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MEDIO DE TRANSPORTE LA BICICLETA

veroolivag84Síntesis25 de Agosto de 2014

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MEDIO DE TRANSPORTE LA BICICLETA

La bicicleta en México,

en intensa competencia frente al automóvil

Antonio Suárez (FEBO)

Correo electrónico: febobalam@prodigy.net.mx

El regreso de la bicicleta a las zonas urbanas, como la Ciudad de México, representa el cambio social y cultural más importante en materia de movilidad en los últimos 100 años de historia del país, debido a la integración de la movilidad no motorizada a la motorizada.

La bicicleta comienza a cumplir una función que en pocos años será indispensable: ayudar a los transeúntes citadinos a llegar de su casa al metro, metrobús o tren y después al trabajo o escuela. De esta manera, reducir el uso de más 3 millones de automóviles que circulan diariamente en la Ciudad de México.

Se estima que, en promedio, cada ciudadano invierte unas dos horas para llegar al trabajo o la escuela, considerando la ida y el regreso. Eso suma millones de horas de actividad no productiva, si se toma en cuenta que el número de viajes en la zona metropolitana de la Ciudad de México alcanza 22 millones cada día.

La reaparición de la bicicleta en la ciudad propicia, además, la equidad de los espacios públicos, pues en los lugares que aparece mejora el entorno, independientemente de la zona. Un ejemplo de lo anterior es el rescate en el 2010 del monumento a la Revolución en el Distrito Federal: una zona olvidada se regeneró e incluyó infraestructura ciclista, cruces seguros, cicloestacionamientos. Todo ello propició la apertura de comercios, restaurantes y cafés. De ser un lugar considerado de riesgo, se convirtió en espacio público que hoy invita a la ciudadanía a asistir a él.

A nivel mundial, la bicicleta se convirtió en el emblema del bienestar urbano. Hoy la vemos establecida en los centros económicos, políticos y sociales más importantes de los países que la han adoptado como medio de transporte seguro, anticontaminante y saludable.

Luego de establecer en julio del 2007 el sistema público Velib (con 20 mil bicicletas), las autoridades de París le dieron un nuevo rostro a esa bella y turística ciudad, la hicieron aún más atractiva. Asimismo, en Barcelona, Montreal y Londres, donde la bicicleta propició una nueva fisonomía urbana, disminuyó el uso del automóvil y, con ello, la contaminación ambiental.

La bicicleta hace más accesibles los parques, la cultura, la educación y el comercio. Y es que, si su utilización es adecuadamente planificada, permite una movilidad sustentable basada en la interconexión con los sistemas masivos de transporte y la creación de zonas de alta densidad habitacional y usos mixtos, reduciendo, entre otras cosas, la dependencia del automóvil particular.

La reaparición de la bicicleta es un fenómeno mundial y tiene su epicentro en las megalópolis. Bien vale la pena recordar que ahora más del 50 por ciento de la población del planeta habita en núcleos urbanos. En la misma China, donde hasta hace poco lo rural reinaba, en unas cuantas décadas la población invadió sus ciudades, nuevas y antiguas. Con razón, algunos especialistas califican al siglo XXI como el del triunfo de las ciudades, el del gran desafío de hacerlas vivibles social, económica y ambientalmente.

La Ciudad de México, punto de partida de la bicicleta

A principios del siglo pasado, el 80 por ciento de la población mexicana vivía en zonas rurales. Actualmente, el 70 por ciento reside en las áreas urbanas. Este cambio ha propiciado que los diferentes gobiernos se pregunten cómo alentar una movilidad sustentable.

Un ejemplo lo tenemos en el Distrito Federal y su área conurbada, que se extiende sobre más de mil 500 km cuadrados. De esta enorme superficie se estima que el 70 por ciento es propicia para el uso de la bicicleta pues cuenta con pendientes menores al 6 por ciento. Aunado a lo anterior, la temperatura promedio al año en la metrópoli es de 16 grados centígrados, ideal para realizar recorridos ciclistas.

Por otro lado, se sabe que 40 por ciento de los viajes en la ciudad son de menos de 15 minutos y menos de ocho kilómetros, lo cual convierte a la bicicleta en un medio potencial de interconexión con el transporte público, ya que 70 por ciento de los viajes en la capital del país se realizan con este sistema. Pero además, la mayoría de los usuarios necesita dos o más medios de transporte para llegar a su destino final, lo que incrementa los tiempos de viaje y disminuye la calidad de vida.

