Los Tres Mosqueteros
yoatzen27 de Abril de 2014
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Todo comienza cuando en un pueblo, un hombre llamado M. D’ Artagnan da unos regalos a su hijo antes de que éste parta a un largo viaje. Entre las cosas que le da están una carta para M. de Tréville (jefe de los mosqueteros del rey) una espada, un caballo, consejos, su bendición y 15 escudos (dinero de la época). Su madre le da una receta para curar heridas.
D`Artagnan era un joven de unos 20 años, con un espíritu aventurero el cual lo llevó a Meung donde riñó con un hombre a causa de que este se burló de su caballo y este hombre terminó por robarle la carta que llevaba para M. De Treville.
Cuando D’Artagnan se recuperó, gracias al remedio de su madre, se da cuenta de que le habían robado la carta, arma un tremendo escándalo, pero no pudo hacer nada al respecto. Lo único que recordaba era que desde su ventana logró ver al hombre desconocido, hablando con una hermosa mujer, a quien llamaban Milady, sobre un asunto que les había encargado su eminencia de un buque que salía de Inglaterra.
Se fue rumbo a París jurando vengarse, alquiló una habitación y al siguiente día conoció a M. De Treville. El capitán de mosqueteros que era admirado, temido y amado. Tenía más de 50 mosqueteros a su servicio.
Después de un rato de espera entró en audiencia con M. de Treville y de pronto junto a él estaban dos mosqueteros Aramis y Porthos, a quienes M. de Treville regañaba por un enfrentamiento con los guardias del cardenal. Los mosqueteros le contaron lo que había pasado y que habían sido provocados por los guardias del cardenal e incluso habían herido gravemente a Athos, otro fiel mosquetero y amigo. M de Treville entonces le pide a D’ Artagnan que le diga pronto lo que se le ofrecía, pues él había querido mucho a su padre, Artagnan le cuenta lo sucedido con la carta y del encuentro con el hombre de Meung. M. de Treville desconfía del joven y piensa que podría ser una emboscada del cardenal, por lo que decide probarlo haciendo una serie de protestas contra el cardenal, pero se da cuenta de que Artagnan no viene de parte del Cardenal, por lo que lo invita a su palacio el cual se encuentra abierto para él. Sin embargo le comunicó que por el momento no tenía ninguna plaza libre y le ofreció una carta para la Academia.
Saliendo del palacio le pareció ver a su ladrón y salió corriendo tras él, en el camino tropezó con Athos a quien le dio justo en su hombro malo, por lo que el pleito acabó en una cita para batirse en duelo a las doce al lado de los Carmelitas Descalzos. Después siguió corriendo y se metió debajo de la bandolera de Porthos, este, que era muy vanidoso, no soportó el detalle y retó al joven a un duelo detrás de Luxemburgo. En su camino se encuentró con Aramis a quien se le cayó un pañuelo, entonces se acercó, interrumpió su conversación y se lo entregó. Aramis se puso morado y negó rotundamente que fuese su pañuelo, arregló la situación ante las burlas de sus compañeros y después retó a D’ Artagnan a un duelo y quedaron a las dos en el palacio de M. de Treville para fijar el lugar.
Cuando llegó a su primera cita, a la una, Athos dijo que esperaba a sus padrinos y D’ Artagnan como no conocía a nadie en ese lugar no tenía padrinos. Aparecieron Porthos y Aramis y se sorprendieron porque habían quedado de batirse con el mismo. Apenas habían chocado las espadas cuando llegaron 5 de los guardias del rey que querían apresarlos ya que estaban prohibidos los duelos, D’ Artagnan dijo que él era mosquetero de corazón y les ayudaría. Lograron vencer y cuando el rey se enteró les mandó llamar para felicitarles, pero a escondidas porque el cardenal había ido ya a quejarse.
Desde entonces se les veía a los cuatro siempre juntos, D’ Artagnan se hizo de un criado, Planchet. Athos tenía a Grimaud, quien igual que su jefe era serio, Porthos decía que era así a causa de un desengaño amoroso, pero que nunca hablaba de ello pues al ser tan callado decía siempre, sólo lo que quería decir. Pothos hablaba fuerte y mucho, no era tan fino como Athos y tenía un criado llamado Mosquetón y Aramis que decía estar sólo de paso porque quería ser abate era muy religioso y su criado era Bazin.
D’Artagnan adoptó pronto las costumbres de sus amigos y fue admitido en la compañía de guardias de M. Essarts como noviciado para llegar a ser mosquetero.
Un día apareció el posadero de D’Artagnan para pedirle ayuda porque su mujer no había regresado a dormir y creía que la habían secuestrado. D’Artagnan se ofreció a ayudarle a cambio de que el casero perdonara su deuda. Cuando el casero le describió al supuesto raptor, por las señas vio que era el mismo que el hombre de Meung y se lanzó a la tarea ya por cuenta suya.
