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México Bárbaro


Enviado por   •  25 de Octubre de 2013  •  3.260 Palabras (14 Páginas)  •  171 Visitas

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En este ensayo, Jhon Kenneth Turner, otorga una reflexión importante, con sentido razonado, objetivo y claro mostrando una realidad que en su momento vino a sacudir a un pueblo que parecía estar sumergido en un profundo letargo. En el Porfiriato cuestiono al sistema de gobierno que mantuvo a todo un pueblo sometido a una dictadura de 30 años. México está a punto de iniciar una revolución a favor de la democracia y los Estados Unidos intervendrán con fuerzas armadas, si es necesario, para sostener a Díaz o a un sucesor dispuesto a continuar su asociación especial con el capital norteamericano. Los esclavos de Yucatán. La historia comienza, cuando el periodista John Kenneth Turner se encuentra con cuatro reclusos mexicanos exiliados en la prisión de Los Ángeles por conspirar contra el gobierno de Díaz. Ellos le platican sobre la situación en México, donde aún se podían ver esclavos. Él quiere verlo con sus propios ojos, así que emprende un viaje. Narra las primeras experiencias que tuvo en México, específicamente en la península de Yucatán. Llegó ahí pretendiendo ser un inversionista adinerado para adentrarse en negocio henequenero, tras oír estos increíbles rumores de que aún existía esclavitud en América. Era el trabajo de estos esclavos los que hacían de Mérida, Yucatán una de las ciudades más bellas y ricas del país, pero a un costo inhumano. Los hacendados exhibían su complicidad con el gobierno, mas nunca se atrevieron a llamarle esclavitud. Estaban conscientes de que la esclavitud está prohibida en la constitución mexicana pero parecían creer que al nombrar a su sistema "servicio forzoso por deuda". En este capítulo relata varias escenas de la vida común de los esclavistas yucatecos y las torturas que, casi con gusto, infringían en sus trabajadores; al mismo tiempo que compara este tipo de esclavitud disfrazada con la que en algún tiempo hubo en su país. Lamentablemente los antiguos esclavos salían ganando. El exterminio de los yaquis. Los yaquis eran "indios" mandados del norte, conocidos por ser los más fuertes, resistentes y confiables. A los norteamericanos del norte, dueños de los ferrocarriles, les molestaba que fueran exiliados para llevárselos a trabajar a Yucatán, pues los consideraban excelentes trabajadores. Ellos no los llamaban indios en el concepto norteamericano, pues éstos no son empleados. Explica la situación de estos yaquis, a partir de un decreto del propio presidente para mandarlos a Yucatán. Este decreto se valía del supuesto de que los yaquis eran conflictivos, a tal grado que para poderlos exterminar se ordenaba que a cualquier yaqui se le debería atrapar y mandarlo a Yucatán al sur del país para que sirvieran como esclavos en las haciendas henequeneras, donde morían a los seis meses por los malos tratos y el clima diferente. Este decreto también decía que las tierras de los yaquis debían ser confiscadas; aunque era de esperar que fueran los presidentes municipales, gobernadores de los estados y amigos de Díaz, quienes se quedaran con las tierras. En la ruta del exilio. Acompaña en su largo viaje por tren a los indios yaquis desterrados a Yucatán para observar el "último capítulo de la vida de la nación yaqui". Ahí es testigo de la forma en que familias enteras son desmembradas cruelmente, así como las confusiones que se daban al reclutar yaquis. Se llevaban a cualquier persona, aunque sólo estuviera pasando por ahí, no se hacían distinciones de otros grupos étnicos. Muchos de ellos ya eran trabajadores de familias a las que llevaban décadas ayudando en el campo, y a pesar de las suplicas que los patrones hacían por poder mantener aunque fuera a uno de ellos, hasta seguirlos era inútil. Las personas morían en el camino de semanas y eran enterrados entre ellos mismos, muchos niños quedaban huérfanos durante la travesía. Después de ser vendidos y comprados como muebles, pasaban a manos de sus amos, mal alimentados y enfermos muchos de ellos. Lo primero que vio al llegar fue como un yaqui era apaleado en una hacienda por la sola falta de no cumplir con la cantidad de trabajo del día. Al llegar a su destino los hacendados casaban a las mujeres con extraños para crear nuevas familias que produjeran más mano de obra, familias nuevas que podían ser vendidas después en mil pesos por persona. Las mujeres yaquis no podían evitar llorar ante la idea de regresar con sus familias al lugar de donde fueron arrancadas.

Los esclavos contratados de Valle Nacional. Uno de los lugares más temidos del México de principios del siglo XX era la región tabacalera de Valle Nacional en el estado sureño de Oaxaca. Los esclavos que trabajaban en las haciendas tabacaleras eran gente era traída desde todos los puntos de la república ya fuera por medio de contratos falsos, por arresto policiaco o bien por secuestro descarado. Se enteró de otra forma de capturar esclavos, o peones. Después de eso, cuando el agotamiento, el hambre y las palizas minaban su salud, los patrones se deshacían de ellos arrojándolos a los pantanos, donde eran devorados por los cocodrilos sin importar que estuvieran muertos o agonizantes. En el valle de la muerte. Una vez más bajo el disfraz de un probable inversionista o comprador, Kenneth visita la región del Valle Nacional, en Oaxaca, haciéndose amigo de jefes y policías que jamás sospecharan que sus supuestos millones de dólares eran pura farsa. Logró observar la vida de los esclavos en las haciendas tabacaleras, y confirmó los rumores de algo que al principio no hubiera podido creer. Valle Nacional era mucho peor que Yucatán. Llevar a alguien a la cárcel era la vía más fácil de hacer que terminaran trabajando en el esa zona de tabacaleras también conocida como "tierra caliente". El jefe político de Pachuca, por ejemplo, tenía un convenio donde recibía dinero por cada trabajador que les mandara. En esos lugares se les dejaba morir a la intemperie y el que intentara escapar se veía con una serie de trabas que hacia mejor ni siquiera intentarlo. Se les aplicaban castigos en forma de tortura, colgándolos de los dedos, dejaban que una gotera golpeara las palmas de las manos y la cabeza hasta que esta los volvía locos. Los peones del campo y los pobres de la ciudad. En algunas partes se admite que hay esclavitud en México, pero nunca se hace responsable de ello el gobierno a pesar de que resulta difícil de creer que no pueda estar enterado del asunto tan bochornoso en que la tercera parte de la población está involucrada. Si bien las condiciones de los trabajadores del campo durante el Porfiriato no eran para nada justas, la vida en las ciudades mexicanas de principios del siglo pasado no era mucho mejor. No había ciudad que en ese entonces pudiera considerarse civilizada. Era increíble ver como muchos vivían con las condiciones insalubres de los barrios pobres. En dicha habitación

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