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Los 4 Contextos De La Actividad Cientifica


Enviado por   •  8 de Octubre de 2012  •  1.738 Palabras (7 Páginas)  •  992 Visitas

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LOS CUATRO CONTEXTOS DE LA ACTIVIDAD CIENTÍFICA

La ampliación de contextos propuesta por Javier Echeverría no describe los juegos de poder específicos de las distintas prácticas sociales (o formas de vida) que interactúan con los diferentes juegos de lenguaje propios de la actividad científico-tecnológica. Pero al considerar a la praxis científica como transformadora del mundo, Echeverría amplía los límites tradicionales de la reflexión epistemológica. No obstante, no pone el acento en las materialidad de las prácticas, pero sí en los valores éticos que rigen los diferentes contextos en los que se desarrolla la actividad tecnocientífica.

3.1. Contexto de educación. El proceso científico, según Echeverría, se inicia en el contexto de educación. Esta instancia no se limita a ser una simple transmisión de conocimiento e información. Es una práctica constitutiva de sujetos, pero de sujetos sujetados a una determinada “verdad” sostenida por estrategias de poder (aunque el autor no lo dice en estos términos). La educación en general y la formación de tecnocientíficos en particular implica personal, instrumentos e instituciones regidos por criterios de excelencia. La educación es siempre una acción “normalizadora” que modela la subjetividad del científico de acuerdo a un patrón establecido. Pero se supone que potencia también la independencia, la comunicabilidad y la crítica. Y esto es así porque en nuestras comunidades esos conceptos se evalúan de manera positiva. Pertenecen a la esfera de la ética porque surgen de la definición de un conjunto de valores rectores y de objetivos a ser alcanzados según aquello que se considera “mejor”. No existe intelección científica sin aprendizaje previo y ese aprendizaje responde al imaginario moral vigente en cada sociedad.[x]

3.2. Contexto de innovación. El tradicional contexto de descubrimiento es denominado por Echeverría de innovación. Pues considera que todo descubrimiento o invento produce una renovación de la realidad. También este ámbito es rico en valores tales como la coherencia, la consistencia, la validez, la verosimilitud, la fecundidad y la generalidad. Estos valores, lejos de ser meramente cognitivos, forman parte del núcleo axiológico de la ciencia misma. Una hipótesis es verosímil a condición de que se adecue a la base empírica. Los razonamientos deben ser válidos, de los contrario son relegados a la despectiva condición de las falacias. Los teoremas deben ser generalizables, puesto que ya desde Aristóteles se ha estipulado que no existe ciencia de lo particular y las teorías deben ser coherentes y consistentes. Además, las hipótesis deben ser fecundas, en el sentido de que permitan la generación de nuevos hechos y de nuevas elaboraciones teóricas. La conclusión es evidente por sí misma: la actividad científica, que tradicionalmente se había considerado del orden del “ser”, en realidad está continuamente mediatizada por el “deber ser”.

En el volumen cultural ocupado por el contexto de innovación, Echeverría distingue entre innovaciones que son descubrimientos y otras que son invenciones, incluyendo en éstas últimas las máquinas, los artefactos y los instrumentos. Considera incluso invenciones a las nuevas notaciones matemáticas o formales en general, así como los programas informáticos. Extiende su reflexión al campo de la aplicación señalando el éxito con que suelen desarrollarse nuevas investigaciones tecnológicas, cuando están relacionadas con sofisticaciones bélicas, en detrimento de otros tipo de investigaciones acerca de “hechos naturales”[xi].

Pero, si bien con fines de análisis se puede diferenciar entre descubrimiento e invención, consideramos que en definitiva todo desarrollo científico es una invención en tanto representa una innovación. Porque aun el presunto descubrimiento, cuando no está avalado por la voluntad de verdad de su época y por los intereses que constituyen los dispositivos de poder vigente, no tiene posibilidad de imponerse. Aristarco, en el siglo III a. C. defendía el sistema heliocéntrico. Sin embargo, para su época, sus proposiciones no representaron innovación alguna. Por otra parte y bajo otras condiciones históricas, Freud inventó el inconsciente, se puede incluso discutir si lo descubrió o lo inventó. Pero es indiscutible que como innovación científica lo inventó, instaurando así un punto de inflexión irreversible respecto del desarrollo de las ciencias sociales.

3.3. Contexto de evaluación. Echeverría acepta una instancia de justificación científica, pero amplía el contexto de justificación agregándole la noción de evaluación. Pues ciertamente es tan importante valorar el descubrimiento de un nuevo hecho como el invento de una nueva simbolización. Y agrega, “en el caso de los ingenieros y de los inventores, sus diseños y sus planos han de ser valorados en función de su viabilidad, de su aplicabilidad, de su competitividad frente a propuestas alternativas, y en general en función de su utilidad. El progreso de la ciencia no sólo está vinculado al avance del conocimiento humano: la mejora de la actividad científica es otra de las componentes fundamentales del progreso de la tecnociencia”[xii]. Como puede constatarse con esta afirmación, a pesar de ampliar las clasificaciones tradicionales de la ciencia, Echeverría cree en el progreso científico. Su postura axiológica le otorga nuevos aires a la epistemología tradicional, pero sigue adhiriendo a ella.

Aunque, paradójicamente, también adhiere al primer Kuhn, aunque en todo momento trata de tomar distancia de un relativismo al que de ningún modo está dispuesto a plegarse. Sin embargo, admite que los valores que determinan el éxito o el fracaso de una teoría no son solamente los tradicionales, tales

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