Una noche apareció misteriosamente Madame Bonancieux, cuando llegó a su casa unos guardias del cardenal la amarraron y la encerraron en su casa, D’Artagnan se dio cuenta, pues desde su habitación se enteraba de todo lo que pasaba a sus vecinos y cuando se fueron, mandó a Planchet a llamar a Athos. Mientras él desataba a Madame Bonancieux, vio que era joven y hermosa y desde ese instante se enamoró de ella. Ella le contó como se había escapado de su rapto y luego subieron al cuarto de D’Artagnan para no estar en peligro, la regresaron a buscar por lo que ambos deciden huir, D’Artagnan se ofreció a ayudar y ella le pidió que fuera al palacio a dar una señal, pero no le explicó más, después de eso se separaron, pero como buscaban a D’Artagnan como sospechoso y en su casa no estaba más que Athos, le aprendieron. Su fiel amigo no dijo que no era D’Artagnan, sino que calló y fue llevado a la Bastilla.
D’Artagnan distinguió más tarde a su amada caminando por la calle, pero ésta iba con un hombre y sintió celos, ella le rogó que se fuera porque era peligroso, y sólo porque ella se lo pedió lo hizo.
Ella se metió esa noche con ese hombre al castillo y lo llevó por un pasadizo secreto de la reina, era el duque de Buckingham, la reina le había pedido no verse más, pero él no quiso aceptarlo, dijo que incluso desataría una guerra para verle de nuevo. Él quería que ella, como otras damas, accediera a su amor, pero ella contestó que no podía porque ella era reina y antes de que él se fuera, ella le dio unos herretes de diamantes para que la recordara y se marcho.
Pero había una espía del cardenal entre sus damas de compañía y por eso el cardenal le dijo al rey que diera una fiesta y que exigiera a su reina ponerse los herretes de diamantes que le había regalado para hacerle entender al rey que lo estaba engañando.
Al día siguiente salió Athos de la cárcel y estuvieron los cuatro tranquilos por uno días, pero un día llego Madame Bonancieux muy preocupada y dijo a D’Artagnan que necesitaba su ayuda para salvar a la reina. Su tarea era ir a Inglaterra a recuperar los herretes de diamantes porque sino la reina estaría condenada al escándalo e incluso a la muerte, tenía que entregar una carta lo antes posible, esperar a que le contestaran y le mandaran los herretes de la reina.
D’Artagnan pidió permiso a M. de Treville, le dijo que tenía que cumplir un favor para la reina, que guardara su secreto, pero este le dijo que no podía ir sólo pues no llegaría muy lejos, por lo que concedió permiso también a sus tres amigos.
Sus amigos le siguieron aunque no sabían bien a lo que iban, pero respetaban el secreto de su amigo.
Los cuatro mosqueteros y sus cuatro servidores se encaminaron, tuvieron una pelea en donde Porthos y Mosquetón se entretuvieron por lo que los demás partieron mientras él les defendía y quedó de alcanzarlos más tarde. Más adelante Aramis también se vio envuelto en otra emboscada y les dijo a los demás que le dejaran, que los alcanzaría. Después en un pueblo ya cercano a la costa, por la noche apresaron a Athos culpándole de pagar con monedas falsas y dijo a D’Artagnan que partiera y cumpliera su cometido, que él estaría bien.
Entonces Artagnan y Planchet partieron rumbo a Inglaterra, pero al llegar a la costa vieron que había guardias pues tenían órdenes de arrestrar a Artagnan, este vio que un viajero, sobrino del Cardenal, el conde de Wardes, tenían una carta para poder cruzar a Inglaterra por lo que lo atacaron y se robaron el permiso y así fue como pudo embarcar y llegar a Londres, donde fue a buscar al duque. D’Artagnan le dio la carta y Buckingham le dio el cofre con los herretes, pero misteriosamente faltaban dos, entonces el duque mando llamar a su joyero y pidió que hiciera dos exactamente iguales a toda prisa, cuando los tuvo se los dio a D’Artagnan y le ayudó a salir del país, le regaló cuatro caballos con sillas para que al dia siguiente si entraban en guerra los reconociera y no los matara.
Partió inmediatamente para París, y llegó sin complicaciones, entregó el cofre a la reina justo a tiempo para la fiesta. La reina le dio un anillo como pago y signo de agradecimiento y Constanza le invitó a cenar.
Después fue a ver a M. de Treville y le contó lo sucedido, también le confesó estar preocupado por sus compañeros, por lo que pidió que le permitiera ir a buscarlos.
M. de Treville accedió y el decidió partir al día siguiente, después de su cena con Constanza.
Planchet le acompañó, pero lo espero en una taberna cercana y D’Artagnan, cuando llegó la hora, se presentó al lugar y vio que estaba toda la mesa tirada y los platos rotos, entonces preguntó a un aldeano que si sabía lo que había sucedido y este le contó que había llegado un carruaje
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