Menonitas
cristofora128 de Noviembre de 2014
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MENONITAS EN MÉXICO
A finales de 1922 llegaron a San Antonio de los Arenales, al norte de la ciudad de Chihuahua, 36 carros de ferrocarril de los que descendieron los primeros menonitas que se instalaron en nuestro país. Venían en grupos, cargando su equipaje personal, ropa de cama, enseres domésticos, muebles y materiales de construcción. Traían también sus recios caballos belgas, vacas, guajolotes, gallinas, costales de semilla, herramientas y maquinaria agrícola. Subieron por la sierra, en carretas, otros 60 km hasta llegar a su destino, Santa Clara, en el corazón de Chihuahua, donde se distribuyeron en una cuadrícula de lotes, delimitaron sus villas, trazaron sus calles, construyeron sus casas y se prepararon para arar la tierra.
Los antepasados de los menonitas mexicanos eran originalmente holandeses que huyeron de la represión y se establecieron en la ciudad alemana de Dantzig en el siglo XVI. Ahí se consolidaron como grupo relativamente homogéneo y adquirieron la lengua que aún conservan, bajo alemán. A fines del siglo XVIII fueron invitados a establecerse en Rusia donde afianzaron su patrón actual de asentamiento, que consiste en colonias formadas por varias villas, cuyas casas se alinean dando el frente a una sola calle, y dejan a espaldas de su vivienda una larga y estrecha fracción para la granja y el cultivo. En pocos años los campos menonitas florecieron y se expandieron hacia otras regiones y sectores de producción. Sin embargo, cuando sobrevino la guerra ruso-turca el gobierno ruso retiró la exención del servicio militar a los menonitas, lo que ocasionó que los grupos más ortodoxos buscaran otras tierras donde conservar sus tradiciones y mantener juntas a sus familias.
La reforma educativa también les afectó, ya que algunas de sus escuelas se cerraron, pero ante sus demandas el presidente Cárdenas confirmó el respeto a las concesiones que se les habían otorgado. Con sus privilegios reiterados, y el auge económico posterior a los años cuarenta, se fueron consolidando en México las colonias menonitas y algunas poblaciones florecieron como es el caso de Ciudad Cuauhtémoc, en Chihuahua.
Los menonitas han roto con el esquema del subdesarrollo en una de las regiones más difíciles de México. Han mostrado que con la organización, la cooperación, la división del trabajo y la integración de ramas productivas, los avances pueden ser significativos. La clave del desarrollo en los campos menonitas ha sido la capacidad de integrar la agricultura y la ganadería: el campo y la industria.
Los menonitas dan mucha importancia a la educación de sus hijos y sostienen escuelas en todas las villas, bajo control eclesiástico. Los niños aprenden a leer en alemán, el idioma oficial en la escuela y en la iglesia; no obstante, difícilmente llegan a dominarlo. En la vida diaria se comunican en su viejo dialecto bajo-alemán. Algunos hablan español pero no lo leen, por lo que tienen poco acceso a fuentes de información, fuera de los escritos doctrinarios. En la escuela se estudia el catecismo, las escrituras, himnos religiosos, aritmética elemental, higiene y algo de geografía para que comprendan el recorrido de sus antepasados por el mundo. Los niños asisten a la escuela de noviembre a marzo y el resto del año colaboran en las labores agrícolas. En realidad es a través del trabajo como aprenden lo más importante para ganarse la vida. Los valores y las formas de comportamiento las aprenden en la iglesia dominical.
Su vida cotidiana transcurre en la rutina. Son austeros, disciplinados y serios. Sus alimentos consisten básicamente en pan con mantequilla y embutidos, su vestido, el mobiliario, el uso del tiempo libre, sus festejos e incluso las ceremonias religiosas. Celebran moderadamente la Navidad, los compromisos matrimoniales, las bodas y los funerales; tienen prohibido el uso del radio, la televisión,
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