MARCO TEORICO CONEPTUAL DEL CONSEJO TECNICO ESCOLAR
ecrimame13 de Noviembre de 2014
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MARCO TEORICO CONCEPTUAL PARA ENTENDER EL FUNCIONAMIENTO DEL CONSEJO TÉCNICO
Para conocer lo que sucede en las escuelas alrededor del funcionamiento del Consejo Técnico, conviene revisar algunos conceptos clave e identificar las definiciones que al respecto orientan el análisis del presente trabajo. En este apartado teórico se define en primer lugar el concepto de calidad educativa y el de eficacia escolar, ya que estos brindan el encuadre que posiciona al trabajo colaborativo del órgano investigado en el centro de la actual propuesta para una óptima organización en las instituciones educativas.
Posteriormente, se analizan algunas concepciones de trabajo colaborativo, así como su importancia en la educación, algunas de las condiciones necesarias para realizarlo, el tipo de participación que exige de los integrantes de un colectivo y algunas ventajas y dificultades para realizarlo. Inmediatamente después, se conceptualiza el consejo técnico, desde su establecimiento legal en el Acuerdo 96 que establece las condiciones para la organización y funcionamiento de las escuelas primarias (1986) y las definiciones de diversos autores. Se realiza además, un comparativo desde el deber ser y lo que algunos investigadores han encontrado en su práctica en escuelas mexicanas. Se incluyen en este apartado también los elementos más importantes que lo conforman.
Después de revisar los conceptos mencionados, y dado que esta investigación tiene como propósito central caracterizar el trabajo del Consejo Técnico a fin de definir una tipología de su funcionamiento, en la parte final de este apartado se revisan algunas tipologías de cultura escolar que pueden ayudar en la construcción de la tipología propuesta.
CALIDAD EDUCATIVA
El término de calidad aparece integrado al de educación desde finales del siglo XX, desde la Declaración Mundial de Educación para Todos (1990), ambos términos se han interrelacionado de forma indisoluble en los análisis y discursos realizados al respecto.
La calidad llega al terreno educativo procedente del sector productivo directamente relacionado en el ramo empresarial. Es importante considerar este referente porque ese antecedente hace necesario ver la educación como un hecho compuesto por tres elementos esenciales: los insumos, los procesos y el producto.
En los insumos se encuentran los recursos humanos y materiales con que se dispone, también se encuentran aquí los contenidos, propósitos, competencias y demás aspectos contemplados en el currículo, es decir: todo aquello de que se dispone para educar. En los procesos se incluyen las formas de enseñanza, la organización para el hecho educativo, las relaciones y la comunicación entre los actores educativos, es en sí el camino que se sigue para que haya educación. El producto es el resultado, los niveles de logro alcanzados después del hecho educativo.
Al definir el concepto de calidad, varios autores (Schmelkes, 1992; Antúnez, 1999; Ramírez, 2002; Martínez, 2003) coinciden en que los insumos son un referente determinante en su definición y que éstos le dan el atributo de relatividad, puesto que el contexto en que se desarrolla la educación se relaciona con la cantidad de recursos materiales y con el capital cultural de los recursos humanos. Ello hace que cada institución presente diferentes necesidades para llegar a la calidad. No puede una institución con más o mejores insumos tener las mismas exigencias que otra en situación desfavorable. Además se considera un concepto relativo porque depende de quién lo defina, y qué pretenda lograr esa calidad, lo que se quiera obtener con ella.
Varios autores coinciden en la importancia de los insumos en la calidad, sin embargo, al entrar propiamente en el terreno de la definición, hay divergencias en cuanto a si la calidad se instala en los procesos o en el producto, e incluso hay quién la sitúa en ambos.
Por un lado están quienes la sitúan en el proceso, Schmelkes (1992, pág.42), la define como “un proceso que, una vez iniciado nunca termina” ella maneja una revisión constante del proceso educativo a fin de realizar pequeñas mejoras que contribuyan a un mejoramiento continuo.
Con una postura similar, Antúnez (1999) la define como un atributo del proceso, como un ingrediente que se le añade a la educación mediante el cumplimiento de ciertos criterios establecidos a priori, con el fin de mejorar los resultados.
Ambos autores sitúan la calidad en el proceso, consideran que si éste es de suficiente calidad podrá incluso superar las deficiencias que se tengan en los insumos, para ellos un buen proceso puede obtener mayores resultados aunque se tenga pocos recursos. Un proceso de calidad garantiza a su vez un producto de calidad, para ellos la calidad de los niveles de logro es forzosamente el resultado de la calidad en el proceso.
