Medio Ambiente Y Cultura
andrea2125 de Abril de 2014
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El camino recorrido nos lleva a reconocer la importancia de intentar distinguir el orden ecosistémico de los órdenes artificiales creados por el hombre. Los límites entre los cuales se puede mover el equilibrio del ecosistema pueden ser modificados por la actividad humana. De hecho eso es lo que ha venido sucediendo, especialmente desde el neolítico. Cualquier inducción tecnológica significa una alteración de los límites en lo que se puede mover un sistema vivo. En esto consiste parcialmente el problema ambiental.
Al transformar los nichos ecológicos, el hombre modifica necesariamente los límites del equilibrio global. Los nuevos límites dependen de la inducción tecnológica incorporada al sistema. Al suelo poco fértil el hombre puede incorporar nutrientes y en los climas secos puede utilizar regadío. Con ello modifica los límites del sistema. Esta modificación de los límites de cada una de las zonas de vidapuede llegar, sin embargo a alterar el equilibrio global. Si el hombre logra hacer un jardín de los cordones secos tropicales y transformar en praderas los bosques húmedos tendrá que buscar nuevos equilibrios que permitan los balances de temperatura y humedad a nivel planetario. De lo contrario, la ecosistema sepultará los equilibrios creados por el hombre. No le está prohibido hacerlo, pero tiene que hacerlo bien. La solución al problema ambiental no consiste en no transformar sino en trasformar bien.
Sin embargo, en los sistemas artificiales el equilibrio no depende sólo de la inducción tecnológica. Los impactos que la tecnología ocasiona no pueden superar los límites máximos que puede resistir el sistema natural. Los sistemas naturales, dejados a su propio vaivén, tienen sus límites que difícilmente rompen, a no ser inducidos por los cambios bruscos de las condiciones ambientales. Como vimos antes, estos límites no coinciden con los márgenes de los mismos sistemas, sometidos a la transformación tecnológica. Sin embargo la tecnología no puede ampliar indefinidamente los límites de los sistemas. Una vez superados ciertos límites, el equilibrio se desploma y arrastra consigo toda la actividad del hombre, sepultando las formaciones culturales sostenidas sobre ese equilibrio.
A estos nuevos equilibrios o sistemas tecnológicamente balanceados los podemos llamar "sistemas tecnobiológicos", para contraponerlos a los ecosistemas. Como podemos ver, estos sistemas artificiales construidos por la actividad humana no siguen exactamente las leyes que rigen el ecosistema. Más aún, su razón de ser consiste en transformar esas leyes y construir equilibrios nuevos que dependen en gran parte del manejo tecnológico. Por esta razón es indispensable diferenciar el lenguaje. Llamar ecosistema a los sistemas artificiales lo único que hace es dificultar la comprensión del problema ambiental.
Evidentemente, los equilibrios tecnobiológicos no suprimen de un tajo todas las leyes del ecosistema y esto es lo que da pie a las confusiones entre ambos. Los campos de trigo siguen haciendo fotosíntesis. Las ciudades, que son los espacios más modificados, siguen manteniendo restos de ecosistemas como retazos de un naufragio. En los centros urbanos podemos encontrar algunos árboles, unas pocas aves, muy pocos insectos y muchos roedores por debajo de la superficie asfaltada, pero ya no nos topamos con los grandes predadores y los insectos han sido casi barridos.
La supervivencia de estas especies depende ya en gran parte del manejo artificial del hombre aunque parezcan gozar de una cierta libertad. Las ratas y las cucarachas se alimentan de nuestros desperdicios y, si nos descuidamos, de nuestra propia comida. Los árboles y los jardines dependen de nuestro cuidado. Si los descuidamos pierden su belleza geométrica y reaparece el orden ecosistémico. Lo mismo sucede con los animales domesticados, que, sin embargo, siguen dependiendo de la acumulación energéticalograda
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