ClubEnsayos.com - Ensayos de Calidad, Tareas y Monografias
Buscar

Masoneria Invisible


Enviado por   •  11 de Marzo de 2014  •  13.354 Palabras (54 Páginas)  •  164 Visitas

Página 1 de 54

Publicado en la revista de la Facultad de Teología del Norte de España, sede de Burgos, “Burgense” 44/1 (2003) pp. 167-204.

LA MASONERÍA INVISIBLE

(por Manuel Guerra Gomes)

En torno a un libro de Ricardo de la Cierva

Manuel GUERRA GÓMEZ, nacido en Villamartín de Sotoscueva (Burgos), ordenado sacerdote en 1955 (diócesis de Burgos).

Doctor en Filología Clásica (Salamanca) y en Teología Patrística (Roma). Profesor emérito en la Facultad de Teología del Norte de España (Burgos). Miembro de la Real Academia de Doctores de España (Madrid), Consultor del Secretariado de la Comisión Episcopal de Relaciones Interconfesionales de la CEE, Cofundador y director actual de RIES (Red Iberoamericana de Estudio de las Sectas/Rede Iberoameicana de Etudo das Seitas). Ha publicado 25 libros y más de cien artículos sobre cuestiones filológico-teológicas de los primeros siglos cristianos y de historiografía de religiones no cristianas.

August Wolfstieg recoge más de 50.000 títulos de libros sobre la masonería en los tres volúmenes de su Bibliographie der freimauerischen Literatur, publicados en 1911-1913. Su reedición en Hildesheim (año 1967) incluye un cuarto volumen con el suplemento elaborado por Beyer. Desde 1967 se ha incrementado considerablemente el número de estudios sobre la masonería. Alguien puede pensar que la obra de Ricardo de la Cierva será una de tantas y despacharla con una recensión anodina. De intento he dejado transcurrir un año para comprobar las reacciones y su tono. No me he equivocado al suponer que iban a ser escasas y como con recelo, por no decir temor, a reconocer los méritos de esta obra, así como la valentía del autor, su honradez y su afán por buscar y encontrar la verdad con una metodología concorde con el rigor científico en la medida de lo posible mientras se adentra “en un campo sembrado de minas” (p. 4), en “la oscuridad visible” como llama a la masonería el ritual de su tercer grado, título también de un excelente estudio .

I. ALGUNAS PRECISIONES LÉXICAS

Antes de tratar de algo, cuyo léxico y semántica no son comunes a todos los hablantes, es preciso acotar el valor y los matices semánticos de las palabras de que se van a usar. De otro modo los hablantes se exponen a un diálogo entre sordos o –más acertado- a hablar el mismo idioma en el plano de los significantes, pero distinto en el de los significados, es decir, están condenados a precipitarse en una algarabía y no entenderse, incluso aun supuesta la mejor buena voluntad.

Al menos desde el s. III a. C. se usó el griego laikós, laiké, laikón para designar lo perteneciente al laós = “pueblo”, presente ya en los poemas homéricos (s. VIII a. C.). Su derivado laicus, laica, laicum fue introducido en el latín por los cristianos en las últimas décadas del s. II d. C. Pero muy pronto se generalizó el empleo de la terminación masculina válida o aplicable también para el femenino. Por eso a las lenguas romances, concretamente al castellano, pasó en la época medieval en su forma derivada: “lego ”, que designa a los monjes o religiosos no clérigos. Es muy raro el uso del femenino “lega”. En época tardía (s. XIX) se introdujo el cultismo “laicismo” con un significado extraño y hasta hostil a su uso cristiano y al cristianismo mismo, así como incluso a lo meramente religioso, sagrado, sea cristiano o no. Es el conservado por el femenino “laica(s)”: “escuela laica, enseñanza laica, constitución laica, leyes laicas”. Pero, recuperado ya el sentido cristiano del masculino “laico(s)”, ha sonado la hora de hacer lo mismo con el femenino “laica”. Su significado no cristiano ni religioso e incluso anticristiano y antirreligioso corresponde a “laicista” que, además, ofrece la ventaja de ser un caso de lenguaje inclusivo (abarcante del masculino y del femenino) tan caro a las feministas radicales. No obstante, tengo la certeza de que los laicistas o participantes del laicismo, término masónico en cuanto a su significado al menos en su origen, no están dispuestos a llegar a un acuerdo.

La misma disparidad se observa en el uso de los abstractos correspondientes: “laicidad, laicismo”. En el léxico católico y en general en el cristiano “laicismo” (intento de recluir lo cristiano y lo religioso en el foro de la conciencia individual y de los templos y aledaños) y “secularismo” (la visión agnóstica de lo temporal y terreno) se contraponen a “secularidad” y “laicidad” que proclaman la autonomía de lo temporal (realidades y actividades socio-políticas, culturales, sindicales, económicas, profesionales) respecto de lo “eclesiástico” o clerical, no de Dios ni de lo divino como pretenden el secularismo y el laicismo. La laicidad se opone al clericalismo (mangoneo de los clérigos en ámbitos profanos que no son de su incumbencia específica), pero no rompe ni deshilacha su ligazón con Dios ni con lo divino o, si se trata de católicos, con la Iglesia y con lo “eclesial”. La laicidad y la secularidad, como la unidad, la apostolicidad, la historicidad, etc., son notas de la Iglesia católica; el laicismo, el secularismo, el historicismo, etc., son sus deformaciones.

La masonería tiende a usar “laico, laica, laicidad” y sus correspondientes en las lenguas romances con el significado de “laicista, laicismo”. Piénsese, por ejemplo, en “la filosofía humanismo laico”, base de la Fundación Cives (p. ), en la Confédératon générale des oeuvres laïques, de las que se habla más tarde; también en el Institut d´ Étude des Religions et de la Laïcité de la masónica Universidad Libre de Bruselas. Una de sus revistas más representativa se titula “Latomus”, palabra latina que significa “cantero, albañil, masón”. Al leer este y otros términos conviene tener presente que la polisemia, o pluralidad de significados, es una propiedad de todos las palabras. Para descubrir su significado preciso en cada texto, es preciso conocerlas no aisladas, como leídas en un diccionario, sino enmarcadas en su contexto con todas sus ondas. En 1951 se celebró en Montevideo (Uruguay) el Primer Congreso Internacional de Laicidad, ”auspiciado por la masonería de Argentina y de Uruguay ”. El Gran Oriente de Francia ha instituido un “Observatorio Internacional de la Laicidad contra el clericalismo el integrismo y el dogmatismo. Y ha elaborado un Libro Blanco de la Laicidad, concepto que dice haberse institucionalizado en Francia desde 1905. Se apoya sobre dos pilares: la libertad absoluta de conciencia y la separación total de la Iglesia y del Estado... Todo se concreta,

...

Descargar como (para miembros actualizados)  txt (83.7 Kb)  
Leer 53 páginas más »
Disponible sólo en Clubensayos.com