El Plan Nacional de Desarrollo 2007-2012, se ubica en esta postura al establecer que una educación de calidad significa “atender e impulsar el desarrollo de las capacidades y habilidades individuales, en los ámbitos intelectual, afectivo, artístico y deportivo…” (pág.182), esto es un proceso que considere el desarrollo integral del educando a fin de que se integre de forma armónica a la sociedad en que vive.
Por otro lado están quienes dejan de lado el proceso y se centran en el producto obtenido. Estos autores consideran que hay calidad educativa sólo si se cumple con lo deseado. Ramírez (2002), la entiende en términos prácticos como el logro de los propósitos educativos del nivel, para él existe una relación de proporcionalidad directa, a máximo nivel de logro de los propósitos, máximo nivel de calidad; si bien considera la revisión y reestructuración del proceso, plantea que debe hacerse con el fin de obtener el logro pretendido.
Martínez (2003), la define como un juicio o valoración que se le realiza al producto, considera que tanto insumos como procesos tienen que ver con el producto, pero la valoración de calidad se hace en el producto, incluso este autor señala un desplazamiento del concepto hacia las “marcas comerciales”, esto es que aunque haya un producto elaborado con los mismos insumos y mediante el mismo proceso, su nivel de calidad será diferente por la marca que lo realiza. Este planteamiento sitúa la calidad en el producto, puesto que la marca es para el producto.
Con esta revisión conceptual puede verse que aún y cuando todos consideran tanto insumos como procesos y productos, cada autor se posiciona en uno de los elementos, para situar en él la calidad educativa. Sin embargo ese posicionamiento resulta insuficiente para definir en sí el concepto, para ello hace falta revisar algunas condiciones necesarias.
Fuentes (1999), plantea solo una condición, que haya congruencia entre el discurso y las prácticas educativas, éstas contribuyen de forma importante en la educación, puesto que las acciones de las personas están impregnadas de ideales, valores y premisas que se trasmiten como un mensaje implícito cada vez que se realizan.
Schmelkes (1996a) supone por lo menos cuatro elementos fundamentales que debe tener la educación, estos son: relevancia entendida como el planteamiento de aprendizajes útiles para la vida presente y futura, eficiencia considerada como la obtención de los mayores logros educativos con los menos recursos posibles, equidad referida en dar a cada cual según sus necesidades, y eficacia como el logro de los objetivos planteados. Estos factores están interrelacionados y dependen unos de otros, pero sin alguno de ellos no hay calidad educativa.
Vielle (1982) identifica cinco criterios para considerar la educación de calidad, estos son: eficiencia, eficacia, relevancia, equidad e impacto. Coincide con los elementos planteados por Schmelkes, pero además contempla el impacto, entendido como los resultados que la educación tiene en la sociedad a la que sirve.
Estas condiciones apuntan hacia una descripción más clara del concepto. Retomando las aportaciones de los diferentes autores, se considera la calidad educativa como una cualidad que caracteriza a la unidad educativa (grupo, escuela, zona, sector, región, etc.) con mejora continua, se entiende como un proceso cíclico en espiral ascendente, que es dinámico y relativo. Incluye por lo menos cinco condiciones interrelacionadas e interdependientes: relevancia, eficacia, eficiencia, equidad y pertinencia; condiciones que establecen las bases para la calidad pero que no son sinónimo de ello.
Es una cualidad distintiva que tiene el reconocimiento de “marca de calidad” por la comunidad en que se encuentra inserta y se caracteriza por la congruencia entre el discurso y la acción.
Este concepto de calidad, permite entender que la educación sólo puede ser relevante si considera el conocimiento y la valoración del contexto específico en que se encuentra la comunidad educativa, así como, que el colectivo docente asuma la relevancia como objetivo pedagógico. En lo referente a la equidad, es cuando se conoce a fondo las necesidades de la población cuando puede ofrecerse los apoyos necesarios para equiparar las oportunidades de educación a los grupos vulnerables, con menos oportunidades (Schmelkes, 1996b).
Se logra mayor eficacia si el colectivo docente planea y realiza acciones para el logro de objetivos considerando las características del contexto. Así mismo el trabajo colaborativo permite generar propuestas de trabajo que impacten en un mejor uso de los recursos con que se cuanta para lograr mayores resultados, por otra parte en la medida en que se disminuye la reprobación y la deserción se evita el desperdicio de recursos (Schmelkes, 1996b).
De esta consideración se desprende la eficacia, que ha dado elementos
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