De acuerdo con un censo que la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) realizó en el 2010, el gasto diario en transporte público es de 17 pesos, lo cual significa que el grupo de habitantes con menores ingresos gasta en promedio el 35 por ciento de sus ingresos en transporte. Si se logra aumentar el uso de la bicicleta, lo anterior puede cambiar pues la bicicleta urbana disminuye el uso de vehículos motorizados, reduce los congestionamientos viales y mejora la salud. Cabe recordar que en los años ochenta del siglo pasado, la bicicleta de montaña tuvo un papel protagónico al convertirse en herramienta para la conservación de parques y reservas forestales alrededor de las ciudades. Ahora toca hacerlo en la mancha de asfalto.

El uso de la bicicleta es hoy distinto también al que tuvo el siglo pasado cuando la utilizaba preferentemente la clase de menos ingresos para llegar a su trabajo y su vivienda. Utilizarla como medio de transporte era una marca de inferioridad para quien la usaba. Incluso ciertos sectores sociales llegaron a afirmar que México era “un pueblo bicicletero”.

Ahora la utilizan los diferentes estratos sociales y es la versatilidad lo que la posiciona como opción ventajosa a la hora de servir como medio de transporte que compite con el coche particular o el sistema de transporte público. El hecho de ocupar menos espacio, de poder estacionarse fácilmente y no generar una inversión elevada para su cuidado, son las cualidades que atraen a sus usuarios.

Aunado a lo anterior, la versatilidad y eficiencia se refleja al momento de medir los tiempos de traslado utilizando una bicicleta o un vehículo automotor. La velocidad de éstos últimos en las horas pico en la Ciudad de México se estima en 14 kilómetros por hora, mientras que la bicicleta supera los 16.

La ventaja comparativa de la bicicleta es evidente en los trayectos cortos. Según la estrategia de movilidad en bicicleta realizada por la UNAM, puede sustituir entre 2.5 y 3.5 millones de viajes diarios que actualmente se realizan en otros medios, debido a que el 40 por ciento del total de viajes en la ciudad no rebasa los ocho kilómetros de distancia.

La bicicleta como fuente de libertad

El uso de la bicicleta urbana es el síntoma de que se vive un cambio social en el que se privilegia la flexibilidad y libertad en cuanto a las formas en que un ciudadano decide desplazarse de un punto a otro. Así lo afirmó Connie Hedegaard, comisionada europea del medio ambiente en el Congreso Mundial Velocity 2010.

“Las ciudades que tienen bicicletas son ciudades modernas y una ciudad moderna es mucho más equitativa, puesto que propicia el bienestar de todos los integrantes del núcleo social. Una ciudad que tiene bicicletas es una ciudad con mayor beneficio social, pero también con mayores beneficios ambientales y éticos”, enfatizó Hedegaard.

La idea de bienestar también está cambiando pues las parejas jóvenes habitan en lugares mucho más pequeños, un cambio cultural en cuanto a la idea de bienestar que se tenía antes. Por ejemplo, tener una casa con jardín; ahora se opta por vivir en un departamento con tal de no manejar, así lo explica Edward Glaeser en el libro El triunfo de las ciudades.

Lo que antes para los padres o abuelos era síntoma de bienestar, como poseer un automóvil, hoy la población joven ya no lo ve de esa forma, y esto ha tenido repercusiones sobre el gasto energético pues los desplazamientos en automóvil comienzan a disminuir y a ser sustituidos por la bicicleta y el transporte público, asegura Glaeser, economista graduado en Harvard.

Sin embargo, en la Ciudad de México, por ahora, esta nueva forma de vida sólo es accesible al estrato social alto, que puede darse el lujo de vivir en los lugares que tienen una mayor plusvalía y servicios; por lo tanto, pueden no manejar, ni pasar largas horas esperando llegar al trabajo o escuela por medio del sistema público de transporte o en su propio vehículo.

Al mismo tiempo, otros fenómenos se incluyen dentro de la transformación de la ciudad y la utilización de la bicicleta, pues comienza a ser común la relocalización de vivienda donde había desaparecido. Para el caso de la capital del país, es notorio que otras zonas (como el sur de la ciudad y las colonias cercanas a las estaciones de metro) viven un “boom” inmobiliario, con la edificación de nuevas viviendas, pues sus habitantes han optado vivir cerca de los medios de transporte masivos a fin de no manejar largas distancias.

La ubicación de vivienda en zonas de suelo mixto, donde se localizan comercios, servicios, recreación y estaciones de metro o metrobús, está cambiando el paisaje urbano de la capital y como parte de ese cambio aparece el uso de la bicicleta.

“Es la ubicación de la vivienda la que determina principalmente el modo de transporte a utilizar”, afirmó el doctor Manuel Suárez, del Instituto de Geografía de la UNAM, quien estudia el fenómeno de la movilidad, la vivienda y la bicicleta en la ciudad.

“La ausencia de espacio entre la gente reduce los costos de transporte de bienes e ideas, lo que más cuenta en la ciudad del futuro es el flujo de ideas, se valora el conocimiento más que el espacio, y de eso se trata

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