cuál es el verdadero currículo que se enseña en el aula y cuál el que los estudiantes aprenden permitirá a los tomadores de decisiones realizar verdaderas reformas encaminadas a desarrollar las competencias requeridas por la sociedad del conocimiento y el mundo globalizado.

La retroalimentación del sistema educativo, en general, en cuanto a las falencias pedagógicas, metodológicas o de gestión de las escuelas y de la administración del currículo, el apoyo a docentes respecto al dominio de los conocimientos que imparten y la metodología con que lo hacen, la entrega de información a los directivos sobre la gestión de los docentes en el aula y a padres de familia sobre las necesidades de aprendizaje de sus hijos pueden ser, entre otros, los resultados de las evaluaciones censales.

La preocupación de los maestros por los resultados de las evaluaciones puede provocar consecuencias positivas si deciden mejorar su tarea y si cuentan para ello con el apoyo de los directivos y supervisores; pero podrían ser negativas si los docentes se sienten estigmatizados y no reciben capacitación ni apoyo pedagógico para mejorar su trabajo.

Un beneficio indirecto de las evaluaciones nacionales se obtiene de la actitud de los docentes frente a las pruebas, quienes en muchos casos preparan a los estudiantes para rendirlas, hecho este que les permite cubrir los contenidos curriculares propuestos poniendo énfasis en el desarrollo de las habilidades que se requieren para la resolución de los ítems. Esta práctica ha sido criticada, ya que se señala que los docentes se dedican no a enseñar sino a entrenar a los discentes para rendir pruebas.

Las evaluaciones nacionales de certificación al finalizar un ciclo, sobre todo al término de la escuela secundaria, según reportes de los países donde se llevan a cabo, están produciendo el mejoramiento de los niveles de aprendizaje en los estudiantes. Este hallazgo permite deducir algo que parece obvio: si las evaluaciones tienen consecuencias, tanto docentes como estudiantes habrán de poner mayor empeño en su preparación. Se podría, entonces, pensar en la implementación de este tipo de evaluaciones al finalizar la educación básica y secundaria en los países donde todavía no se ha hecho.

7. El uso de los resultados de las evaluaciones internacionales

Si bien los resultados de evaluaciones nacionales o internacionales arrojan información valiosa para la toma de decisiones, no en todos los países que las aplican han sido utilizadas para la definición de políticas educativas, incluso, en muchos casos, han servido únicamente para legitimar préstamos de organismos multilaterales, es decir, para cumplir con las exigencias previstas en los documentos legales correspondientes.

Este hecho puede ser producto de la falta de infraestructura técnica de alto nivel que los análisis de resultados requieren por su complejidad; es importante recordar que, sobre todo y con muy pocas excepciones, en los países latinoamericanos los equipos técnicos cambian por la influencia política, lo que no permite continuidad en el desarrollo de los programas implementados.

Los resultados de las evaluaciones realizadas por organismos internacionales en países de América Latina han demostrado que el nivel de desarrollo de habilidades que poseen los estudiantes en matemática y lengua materna es bajo. Hay pocas excepciones y corresponden a naciones con mayor desarrollo económico como Chile o México, y aunque sus resultados en el contexto internacional no son muy halagadores, son bastante mejores que los del resto de la región, en donde únicamente Cuba presenta los más altos puntajes.

La participación de los países en los programas internacionales de educación, además de brindarles la posibilidad de conocer el nivel que sus estudiantes alcanzan en el desarrollo de competencias básicas, les permite comprobar la calidad de los currículos implementados, de los textos utilizados y, en muchos casos a partir de los estudios de factores de contexto, la eficiencia de las políticas aplicadas.

Las pruebas nacionales e internacionales, de alguna manera, se han convertido en estándares que permiten determinar el nivel de los aprendizajes logrados, y este conocimiento es primordial para el mejoramiento de la calidad, ya que pasan a ser la línea base con la cual se pueden contrastar avances futuros, sobre todo en aquellos países donde aquellas aún no se han definido. Es de esperar, también, que los resultados de las pruebas influyan en la micro-evaluación y sirvan de modelos para la elaboración de buenos ítems y pruebas de aprendizaje diseñadas por los profesores para la evaluación del proceso educativo.

8. Conclusiones

Una vez revisadas las ventajas y desventajas de las evaluaciones nacionales e internacionales que se aplican en la actualidad en muchos países desarrollados y en otros en vías de serlo, se puede decir que el balance final es favorable a esta estrategia para la medición de la calidad de la educación.

Los resultados de las pruebas deben convertirse en fuentes de aprendizaje para los responsables de tomar las decisiones en materia de política educativa, para los planificadores de los sistemas educativos, para los directivos y docentes, sin olvidar que además constituyen una excelente fuente de discusión para investigadores y medios de comunicación.

Vale recordar que todo proceso y sistema deben contar con la evaluación necesaria sobre su funcionamiento a fin de que sus administradores puedan proponer la retroalimentación más adecuada, que permita tanto al sistema como al proceso continuar y mejorar la entrega de resultados.

La educación es un proceso con entradas y salidas; el sistema educativo consta de subsistemas que cumplen procesos determinados; por tanto, es indispensable que aquellos que se realizan en el sistema educativo terminen con el ciclo correspondiente, es decir, que finalicen con una evaluación para efectos de retroalimentación e inicien con una evaluación de diagnóstico.

No es posible que los gobiernos continúen aumentando los presupuestos en educación sin beneficio de inventario, es decir, sin asegurar que la inversión realizada produzca los cambios previstos, en este caso, la real y progresiva mejora de la calidad de la educación. De no hacerlo la deuda social seguirá acumulándose y la brecha entre países ricos y pobres, profundizándose.

En este contexto se justifica la utilización de una herramienta válida y confiable para medir la variación de la calidad de la educación, que permita a los países retroalimentar sus sistemas y rendir cuentas a la sociedad sobre la utilización de los fondos invertidos.

Bibliografía

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